El aventurero que quiso ser 'cosplayer'
Una entrevista con Ciaran Marry, 'youtuber', aventurero y 'cosplayer'.
Hace mucho tiempo, en una galaxia (Internet) muy, muy lenta, vi un vídeo donde el aventurero y desarrollador de videojuegos Matt Harding bailaba por los rincones más insólitos del planeta. Casi una década después, los youtubers invadían el mundo y la cultura friki mutaba y se diseminaba de formas que sorprendían a un antiguo rolero como yo.
Un compañero de trabajo, Ciaran Marry [podéis llamarlo “Kiron”], resultó ser uno de esos aventureros frikis que empezaron a experimentar con la cultura audiovisual de un modo amateur. Ciaran ha publicado vídeos tan curiosos como el de un selfi al día durante un año, una tarea titánica (por no decir un pain in the ass) que mantuvo durante un lustro. No se quedó ahí: ha perpetrado otras locuras, como hacer cosplay de Star Wars, y no he podido evitar entrevistarle para que muestre el camino del cosplayer a sus padawan.
ANDRÉS LOMEÑA: En tu canal Adventurama escribes que hay que viajar más y hacer más. ¿Qué mueve a una persona que pasó su niñez en Ballyragget quedarse a vivir en el sur de España y convertir el cosplay y Youtube en una droga más que en un simple hobby?
CIARAN MARRY: Venir fue por diferentes circunstancias de la vida, pero lo de vivir más quizás sea producto de una beca Erasmus (Orgasmus) que me hizo ver el mundo real como un abanico de posibilidades enorme. Lo de crear supongo que viene de algo más profundo, del deseo de moldear un poco ese mundo. Los que nos consideramos creativos no es porque nos guste crear, sino porque lo necesitamos, aun a expensas de las horas de sueño, que es cuando las musas de la inventiva suelen querer visitarme.
Ya en mi adolescencia soñé con recrear esas experiencias vividas en el cine, sobre todo cuando veía los primeros making of y lo que parecía una fantasía intangible era en realidad producto de la imaginación de alguien y el esfuerzo de un grupo de profesionales para plasmar esa ilusión en una pantalla. Ese dominio lo tenían antes las productoras y ahora se ha democratizado la cadena de producción hasta el punto de que cualquier adolescente con un móvil puede crear su propio estudio de televisión o de cine. Warhol nos prometió quince minutos de fama, pero no creo que sospechara que pudiéramos ser los semidueños de esos canales (mientras el algoritmo de YouTube lo permita).
A.L.: Publicas vídeos con impresiones de películas y también grabas tus propias reacciones. Me parece que asumes el papel de prosumidor, un punto intermedio entre el crítico de cine y el fandom. ¿Qué feedback te dan tus seguidores y cuál es el perfil del usuario de tus vídeos?
C.M.: No me gusta ser el centro de atención de mis vídeos; prefiero que lo sea el contenido (y quizás la forma), pero la gente necesita una persona o un personaje a través del cual pueda acceder a ciertos contenidos, lo que hace que me ponga a veces delante de la cámara. Más que crear, me gusta haber creado, y para ello no me queda otra que ponerle cara a mis ideas. No creo tener un criterio de crítica especialmente válida para juzgar el contenido audiovisual de otros, pero sí puedo compartir mis impresiones espontáneas y sentidas de las cosas que me tocan más.
Mi vida con Star Wars empezó en los ochenta, cuando vi una sesión continua de La guerra de las galaxias y El imperio contraataca, y hasta ese momento solo había visto tres monjas y cuatro vacas, y de aquello pasé a ver una nave kilométrica pasando por encima de la cámara y mi vida cambió. Pasé de estar en un pueblo a estar en una galaxia, un universo.
En cuanto a mis fans, curiosamente la mayoría son de Sudamérica y no sabría decirte bien por qué. Quizás haya un sector del fandom que no está siendo atendido en castellano como se merece. Es paradójico que sea un irlandés quien lo haga. Me comentan que aprecian la calidad de mi producción y cómo les ha inspirado a ellos a crear. Es una alegría tener un canal sin hate mail y casi solo leer mensajes de agradecimiento. ¡Ahora yo soy el maestro y tengo mis propios padawan!
A.L.: Eres profesor y has comido bichos asquerosos en Camboya. De lo que has probado en países asiáticos, ¿qué le darías de comer en el recreo a un alumno que se ha portado mal?
C.M.: La enseñanza es un arte escénica más: tienes tu guion, hay un casting (unas oposiciones) y un público al que transmitir contenido y hasta entretener. La diferencia es que el actor quizás actúa seis veces por semana para un público que paga por verle, y nosotros actuamos casi seis veces al día para un público que muchas veces preferiría estar en cualquier otro sitio. Hay numerosas temáticas y hobbies que los mass media no pueden atender porque no interesan a un público general; ahí entra en juego YouTube, un lienzo con la mayor gama de colores que podamos imaginar. Si puedes satisfacer la necesidad de contenido de ese sector cultural, los usuarios te estarán eternamente agradecidos (hasta que pongan otro canal y se olviden, claro).
En cuanto a lo que le daría a los alumnos malos… escorpión, sin duda. Es como comerse un juguete de plástico duro que sabe a calcetines viejos. A los buenos les daría gusanos de seda fritos, que saben a gusanitos. No todo sabe a pollo como dicen.
A.L.: Has documentado visualmente tu prueba de ADN y creo que no descubriste nada especialmente sorprendente con el kit que compraste en el extranjero.
C.M.: La verdad es que sospechaba que habría mucho más. Había visto vídeo-reacciones de orígenes genéticos insospechados, y se contaba en mi familia cierta relación con hechos históricos que podía dar pie a un origen variado, pero resultó ser 99,7 por ciento de Irlanda y un 0.3 por ciento del norte de Europa. Poco podía yo reaccionar e investigar con un perfil genético tan limitado. Me quedaré con las ganas de tener algún antepasado judío askenazi o nativo americano. En cualquier caso, al viajar incorporas todos los lugares que visitas a tu ser y de este modo espero que no me falte riqueza cultural. Cuanto más viajas al exterior, más viajas al interior y eres capaz de separar lo que podría entenderse como tu ser de las circunstancias ambientales que te han tocado.
A.L.: Como cosplayer has mejorado hasta un nivel de profesionalización alucinante, como en el vídeo explicativo sobre cómo hacerse el uniforme de mandaloriano. Dinos con qué vídeo te sientes más orgulloso y si te ves cobrando por asistir a los eventos.
C.M.: Para mí es la posibilidad de adentrarme en un mundo que nunca podré tener. Aún no tengo un DeLorean para volver a los rodajes de mis películas favoritas, las que hicieron volar mi imaginación. Quizás sea un cuentacuentos o un mago frustrado que encuentra en el cosplay una manera de acercarme al mundo del cine y crear ilusiones. Sé el impacto que me provocaba ver a los personajes de Disney en un parque Disney o ver un cosplay bien hecho: era como estar a pocos metros de ídolos en carne y hueso, y sé que causo esa impresión en mis apariciones porque a veces no puedo ni avanzar de la cantidad de fotos que piden hacerse conmigo. De repente eres famoso y estás rodeado de paparazzi y caras sonrientes (o lo que me deja ver el casco).
Los adultos saben que es una ilusión, pero no dejan de maravillarse al verlo en persona, y los niños ya ni te cuento. También es mi manera de ponerme en la piel de esos actores que hicieron las películas y entiendo mejor por qué se mueven como se mueven y por qué hacen lo que hacen, ya que un traje te condiciona mucho. Veo a los actores y en cierto sentido puedo ponerme en su piel y valorar mucho más todo lo que veo. No todo está hecho por ordenador, sino que hay artesanos que han creado diseños y atrezo. Me gusta muchísimo la cultura maker (inspirada por Adam Savage y tantos Youtubers que me hicieron ver que todo se puede crear) y esa pasión por crear y recrear. Me fascina crear a partir de casi nada.
Estoy muy orgulloso de mis vídeos mandalorianos porque aprendí a base de Youtube y mediante ensayo y error creé el atrezzo de cine con objetos del chino y tiendas de bricolaje. ¡Si hasta construí un decorado a tamaño real de los pasillos de la Estrella de la Muerte, que me llevó seis meses construir, con tal de hacer un fan film para lucir el traje en acción! Es una tarea titánica para casi una sola persona, pero si tienes una meta y tiempo, casi todo se puede lograr. Por eso probablemente el vídeo del que estoy más orgulloso es Boba Fett: cómo hacerte el blaster mandaloriano orginal, porque combiné mi pasión por hacer mi propio fan film y por recrear un objeto de cine desde cero con decorados y efectos especiales… y yo mismo hice la inmensa mayoría de los personajes.
No creo que quisiera cobrar dinero por ello, pues no hay que mezclar los hobbies con el trabajo. El dinero crea obligaciones y uno ya tiene suficientes con las que se autoimpone.
A.L.: Te atreves con los drones y con vídeos en 360 grados. ¿Nos cuentas algún truco o consejo para quienes aspiren a ser un poco autodidactas?
C.M.: Con el dron pude volar, y aunque ya había practicado parapente y paracaidismo, en cierto sentido era más real con el dron porque controlaba y observaba, no como cuando haces parapente que estás a merced de los elementos y tu mayor preocupación es no matarte (aunque finalmente me sirvió como terapia de choque para superar el miedo a las alturas). Todos estos vídeos 360, 3D o de drones no son más que simuladores de experiencias para que los puedan vivir los demás.
Mi recomendación siempre es la misma, sea el proyecto que sea: visualiza qué quieres ver o conseguir, averigua cómo se puede hacer y después resuelve los problemas a medida que van surgiendo hasta lograrlo. Lo que sí que aconsejo es no estrellar tu dron contra un acantilado en mitad de la nada en Islandia y pasarte horas buscando los restos para poder reconstruirlo después. Sin embargo, estrellar mi dron me llevó a querer aprender a arreglarlo y ya de camino compartir cómo se hace, así que a medida que practicaba fui grabando y salió mi vídeo-tutorial más popular por ahora, con 43.000 visualizaciones. Muchas personas quieren entretenerse viendo contenido, pero muchas otras quieren aprender y ahí he ayudado a muchas personas.
A.L.: Me temo que por más que tratemos de romper el estereotipo, el frikismo y el sexo son indisolubles. ¿Sirven tus aficiones para hacer a los frikis más atractivos a los ojos de otros frikis o para que mantengan intacta su virginidad?
C.M.: Siempre he pensado que los primeros frikis eran los hinchas del fútbol que hacían su cosplay particular vistiendo la camiseta de su jugador favorito. No veo mucha diferencia entre llevar los colores del Málaga y los de Gryffindor de Hogwarts. Es cierto que los frikis siempre han tenido una connotación asexual y los hinchas del fútbol todo lo contrario. Dudo que los hinchas se “hinchen” tanto como la gente cree. Un cosplay bien hecho no se presta tanto a la actividad sexual como llevar solo una camiseta con un escudo de un equipo. Ver una convención con cosplay es como un safari por la sabana africana: no sabes qué especie de animal vas a ver, ni qué tribu vas a visitar. Me alucina todo lo que venga de la cultura maker y de la expresión social del orgullo personal.