El día que compramos una tele hecha por rojos
Parte dos.
Ayer, aquí, resumí lo que creo que está pasando en Movistar+. Os prometía al final que os contaría una historia que me habían hecho llegar. Y allá va:
Soy un jefazo de una empresa de telefonía y he venido a contarles una historia.
Resulta que hace seis años pensé que sería una buena idea tener una tele. Sabía que había una de pago que estaba en venta porque yo conocía a su jefe de contubernios varios y dije, ‘venga, ¿por qué no?’. Algunos de mi equipo me dijeron que la gente se apuntaría a la cadena de televisión y así nosotros tendríamos más abonados que contratarían a tutiplén nuestra fibra y nuestros servicios de telefonía. Así que la compramos.
Yo la cadena esa que íbamos a adquirir no la veía mucho, la verdad. Había gente que me decía que era interesante, que había algunos programas divertidos y eso, y series chulas. El caso es que dije otra vez, venga, ¿por qué no? ¿Qué podemos perder? ¿Dinero? Eso no era un problema.
Al principio todo fue bien. Parece que las series que hacíamos gustaban a la gente. Yo la verdad es que no las veía mucho, para seros sincero algunas me parecían un poco tostón. No había comedias casi, solo dramas extraños. Había una que hablaba de la Sevilla de hace miles de años, la empecé a ver porque me gusta mucho Sevilla, pero me aburrí porque todo era feo y estaba sucio.
Un día mi mujer me dijo que había comentado con sus amigas que por qué no había series bonitas en nuestra cadena, una serie sobre moda, por ejemplo (ella es muy aficionada) y le pedí al equipo de la tele que buscara una. La encontró y fue un éxito de visionados (creo que se llaman así).
También empezamos a hacer programas de humor. A decir verdad, eran todos un poco rojillos, pero es que ya se sabe que encontrar humor de derechas, (perdón, humor blanco), si quieres destacar y ser guay, es difícil.
Todo estaba bastante bien, teníamos buena reputación, hacían entrevistas a nuestros creadores. La verdad es que nunca habíamos tenido tan buena prensa. Nuestro nombre se estaba asociando a cosas interesantes, alejadas de la caspa, de lo rancio, de lo carpetovetónico, que algunos decían que era como se nos veía.
Es verdad que algunas de las cosas que se decían en esos programas no eran demasiado bien vistas por muchos de nuestros ejecutivos. Recuerdo una cena, entre bromas, en la que se me advirtió de que tenía la casa llena de rojos. Yo la verdad es que no los conocía en persona, siempre he querido delegar en mis equipos las gestiones con las personas, no sé si me explico.
Pero esa cena me dio que pensar y puse a investigar a algunos de mis empleados.
Y parece que sí que había mucho rojo, je je, pero es que ya se sabe que estos de la farándula son así, muy progres ellos, subvencionados pero progres, ja ja. Hace poco le oí a una periodista una cosa que me gustó, en un programa en el que estaban hablando de nosotros, por lo de la polémica esa con un tuit que hablaba de algo que era falso, pero que lo ponía como verdad.
Decía la periodista que el problema es que si quieres música clásica no puedes contratar a Georgie Dann. Y eso es lo que creo que nos pasó, que nosotros queríamos la barbacoa, pero contratamos a gente que nos venía con la novena sinfonía. Pero bueno, todos nos podemos equivocar.
El caso es que en las reuniones, de vez en cuando, salía el tema y cada vez eran más frecuentes las quejas de ejecutivos. También llamaban mucho para quejarse algunos amigos que estaban en política desde hacía algún tiempo. Así que pedí que hubiera un poquito de control. Al fin y al cabo, éramos una empresa privada que hacía una tele privada. Si queríamos llegar a un público generalista, apolítico, lo normal era que hiciéramos una televisión menos izquierdosa, sin excluir ninguna ideología.
El problema era que ya habíamos contratado a Beethoven y en fin, no les íbamos a pedir el chiringuito. Uno de mis asistentes me dio la idea para que no se nos colaran tantas frases mitineras: supervisar los guiones, los monólogos, las tramas de las series de ficción, las intervenciones de algunos colaboradores. Me pareció un acierto y así empezó todo a enderezarse un poco.
A veces me contaba que los guiones eran casi subversivos, con ataques directos a la derecha, a la iglesia, a la monarquía… Y hubo que empezar a pedir mesura. Ellos se quejaban un poco pero accedían, no les quedaba otra. Ahora muchos dicen que era censura, ataque a la libertad de expresión, pero se les olvida que nosotros, repito, somos una empresa privada de telefonía, no somos un medio de comunicación, joder.
Un día les pedimos a unos colaboradores que hacen una web de humor que rebajaran el tono en los guiones en uno de nuestros programas, ahora no me acuerdo cómo se llama. Lo presentaba el mismo al que luego le dimos un programa por la noche. Me dicen algunos de mis nietos que es un crack.
El caso es que cada día había titulares y chistes sobre Vox, sobre la monarquía, la iglesia y, claro, yo pienso, ‘¿por qué no se meten con la República, ¿eh?, o con el coletas, coño, que van a lo fácil’.
Eso lo dije en una reunión y uno de mi equipo les pidió eso, chistes de la República. Hicieron uno y ahora lo han contado en Twitter, mofándose claro. Hay que joderse.
En fin, el caso es que ya vi que había que ponerse serio, e hice algunos cambios en programas, eché a algunos responsables y puse firmes a otros. Pero el problema es que todos se creen periodistas, creadores libres, etc., y es agotador todo eso.
Antes no había apenas filtraciones de las quejas que nos llegan, de lo que pedíamos, de las presiones que recibimos, que ellos se creen que estar en este puesto es fácil, pero qué va, aquí hay que aguantar mucho, templar muchas gaitas. Todo eso no se sabía porque oye, yo tengo amigos en todos los medios de comunicación grandes, y no me ha costado nunca pedir favores, que para eso estamos, pero últimamente, yo no sé qué pasa que parece que ancha es Castilla. Y las redes nos están haciendo bastante daño, esa es la verdad. Eso no lo podemos controlar.
Hemos dicho a los que tenemos contratados que ojito con contar cosas, pero a los que ya no están no podemos pedirles nada, y están ahí como locos, gritando todo, y todos los rojos como ellos haciéndoles caso y retuiteando.
Y hoy me han contado la última. Que uno de los creadores que se fue, cuando le preguntan por qué se marchó, responde con una frase que está siendo muy celebrada:
-Me fui porque con la cúpula de la empresa de telefonía se pueden hacer 14 gobiernos de Franco.