El castellano del Nuevo Mundo
La Real Academia Española incluye al menos 200 palabras provenientes del náhuatl.
Nosotros decimos chapulín, ustedes o vosotros, saltamontes. Nosotros camote y ustedes boniato. Tenemos cuates en lugar de amigos y mientras nosotros comemos cacahuates, otros comen maní, y nuestro papalote es su cometa. En México bebemos con popotes en lugar de pajitas y nosotros vamos a la tlapalería en lugar de a la ferretería.
Todas estas palabras que el español ibérico no utiliza, en México las adoptamos del náhuatl. Mejor dicho, son palabras que se negaron a ser conquistadas, castellanizadas o taínizadas. Y aunque todas ellas se encuentran aceptadas por la Real Academia Española, que incluye al menos 200 palabras provenientes del náhuatl, no todas llegaron a cruzar el Atlántico.
Muchas, como boniato o maní, se adoptaron del taíno.
El español es quizá una de las lenguas más variadas, resultado de la conquista y de la influencia de las lenguas indígenas en el castellano que trajeron del Viejo Mundo como herramienta de catequización. América se distingue por su gran diversidad lingüística, lo que representó uno de los mayores obstáculos que enfrentaron los conquistadores para expandir su religión y creencias.
El náhuatl y el taíno son las lenguas indígenas que más aportaron al español de hoy pero no las únicas. El primero, era el idioma de los aztecas o mexicas que aún es la lengua indígena más hablada en México.
El taíno, por su parte, fue el primer idioma con el que los conquistadores se encontraron a su llegada al Nuevo Mundo ya que se hablaba en la mayor parte de las islas del caribe desde la costa de Venezuela hasta los cayos de Florida. De hecho, el español fuera de México contiene más de taíno que de náhuatl y eso es parte de lo que distingue al español mexicano del resto.
Cuando los primeros colonizadores llegaron a América, una tierra tan distante y distinta de la Europa que habían dejado atrás, pronto se dieron cuenta que su idioma no contenía las palabras necesarias para nombrar a una amplia cantidad de plantas, animales o utensilios que nunca habían visto antes. Es entonces que en sus descripciones del nuevo continente, en lugar de inventar palabras nuevas en español para definir las nuevas cosas, adoptaron las nativas ya existentes.
Fue así que con la conquista comenzó un enriquecimiento no solo en el lenguaje si no también en la gastronomía, al encontrarse los españoles con frutos y animales que nunca habían visto antes y viceversa.
Palabras taínas como huracán, hamaca, iguana, barbacoa o canoa, no solo quedaron plasmadas en nuestro español de hoy sino que se usan también en otros idiomas como el inglés. Huracán por ejemplo, significa “centro del viento” y barbacoa era el nombre que los haitianos le daban a la parrilla que usaban para asar las carnes a la llegada de los españoles. Canoa viene del caná-oua que significa textualmente “vaciar un árbol” y se cree que esta pudo ser la primer palabra de procedencia amerindia en cruzar el Atlántico ya que quedó plasmada en las primeras descripciones de Cristóbal Colón donde hablaba de la “canoa india”.
Así fue que cuando los españoles se adentraron en la parte continental de América, ya lo hacían con su propio conocimiento, incluyendo palabras taínas, de lo que habían encontrado a su primer contacto con el Nuevo Mundo y esto puede explicar por qué en la mayor parte de hispanoamérica se utilizan palabras como boniato, batata, o maní procedentes del taíno en lugar de los términos del náhuatl camote o cacahuate que seguimos utilizando los mexicanos. Y es que se cree que a la llegada de los conquistadores a la zona central de México, ya había al menos 10 millones de hablantes de náhuatl o sus variantes, resultado de las conquistas aztecas que llegaron hasta Centroamérica.
Cuenta la leyenda que cuando un español le preguntó a un indígena de la Gran Tenochtitlán que cómo era su lengua, este le respondió que era dulce o que sonaba bien. De ahí el significado de la palabra náhuatl, “que suena bien”.
Probablemente la palabra más utilizada en el mundo que ha sido heredada del náhuatl sea chocolate. Aunque el primer uso del cacao se les adjudica a los mayas, existe un intercambio lingüístico prehispánico entre ambas culturas como es el caso de la palabra chicle, que el español adopta del náhuatl chictli y este a su vez del maya sicte nombre que le daban a la resina del árbol del chicle de donde se saca la goma de mascar.
Desde Ucrania, donde chocolate se dice шоколад (que se lee shocolad), hasta el somalí shukulaatada, pasando por el inglés y el francés, el término viene de xoxoatl, de xococ agrio y atl agua. La RAE lo define como amargo en lugar de agrio, pero amargo en náhuatl sería chichic que no tiene relación alguna con la palabra chocolate y es solo uno de los muchos casos en los que distintos académicos y estudiosos no logran ponerse de acuerdo. La palabra jocoque, en cambio, tiene la misma raíz, xococ, y aunque los indios de México no tenían vacas y se desconoce si consumían leche de burros o de algún otro animal, es posible que fuera con la llegada de los árabes que venían con el ejercito español que los aztecas adoptaron esta forma de consumir la leche fermentada o “agria” que hasta la fecha es tradición en muchos lugares de México.
Chile y chipotle, que quiere decir “chile ahumado” son otras de las palabras del náhuatl que se mantienen vivas en el español aunque en gran parte de Sudamérica por ejemplo, utilizan más la palabra ají del taíno en lugar de chile.
La palabra mapache, de mapach que significa “el que tiene manos”, aguacatl que en náhuatl es también testículo, tomatl que quiere decir “agua gorda” y curiosamente tiza, que en México en su lugar utilizamos la palabra “gis” proveniente del griego, viene de tizatl que significa yeso. La eliminación del sonido “tl” en las palabras náhuatl que se adoptaron en el español es una constante ya que los conquistadores carecían de una pronunciación similar.
También es cierto que algunas palabras como itacate, a pesar de haber sido incluidas en el diccionario de la Real Academia Española, en su uso común nunca llegaron hasta el viejo continente. !Y mira si serían útiles! Un día, hablando con una de mis primas en Granada, en el sur de España, mientras mi tía me preparaba un tupper lleno con las sobras de comida, le dije que estaba esperando mi itacate y descubrimos que al español de España, también llamado ibérico, le falta un término que tenga el mismo significado (y claro está, que no es a falta de sobras de comida en las casas españolas).
La RAE define itacate como “provisión de comida” y según la página de etimologías de Chile, una de las más útiles y completas que he encontrado en torno a este tema, viene del náhuatl ititl que significa vientre e itacatl, mochila.
Otras palabras que existen en la RAE pero se han mantenido como mexicanismos son popote de popotl que en México utilizamos en lugar de pajita y significa textualmente “paja” o papalote, que viene del papalotl mariposa que usamos en lugar de cometa de papel, o chapulín que en náhuatl significa “el que rebota como hule” en lugar de saltamontes. En México no solo abrazamos sino que también apapachamos, es decir, apretamos, aplastamos o hasta mallugamos.
Y claro está que con tanta mezcla cultural, no solo el español terminó adoptando términos del náhuatl sino que también el náhuatl y el resto de lenguas prehispánicas que aún sobreviven, adoptaron palabras del español o de otros idiomas. La palabra cochino, por ejemplo, aparece por primera vez en el S. XIII en el francés como cochon al referirse a la cría de cerdo. A la llegada de estos animales a América con los españoles, los mexicas adoptaron el término que además se parecía mucho a cochini que en náhuatl significaba “el que duerme o ronca” como lo hacen los cochinos.
Un día, mientras viajaba por los pueblos nativos americanos de Nuevo México, hablando con una mujer de Taos Pueblo, y supe que en su lengua utilizan aún la palabra “albaricoc” que originalmente llego al español del árabe para referirse al albaricoque o chabacano. También, algunas palabras como las relacionadas al tiempo se llegaron a adoptar del español; ejemplo de esto es en el náhuatl de la Huasteca, que hoy en día es el más parecido al clásico que existía con la llegada de los españoles, usan la palabra “carrera” del español para decir rápido o ximoapuraro del “apúrate” para darse prisa.
Y no solo son palabras que han permanecido sino también expresiones. La más bonita probablemente que utilizamos aún en el español mexicano es el ”¿cómo amaneciste?” que viene directamente del náhuatl ¿Quen otitlathuilli? y significa cómo entró la luz por tus ojos esta mañana, y no se utiliza en ningún otro idioma.
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