El anuncio de la Anunciación
Hace tan sólo cuatro meses, Susana Díaz defendía que "en el PSOE primero toca el qué, y luego vendría el quién". Y aunque, oficialmente, ha cumplido con el guión, en la práctica otros han precipitado sus tiempos, esos que ella siempre dijo que nadie le condicionaría. Pero hace tanto que en el PSOE todo es líquido, que las palabras no iban a ser menos.
Total, al fin y a la postre, quién se acuerda ya de aquello de "los andaluces me piden por la calle que primero arregle esto", "no puedo defraudar a los andaluces y voy a cumplir con la palabra dada" o "mi pasión es Andalucía y el único tren que voy a coger es el de Andalucía".
Si es usted uno de ellos, olvídelo porque hoy todo ha cambiado, aunque muchos de los protagonistas sean los mismos pero aparezcan en escenas distintas. ¡Hay pocos que puedan soportar la hemeroteca!
El caso es que por fin Díaz ha resuelto su dilema, si es que a estas alturas alguien creía aún que lo tuviera. La decisión, los equipos y la estrategia estaban decididos hace meses, antes incluso de que Pedro Sánchez saliera por la puerta de Ferraz tras la exhibición de guerracivilismo del Comité Federal del 1 de octubre. "Tengo el apoyo del Ibex 35, de los principales grupos de comunicación y de la mayoría de los secretarios generales", contaba la pasada semana un socialista que le confesó ufana hace meses la de Triana.
El anuncio del anuncio corrió como la pólvora por los teléfonos desde primera hora del mismo domingo que Pedro Sánchez tenía previsto dar un mitin en Cádiz -con vídeo de apoyo incluido de la alcaldesa de París, la gaditana Anne Hidalgo- y Patxi López, en el municipio madrileño de Getafe. Será el 26 de marzo, en Ifema y rodeada de un nutrido grupo de secretarios generales, además de una colección de ex, entre los que Díaz quiere que estén Felipe González, Alfonso Guerra y Zapatero.
Toda una exhibición de historia política y orgánica tan sólo unas horas después de que la gestora presente a bombo y platillo la ponencia política que coordina Eduardo Madina y en la que colaboran más de 200 personas.
Será que el proyecto ya no es más importante que las personas, y que ya da igual que el quién desplace al qué. Si alguien cree que el eco del texto que a la dirección interina le ha llevado redactar tres meses dure más de 24 horas es que no conoce el PSOE ni a los socialistas. A partir del 26, no habrá más discusión que la que gire en torno a los candidatos y sus propuestas, salvo que Susana Díaz asuma como propia la redacción programática de la gestora y confirme así lo que es un secreto a voces: que plazos, equipos y ponencia se diseñaron a la espera de que a la presidenta de Andalucía le cuadraran los tiempos.
El momento parece que ha llegado. Y no porque las primarias estén ya convocadas o porque los otros dos aspirantes se hayan achicharrado por salir antes de tiempo al ruedo, como pronosticó el ejército "susanista". Si alguien empezaba a calcinarse ya era la propia Díaz con sus evasivas. Pedro Sánchez sigue llenando las plazas por las que pasa y Patxi López suma cada semana a su causa cuadros intermedios que no desean un regreso al pasado con el ex secretario general que llevó al PSOE a los peores resultados de su historia, pero a los que tampoco entusiasma la de Triana.
El vasco puede convertirse en el "voto refugio" de quienes pretenden evitar el temido choque de trenes y aunque, a priori, se especuló con que podía restar apoyos a Sánchez, hoy la mayoría cree que perjudica más a Díaz porque los fieles al ex secretario general están ya todos definidos. Y es por ello y por la incertidumbre que el silencio de Díaz había empezado a causar entre sus fieles lo que ha llevado a la presidenta de Andalucía a un reclamo tan exótico: el anuncio de que el 26 anunciará la Anunciación de su candidatura.
Díaz parte sin duda como favorita en la carrera, si bien hay una sensación de hostilidad entre las bases que la persigue desde el desgarrador Comité Federal del 1 de octubre porque a ella se le atribuye la responsabilidad última de la operación por la que unos días antes dimitió la mitad más una de la Ejecutiva de Sánchez.
Ajenos a las señales emitidas en Reino Unido con la elección de Corbyn o en Francia con Hamon, quienes apoyan Díaz están convencidos de que lo tiene todo para ganar: el favor de los principales cuadros y referentes del partido, el apoyo de gran parte del poder mediático y más de 20 años de experiencia en la fontanería del PSOE. Algo que también tenía Hillary Clinton para llegar a la Casa Blanca y un personaje tan estridente como tóxico llamado Donald Trump hizo que no le sirviera de nada.
En estos tiempos mejor no dar nada por sentado porque igual que, para millones de estadounidenses, Clinton era la epítome de un establishment al que consideraban desconectado de sus problemas reales, Díaz es entre las bases socialistas la candidata de las élites -y no sólo las del PSOE- y la que más se ajusta al patrón de los lugares comunes de los que en los últimos tiempos huyen las sociedades cada vez que se les ha dado voz.