El cómic histórico
La fuerza de las viñetas para representar el pasado.
La novela gráfica histórica
He presenciado debates completamente estériles acerca de si es lo mismo una "novela gráfica" que un cómic. No perdamos el tiempo en estas disquisiciones. Las viñetas de un cómic (o de una novela gráfica) pueden ser una gran herramienta para hablarnos del pasado. El cine también, pero es más costoso y siempre podremos adaptar cómics exitosos a la gran pantalla. En Francia o Bélgica no sería necesario un apoyo explícito al mundo del cómic. En España sí... por eso escribo esta entrada en el blog del Huff. Paco Roca (el autor de Los surcos del azar) y otros dibujantes han abierto un hermoso abanico de posibilidades en el noveno arte. A pesar de los avances, faltan muchasviñetas por secuenciar.
Dibujar el pasado
Hay quien dice que leemos más que antes y otros que leemos mucho menos. No importa quién tiene el diagnóstico más acertado. En ambos casos, la lectura es más fragmentaria. Sería genial que todos devoráramos los libros de historia de Ángel Viñas o Santos Juliá (y de muchos otros historiadores). Sin embargo, sabemos que eso no va a ocurrir. Al transformar sus investigaciones en viñetas, forzaríamos a pensar a los autores (y a los lectores, claro) en términos cinemáticos. La historia cristalizada en los libros se vería obligada a representarse de otra manera, con los consiguientes riesgos de tergiversación y simplificación. No hay arte sin riesgo, así que los peligros de la banalización no deberían frenar a nadie.
Lo que ha hecho José Pablo García con la Guerra Civil Española o con el bombardeo de Guernica no es moco de pavo. Yo mismo he dado la brasa con mi idea de contar en formato cómic la vida del presidente del gobierno Francisco Largo Caballero y sigo, cual Pirandello, buscando autor (un dibujante). La trama empezaría in media res, en el momento en el que van a matarlo en el campo de concentración de Sachsenhausen, casi al final de su vida (en los estertores de la Segunda Guerra Mundial).Como no puede seguir el ritmo de los demás presos que van a morir a manos de los nazis, se queda moribundo en tierra de nadie; cuando recobra sus fuerzas, el "Lenin español" regresa al campo y los nazis no quieren abrirle las puertas. Podría parecer otra película maniquea sobre el nazismo, pero le ocurrió de verdad a un presidente del gobierno de España (nuestra desmemoria apenas alcanza para distinguir entre presidente del gobierno y presidente de la República).
Dibujar el pasado no es usurpar la historia. Y si lo fuera, ya se lleva haciendo demasiado tiempo a través de la novela histórica o de las series televisivas. Se podrán combatir los anacronismos y la infantilización de la historia cuando tengamos más relatos para contrastar, no menos. Si nuestro consumo principal de historia se produce a través de la cultura popular, no se entiende por qué seguimos despreciando a quien ha sido tradicionalmente su mejor vehículo cognitivo: el cómic.
Historia contrafactual
La novela El informe de Brodeck se ha adaptado a cómic y hay lectores españoles interesados en esa historia. ¿Por qué no iba a interesar nuestro negro pasado? Si Ian Gibson se atrevió con la novela en La Berlina de Prim, ¿por qué no dar otro impulso a ese trasvase mediático y llevar a viñetas lo que ha funcionado en prosa?
Y si tenemos éxito narrando la historia, ¿por qué no atrevernos con la "historia contrafactual"? Relatos del tipo: ¿Y si los nazis hubieran ganado la guerra? Lo que también llaman historia alternativa o ucronía. Yo tengo en mente mi propia ucronía: ¿Y si Rajoy y Aguirre hubieran fallecido en el accidente de helicóptero de 2005? Sería un principio muy sugerente para un cómic contrafactual, si es que encuentro dibujante y la policía del pensamiento no me encierra por el acto criminal de imaginar.