El confinamiento y la primavera disparan la aparición de los insectos
Tu casa no es la única que se ha llenado de moscas y mosquitos durante el estado de alarma.
Menos actividad humana en la calle y más insectos en las casas. Durante el confinamiento por el coronavirus se han dado las circunstancias perfectas para que proliferen moscas y mosquitos en las ciudades. El aire ahora está más limpio, abril ha sido lluvioso y mayo ha empezado con temperaturas altas.
“La cuarentena a nivel mundial ha provocado una bajada de emisiones brutal y hay menos partículas contaminantes justo en la época del año en la que empiezan a criar todos estos insectos, en primavera”, explica Nacho García, biólogo y profesor de gestión de espacios protegidos en el ISM.
El parón de la rutina habitual ha beneficiado al medio ambiente, especialmente en las grandes ciudades. En Madrid, los gases de efecto invernadero se han reducido un 57%, según datos del Ayuntamiento. Mientras, en Cataluña, el departamento de Medio Ambiente de la Generalitat indica un descenso de los niveles de CO2 de un 75%. El dióxido de nitrógeno en la ciudad condal se ha reducido entre un 70 y un 80%. En toda España, los cielos están un 64% más limpios, según un estudio de la la Universitat Politécnica de Valencia.
La cuarentena también ha hecho que el ser humano “deje de lado la perturbación continua de hábitats”, aclara Carmen Robles Vallet, experta en divulgación ambiental en redes sociales. Esto puede haber mejorado la supervivencia estacional de los insectos, tanto a nivel reproductora como a la hora de buscar recursos, aunque en general las poblaciones de insectos continúan en declive. La pérdida de su hábitat, la contaminación, el uso de plaguicidas y el cambio climático los están matando.
Los insectos de los ecosistemas terrestres están disminuyendo alrededor de un 1% al año. Esto significaría una pérdida del 9% a lo largo de 10 años y casi el 25% en 30, según un estudio liderado por el Centro Alemán para la Investigación Integrada de la Biodiversidad Integrada.
Pese a estos datos, esta primavera se ha roto ligeramente la tendencia ya que muchos insectos han disparado su reproducción. “Incluso han aparecido enjambres de abejas en sitios anómalos, como árboles y semáforos, porque no hay actividad humana, y se pueden ver hormigas voladoras”, apunta Rubén Bueno, experto en control de plagas en ciudades y presidente de la Asociación Europea del Control de Mosquitos.
El mosquito necesita de agua estancada para sus larvas, y de ahí que ahora haya tantos. A las abundantes precipitaciones de abril, que han facilitado su proliferación, hay que unir las altas temperaturas de mayo, que han acortado su fase larvaria.
Según los expertos, el confinamiento provoca una problemática muy clara con estos insectos, especialmente con el mosquito tigre, que es fundamentalmente urbano porque le basta una maceta o un cubo para poner huevos. En la zona de Levante se une otra circunstancia: las segundas residencias no se han podido ocupar y a estas alturas de año acumulan agua que sus propietarios no han podido limpiar. “Esas viviendas están siendo un foco de cría importante”, comenta Bueno.
Asimismo, la actividad se ha detenido y, según Nacho García, “el servicio de mantenimiento de jardines está siendo menor y algunas fuentes no se están limpiando”. Un caldo de cultivo para que aumente la cantidad de insectos.
En cuanto a las moscas, las que más están apareciendo son las conocidas como mosca negra. Algunas de las especies de este tipo son muy agresivas con las personas e incluso muerden. Tienen unas mandíbulas muy robustas que provocan una herida similar a un corte pequeño y se alimentan de la sangre. Estas moscas son un poco más pequeñas que las se suelen ver habitualmente en casa, de hecho algunas parecen mosquitos.
Como indica el experto en control de plagas, “estas moscas crían en los ríos y están saliendo de forma masiva por las temperaturas”. En su fase larvaria siempre han estado en las zonas altas, en aguas limpias, pero la inversión en la limpieza de los ríos en zonas urbanas las ha atraído a la ciudad.
“En los tramos altos tenían la sangre de animales, pero aquí hay poco donde elegir”, explica Rubén Bueno. De ahí que busquen personas. Si se abandonan los tratamientos preventivos por el confinamiento, advierte, “en verano será muy acusada” su presencia.
No son los insectos los únicos que están apareciendo. El descenso de la actividad humana influye de manera directa en la aparición de las ratas en las calles. Habitualmente, comen de los residuos en jardines, pero ahora buscan la comida en las casas porque las vías urbanas están más limpias. “Hemos visto un mayor grado de actividad de las que viven en superficie. Estamos notando muchos más avistamientos con la Covid-19”, declara Bueno.
Como dice Nacho García, “el animal es capaz de encontrar espacios habitables en sitios impensables. Hasta en las zonas más altas de Canadá hay mosquitos que transmiten el paludismo”.