El alcalde polaco que ridiculizó a Salvini: “No hablo con hipócritas”
“Es un insolente, no le debo ni respeto ni disculpas, ya le he dicho todo lo que le tenía que decir”.
Aunque no vaya a ir al frente, el alcalde de la ciudad polaca de Przemysl, Wojciech Bakun, ya no va ataviado en traje y corbata, sino de camuflaje. Su ayuda a 350.000 refugiados le convirtió en héroe para sus vecinos, pero saltó a la fama por ridiculizar al ultraderechista italiano Matteo Salvini. “No hablo con hipócritas”, dice.
Al alcalde no le “ha gustado nada” que Salvini haya hecho un viaje a Polonia para “hacerse la foto” en un centro de refugiados en su ciudad, uno de los principales puntos de entrada de personas desde Ucrania, y por eso protestó contra su presencia exhibiendo una camiseta con la imagen de Vladímir Putin, que el italiano lució en Moscú hace más de seis años.
El ultraderechista italiano no es de su agrado. “Es un insolente, no le debo ni respeto ni disculpas, ya le he dicho todo lo que le tenía que decir”, afirma con semblante serio, aunque sin molestarse por tener que comentar sobre una polémica que él mismo inició, instandole, como “petición personal para el señor Salvini”, a acudir a la frontera o un centro de refugiados con “esta camiseta” con el rostro de Putin.
“Después de todo lo que pasó desde 2014 (invasión de Crimea), Salvini seguía apoyando a Vladimir Putin, y eso me parece terrible. Esta guerra no ha empezado hace dos semanas, sino que se expandió. Salvini respaldó esta guerra un día, y unos años después dice que está con los refugiados. No lo veo”, explica, en una conversación en la estación de tren de Przemysl, desde la que decenas de miles de refugiados han partido hacia otras ciudades europeas.
Señaló que desde que empezó la llegada de refugiados ucranianos a Przemysl, él se reunió con varios políticos llegados desde Europa “para mostrar su solidaridad” y les dio “la bienvenida sin problema”. “Pero no hablo con hipócritas”, recalcó en alusión a Salvini.
Bakun, que explica a Efe la gestión de la llegada de refugiados, asegura dedicar “hasta veinte horas al día” a ayudar a los recién llegados y dirigirlos a otros lugares dentro y fuera de Polonia, pero instó a otras ciudades europeas a “hacer espacio y organizar un lugar para que esta gente pueda vivir una temporada más larga” porque en Przemysl “solo se quedan unas horas para descansar antes de seguir su viaje”.
Los “otros” refugiados
Sí algo comparte Bakun con Salvini es su diferenciación entre los ucranianos, a los que dan la bienvenida y con los que se solidarizan, y el “resto” de refugiados que llegaron en olas anteriores desde Oriente Medio y el Norte de África. Preguntado si los refugiados sirios, afganos o iraquíes atrapados entre Bielorrusia y Polonia son “diferentes” o menos merecedores de ayuda, su respuesta son preguntas.
“¿Son realmente refugiados esos que están en la frontera con Bielorrusia? Aquí veo cada día miles de personas huyendo de la guerra, lo que es desgarrador ¿ves alguna guerra en Bielorrusia? ¿Por qué será que la Unión Europea paga miles de millones de euros a Turquía y Grecia para mantenerlos alejados de la UE?”, cuestiona.
A diferencia de su aplaudido trato a los ucranianos, Polonia blindó el año pasado su frontera con Bielorrusia para repeler a migrantes procedentes de Oriente Medio, varios de los cuales murieron de frío y agotamiento en los bosques. “Los que están en Grecia y Turquía son los mismos que en la frontera con Bielorrusia, pero pagamos para mantenerlos en campos de refugiados alejados, o a Turquía para que no los deje venir”, ironiza, con una risa tensa.
Y pide poner el foco en la situación actual. “Hemos (Polonia) acogido ya a 1,4 millones, eso es mucho. En la última crisis de refugiados, toda Europa recibió en torno a 1 millón, pero eso llevó dos años, ahora solo llevamos dos semanas. Esto es una situación muy difícil para un país y necesitaremos ayuda de países europeos si esto sigue así y alcanzamos, no sé, 5 millones”, añade.
Además, cada día recibe entre 20 y 30 camiones de transporte de mercancías con ayuda humanitaria, sobre todo ropa, comida y medicinas. El equipo de Bakun divide sus esfuerzos entre ayudar a los que llegan huyendo de la guerra, y organizar el máximo suministro posible para las cinco ciudades con las que conecta Przemysl al otro lado de la frontera, en Ucrania.
Solo en los últimos cuatro días ha enviado 25 camiones de transporte de mercancías. “Soy alcalde de una ciudad de 60.000 personas y en dos semanas hemos apoyado a medio millón de refugiados y les hemos dado comida caliente, medicinas, higiene, carritos…hacemos todo lo que podemos como ciudad. No me interesa la política mundial ahora mismo”, afirma.