El corazón embalsamado de un rey portugués viaja a Brasil envuelto en polémica
El emperador Pedro I, que declaró la independencia del país en 1822, es recibido con honores por Bolsonaro, en plena campaña electoral y entre quejas de populismo.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha recibido con honores de Estado el corazón del emperador Pedro I, una reliquia prestada por Oporto cuando se cumplen 200 años de la independencia del país de la corona de Portugal.
En una ceremonia análoga a la de un jefe de Estado, con marchas marciales y exhibición de la escuadrilla acrobática de la Fuerza Aérea, el corazón fue recibido en una urna de oro por el mandatario y la primera dama, Michelle Bolsonaro, en la rampa del palacio presidencial de Planalto, en Brasilia.
El órgano, que llegó la víspera procedente de Oporto en un avión de la Fuerza Área Brasileña, se encuentra conservado en formol en el interior de un recipiente de vidrio desde hace 187 años.
Es la primera vez que el corazón del primer emperador de Brasil deja Portugal, donde es custodiado con cinco llaves por la Hermandad de Nuestra Señora de Lapa y la Cámara de la ciudad de Oporto.
Tras llegar al Palacio de Planalto con toda la pompa, el corazón fue trasladado al Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde estará expuesto hasta el próximo 7 de septiembre, cuando se conmemoran los 200 años de la independencia.
Ese día, en 1822, el entonces príncipe regente, de apenas 23 años, declaró a los márgenes del río Ipiranga, en la ciudad de Sao Paulo, que el país ya no continuaría siendo una colonia de Portugal y fue proclamado como el emperador Pedro I de Brasil.
La decisión del emperador de no regresar a Portugal para asumir como rey de ese país permitió que Brasil obtuviera su independencia sin necesidad de derramar sangre en una guerra, a diferencia del resto de los países latinoamericanos.
El préstamo temporal de la reliquia, cuyos costos de traslado no han sido revelados, fue solicitado por el Gobierno de Bolsonaro en el marco de las conmemoraciones del Bicentenario de la independencia.
Haciendo bandera
Dicha fecha ha sido abrazada por el bolsonarismo y el propio líder de la ultraderecha ha promovido manifestaciones de apoyo en todo el país con las que busca sacar músculo de cara a las elecciones presidenciales del próximo 2 de octubre, frente al cual pone en duda la transparencia del sistema electrónico de votación sin que haya recibido una denuncia de fraude desde 1996, cuando fue adoptado.
De hecho, Bolsonaro ha sido objeto de críticas por el supuesto uso político de la reliquia de Pedro I las víspera de los comicios, para los cuales parte como favorito el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien lidera las encuestas con alrededor del 45 % de los votos, frente al 30 % del actual mandatario.
Los detractores del presidente afirman que está haciendo un uso político de la exhibición del órgano, populista, en un momento en que hay organizadas manifestaciones en todo Brasil para el 7 de septiembre en apoyo a su gabinete. Se espera que los actos del Día de la Independencia estén cargados de ataques a los jueces de la Corte Suprema y al sistema electoral, avisa la BBC. El mandatario brasileño ha puesto en duda el proceso electoral brasileño y se teme que no reconozca el resultado de las elecciones, cuya primera vuelta es el 2 de octubre, si pierde.
″¿A quién le interesa la llegada del corazón de don Pedro que está conservado en formol en la ciudad de Oporto? ¿Qué tipo de historia mórbida es esa que celebra pedazos de cuerpos de personas muertas hace tanto tiempo?”, cuestionó la historiadora y antropóloga Lilia Schwarcz.
No obstante, no es la primera vez que Brasil pide a Portugal los restos mortales del emperador Pedro I, quien falleció en su país de origen el 24 de septiembre de 1834 como consecuencia de una tuberculosis.
En 1972, durante la dictadura militar, el Gobierno de la época llevó a cabo arduas negociaciones con Portugal para traer los restos de Pedro I con motivo de las conmemoraciones de los 150 años de la Independencia.
En la época, parte de la osamenta de Pedro I fue expuesta en varias ciudades del país antes de ser depositada en el Monumento a la Independencia, situada en el barrio de Ipiranga, la región donde 200 años atrás el joven príncipe clamó el grito de “independencia o muerte”.