El aislamiento era esto: los italianos piden a los españoles que “se preparen”
A medida que aumentan los casos de coronavirus, España se fija más en la cuarentena de Italia: "Cuanto antes se haga, menos contagios habrá. Es el único modo".
3 de abril. Es la fecha que tienen marcada en sus calendarios todos los italianos. Hasta entonces —como mínimo— permanecerán cerrados no sólo centros educativos, cines y museos, sino también bares, restaurantes, peluquerías y cualquier otro local que no ofrezca productos de primera necesidad, como farmacias, supermercados y gasolineras. Lógicamente, los ciudadanos deberán evitar salir de sus viviendas de no ser estrictamente necesario. Y, aunque a algunos les costó al principio asumir esta responsabilidad, el país se ha convertido estos días en territorio fantasma por un buen motivo: frenar la epidemia de coronavirus.
El hashtag #iorestoacasa [yo me quedo en casa], acompañado de imágenes y frases para animar a la gente a mantenerse en aislamiento, se ha impuesto al #Milannonsiferma [Milán no se cierra], lema que (tristemente) popularizó en Instagram el alcalde de Milán, Beppe Sala, a finales de febrero, cuando ya había más de mil personas infectadas y casi una treintena de muertes en su región, Lombardía, la más afectada del país.
El 2 de marzo, once municipios del norte de Italia fueron identificados como los epicentros de los dos principales grupos de infección y puestos en cuarentena. Fue lo conocido como zona roja: nadie podía entrar ni salir de ellos. El 8 de marzo, el primer ministro, Giuseppe Conte, declaró zona protegida a toda Lombardía y a otras 14 provincias del norte, poniendo a más de una cuarta parte de la población nacional (aproximadamente 16 millones de personas) bajo cuarentena, medida que el día siguiente fue extendida a todo el país. Dos días más tarde, el miércoles 11 de marzo, anunció además el cierre de establecimientos comerciales en toda Italia.
Y España no deja de mirar de reojo al país transalpino. Con más de 3.000 personas infectadas —la mitad en Madrid— y casi un centenar de muertes, España es el segundo país de Europa más afectado por el virus, y son muchos los que se preguntan no tanto si vamos a llegar a la situación de Italia, sino cuándo. El ex primer ministro italiano Matteo Renzi ya advirtió a las autoridades españolas de que fueran tomando nota y científicos como Simone Tagliaterra, de la parte italiana, y Miguel Hernán, de la parte española, piden que el aislamiento se haga extensivo al resto de países vecinos, pero que se haga cuanto antes.
“La manera más efectiva de ralentizar la transmisión es hacer lo que ahora está haciendo Italia, pero empezar a hacerlo en fases anteriores previas de la epidemia. Tenemos que aprender de la experiencia italiana para actuar contundentemente lo antes posible”, defendía Hernán, catedrático de Epidemiología de la Universidad de Harvard, en una entrevista con El HuffPost.
Varias localidades de Cataluña ya han sido clausuradas y Madrid ha anunciado que cerrará todas las terrazas de la capital a partir de este viernes. A la espera de lo que decidan nuestras autoridades con el resto del país, los españoles podemos empezar a hacernos a la idea de que, como dicen los hashtags —eso sí ha llegado—, para #frenarlacurva hay que quedarse en casa, al menos en las zonas más afectadas. De momento podemos tomar ejemplo de los italianos, que ya no salen a tomar el aperitivo, lo que en nuestra jerga y cultura serían esas ‘cañas’ o ‘raciones’ de tarde noche.
Luca Ciriello, director y productor de cine, vive confinado en casa de sus padres, en Nápoles, al sur de Italia. Y da fe de que no es el fin del mundo. “Aquí está todo tranquilo. Estoy en casa de mis padres porque ellos son mayores de 70 años y no pueden salir. Así que salgo yo a hacer la compra, con mascarilla. Hago la compra y vuelvo a casa”, explica.
“Es normal que a uno le dé miedo, pero son cosas que pueden pasar. No hay que lamentarse por no poder salir. En realidad será cosa de un par de semanas. En China la cosa está mucho mejor ya. Creo que sólo es cuestión de tiempo”, anima, optimista, aun sabiendo “que hay gente muy inconsciente, muy ignorante, que dice que todo le da igual y entonces contagia a todo el mundo”. En principio, esto ya no ocurre en Italia, pero Luca no puede dejar de pensar que el sur de Italia permaneció mucho tiempo libre de contagios, “pero el domingo pasado dejaron bajar dos trenes del norte, con gente del sur que trabajaba allí. Y no tenían que haberlo hecho”, opina.
Aun así, su ciudad “es más segura, no hay muchos casos”. “Pero de todas maneras vivimos encerrados en las casas, todo está cerrado desde el lunes”, aclara. El cineasta insiste en que no hay que dramatizar, simplemente seguir las recomendaciones a rajatabla. “Sobre todo al principio, la gente no se lo tomó muy en serio y seguían saliendo a hacer el aperitivo y tal, sobre todo en el norte. Es terrible. Porque allí hay muchísimos contagiados”, cuenta. En el sur temen ahora que se propague también por su región, “y aquí no tenemos ni el dinero del norte, ni los hospitales”, recalca Ciriello.
“Por mi parte, me quedo en casa. Como trabajo mucho con el ordenador, por ese lado no tengo problema. Hemos paralizado todas las grabaciones y cancelado las presentaciones. Se han perdido muchas cosas, también a nivel económico, y eso es una mierda. Pero mientras tanto estoy editando un documental que hice en Sri Lanka. Así que justo me viene bien estar en casa concentrado. Es un poco aburrido, estoy yo solo, no veo más que a mi papá y a mi mamá. Pero mis amigos están igual, nadie sale de casa. Y eso es lo que hay que hacer, porque te puedes contagiar y, sobre todo, las personas mayores pueden morir”, explica.
La situación de Paolo Costa, veterinario recién graduado, es similar, pero en el norte, en Lombardía. Él vive con sus padres en Cuggiono, un pueblo de unos 8.000 habitantes a 35 kilómetros de Milán. “Aquí estamos en el sofá mi madre y yo”, responde al coger la llamada de El HuffPost. “Es aburrido”, reconoce, “pero siempre se encuentra algo que hacer”.
Su madre, Nieves Velasco, española con más de media vida en Italia, se lo toma con con algo menos de filosofía. “Llevo tres semanas en casa, más las que me queden. Estoy más que harta, pero no tenemos más remedio”, dice. Y añade: “Creo que en Madrid está pasando como aquí, preparaos”.
Sus “tres semanas en casa” se deben a que encadenó un catarro con este período de aislamiento. Pero Paolo y ella se las apañan. Roberto, el padre, sigue yendo a trabajar, ya que su fábrica no está cerrada, aunque les obligan a cumplir unas estrictas normas de seguridad. “Menos mal. Si no, los tres en casa. Aiuto!”, bromea Nieves.
Eugenio y Marina Volpato, de Marostica, en la región norte del Véneto, también siguen yendo a trabajar, ya que tienen una gasolinera que, “de momento”, no ha cerrado. “Al parecer es un servicio de utilidad pública”, señala Gloria, su hija. “Literalmente les pilla a siete minutos de mi casa, así que por eso no hay problema. Pero, obviamente, va muy poca gente. Los días son muy tranquilos”, explica.
Gloria vive en Londres, donde (todavía) no se habla de cuarentena, pero sabe bien lo que es por sus tres hermanas, que son estudiantes universitarias en Italia. “Cuando cerraron la universidad y dijeron que no se podía salir de las provincias, se tuvieron que volver a casa, desde donde siguen las clases en remoto”, cuenta. “Se están quedando en casa todo lo posible y todo les parece muy surrealista. Mi pueblo es muy pequeño [14.000 habitantes], así que pasan juntas los días y dan una vuelta por el campo, poco más”.
Cada vez hay más gente convencida de que “la medida más eficaz es aislar a todo el mundo y no permitir que salgan”. “Porque incluso las personas asintomáticas pueden transmitir el coronavirus. Si uno piensa que está bien y no sabe que tiene el virus, es incontrolable que salude dando la mano, por ejemplo”, explica Paolo, que vaticina que “antes o después, en Madrid acabará ocurriendo lo mismo”. “Y quizás en toda España”, dice. “Si no se toman estas medidas, el virus es incontrolable”.
“En mi pueblo no sale nadie a la calle”, asegura. “Miro por la ventana y, como mucho, veo a una persona paseando al perro. Lo único que he salido estos días [desde el domingo] es a dar un paseo por el campo con mi madre, y a veces te cruzas con alguien, pero van personas solas o en pareja. Me han dicho que algunos grupos de niños salen al parque a jugar, pero yo no les he visto”.
Cuando se le pregunta cómo se las arreglan para hacer la compra, Costa admite en su casa “ha habido debate”. “Las tiendas alimentarias están abiertas, pero no dejan entrar a todo el mundo a la vez. Por ejemplo, salen tres personas y entran otras tres. Desde el domingo, cuando la región pasó a ‘zona protegida’, no he ido a comprar”, explica.
Paolo Costa reconoce que antes de que se impusiera el aislamiento por norma, la gente no se lo tomaba tan en serio. “Uno pensaba: para qué voy a quedarme yo en casa si todo el mundo sale”, admite. Ahora cree que Italia ha aprendido la lección y “puede dar ejemplo al resto de países”. “Cuanto antes se haga, menos casos habrá. Es el único modo”, sostiene.
Sus consejos a los españoles: “No salgas mucho, ve a dar un paseo, no vayas a tomar el aperitivo, como hicieron muchos aquí. Puedes ver a tus amigos, pero en alguna casa. Aunque, claro, eso sólo si tus amigos están cumpliendo lo de no ir a sitios con grandes aglomeraciones”. “Antes nadie lo entendía. Es normal que a los españoles ahora también les pase”, reconoce. Luca Ciriello coincide: “Mucha gente no lo entiende y sigue haciendo su vida. Pero el problema se verá dentro de diez días. Por eso lo mejor ahora es quedarse en casa dos semanas y esperar a que se solucione todo”.
Ciriello tampoco tiene duda de que esta situación va a traspasar las fronteras de Italia: “Entiendo que en España va a pasar lo mismo. Pero no hay que tomarlo con drama o con miedo, no hace falta correr a los supermercados. Simplemente hay que actuar de esta manera. Hay que evitar los contagios no ya por las muertes, sino porque en los hospitales no tienen dónde ni cómo atender a esta gente”.
Costa corrobora que “el mayor problema ahora es con las camas de la UCI”. Algo que, por otro lado, en España también empieza a sonarnos. “Ya están derivando a personas de Milán a otros hospitales. Porque, claro, la gente no sólo está enferma de coronavirus. También se ha habilitado algún hospital militar y algunos gimnasios con camas”, apunta.
El mensaje de ambos es claro: “Esperemos que en unos días bajen un poco los contagios. Dentro de dos semanas se verá si las medidas han tenido efecto. Y, si lo hacemos bien, a finales de abril habremos pasado casi todo”.