El agua empieza a cotizar en Wall Street, ¿debería preocuparme?
Los derechos del uso del agua en California cotizan desde esta semana en el mercado de futuros.
El agua es un recurso esencial para la vida. Y desde esta semana empezará a serlo también para la Bolsa. Su cada vez más alarmante escasez en el planeta ha llevado a que ya no solo sea un elemento básico para la supervivencia, sino también un activo financiero. Su precio ha empezado a fluctuar como lo hacen el petróleo, el oro y el trigo.
El cambio climático ha afectado a la disponibilidad de este bien. El uso global de agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años, según el informe mundial de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos. La ONU calcula que unos 2.200 millones de personas no tienen acceso a agua potable.
Precisamente, este difícil acceso a un bien tan preciado explica que el agua se haya convertido en un activo bursátil. Los derechos del uso del agua en el Estado de California cotizan desde este lunes 7 de septiembre en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street.
El Nasdaq, la segunda Bolsa de valores de Estados Unidos, lanzó hace dos años el índice Nasdaq Veles Califonia Water Index, cuyo código bursátil (ticker) es NQH2O. Este índice se forma a partir de los precios de los futuros del agua en cinco principales cuencas fluviales de California.
La cotización del agua en su día de estreno se situó en 486,53 dólares por acre-pie. Esta medida de volumen se utiliza habitualmente en Estados Unidos y equivale a 1.233 metros cúbicos.
Gracias a este índice, se puede saber que el precio del agua en este territorio de Estados Unidos se ha duplicado en el último año. Todo parece indicar que el cambio climático, las sequías y el crecimiento demográfico sigan elevando el precio en los próximos años.
Los mercados de futuros son diferentes a los reales
El agua no es el primer bien de primera necesidad que cotiza en Bolsa. Los mercados de futuros ya cuentan con otros alimentos como son el trigo, la soja y las naranjas, entre otros.
“El primer lugar donde ha empezado a cotizar el agua ha sido en California y todo apunta a que se extenderá por el planeta, como ya ocurrió con la cotización de los alimentos. No empezaron todos de golpe a estar en los mercados financieros, sino que fue paulatino. El primer paso lo acabamos de dar”, señala Luis González Reyes, doctor en ciencias químicas y portavoz de la organización Ecologistas en Acción.
En realidad no es el agua lo que ha salido a Bolsa, sino los derechos de uso. “Todos los países reconocen el agua como un bien de dominio público, pero se establecen derechos privativos de usos exclusivos, que tienen que ver con la posibilidad de extraer agua. Se generan mercados formales de estos derechos de uso y de aprovechamiento de agua”, ha explicado Gonzalo Delacámara, director del departamento de Economía de Agua del Instituto IMDEA Agua, en la Cadena SER.
A diferencia de lo que ocurre en los mercados corrientes —llamados spot— donde se realizan transacciones inmediatas, los mercados de futuros no realizan ventas al momento. Los compradores no se llevan el producto en su carrito tras hacer la compra como cuando uno va al supermercado, sino que el producto se recogería más adelante.
Un contrato de futuro es un contrato de compraventa aplazado en el tiempo, en el que se pacta previamente el precio y el momento de la compra. Las operaciones se basan en la adquisición de derechos sobre una cantidad de agua en un futuro a un precio fijo.
“Un productor plantaba trigo, pero no sabía cómo iba a evolucionar el precio durante el próximo año. Los futuros servían para asegurar un precio mínimo, ya que se cerraba un precio por adelantado. Esa era la lógica inicial. Bajo esa lógica, ayudaban a estabilizar los precios”, asegura González Reyes.
El caso del agua es un poco peculiar. “Este índice no implica la obligación de suministrar el agua en el futuro, que es lo que sucede con índices parecidos como el petróleo o el maíz. En este caso, solo proporciona una información, una certidumbre o una transparencia sobre cómo van a ser los precios del agua”, explica Alexandre Muns, profesor de OBS Business School y exasesor del presidente del Banco Mundial.
De hecho, los derechos de uso del agua ya se vendían anteriormente en California, al igual que ocurre en otros países, solo que esas ventas no se hacían en la Bolsa.
“Existía un mercado de compraventa de derechos de suministro de agua a corto plazo. El consumo diario de agua de California es el 9% del total de Estados Unidos. El sector agrícola ya es el que compra más derechos de uso de agua a otros municipios o granjeros que calculan que no van a necesitar ese excedente”, explica Muns.
Objetivo: estabilizar los precios
Algunos expertos señalan que esto ayudará a que se utilice el agua de manera más eficiente. Los nuevos contratos permitirán una mejor gestión del riesgo asociado a la escasez del agua y realizar una mejor correlación entre oferta y demanda en los mercados, señalan desde la compañía de mercados financieros CME Group.
“Se está planteando como un instrumento para que los agricultores, los granjeros, la industria y los consumidores en el Estado de California tengan una certidumbre sobre lo que va a costar el agua. Allí hay años de sequía en los que sube el precio del agua, señala Muns.
Esta lógica de los mercados de futuros no siempre se cumple. Los vendedores son los productores de un producto, por ejemplo, la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) venden petróleo. Sin embargo, los compradores no suelen ser personas interesadas en utilizar ese petróleo, sino grandes compañías y, por supuesto, los fondos de inversión.
“El 98% de las operaciones en los mercados de futuros de alimentos se hacen por especulación. Los inversores no quieren trigo, sino que quieren ganar dinero. Al final se empiezan a realizar cambios en los precios de esos futuros que no tienen nada que ver con la mayor o menor demanda”, apunta González Reyes.
El problema es la especulación
Existe un preocupación por parte de los expertos de que el precio de cotización del agua en los mercados de futuros pueda afectar al precio real que tienen que pagar los consumidores por este producto.
“Estos mercados no son para aumentar la eficiencia. Estos mercados estaban prohibidos incluso para los alimentos y para los grupos financieros, que no entran a gestionar alimentos, sino a gestionar beneficios especulativos”, asegura el economista Pedro Arrojo, relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, en la Cadena SER.
“Los mercados financieros ya tienen muchos instrumentos para especular, como las acciones, la deuda de los países o el petróleo, no necesitan otro elemento más. Si se plantea y se hace bien como un elemento de previsión para que funcione bien el suministro de agua, no me parece mal”, apunta Muns.
Así ocurrió en la anterior crisis económica, cuando la especulación disparó los precios de los alimentos. “En 2008, la gran banca decide invertir en 320.000 millones de dólares en la especulación de los alimentos. El trigo pasa de cinco dólares a 25 dólares en apenas unos pocos años. No por competencia, sino por un fenómeno especulativo”, cuenta Arrojo.
Este crecimiento desorbitado de los precios generó un problema de desabastecimiento en algunos países, que sería uno de los factores que originó las revueltas conocidas como la Primavera Árabe.
Otro ejemplo más cercano sobre la influencia de los mercados de futuros en el precio real de los productos tuvo lugar la pasada primavera, cuando el petróleo cotizó en negativo.
Los contratos de futuros de barriles de crudo de West Texas Intermediate (WTI), utilizado como referencia en Estados Unidos, nunca habían caído por debajo de los 10 dólares. El pasado 20 de abril llegaron a cotizar en los menos 40 dólares por barril.
“Esta primavera, durante el confinamiento, se produjo un hecho insólito: el futuro del petróleo llegó a estar en números negativos. El precio del petróleo real se vio influido por ese precio negativo de los futuros. No eran los futuros lo único que influía, pero estaba ahí”, recuerda González Reyes.
Un desplome del precio que estuvo motivado porque los tanques estadounidenses no tenían capacidad para almacenar más crudo y se había desplomado la demanda por la pandemia del coronavirus.
¿Podría ocurrir lo mismo con el agua? Ese es el gran temor. “Esto podría suceder a la inversa en el agua. Si el precio de los futuros en el agua creciera mucho, podría acabar repercutiendo en el precio del agua”, señala González Reyes.
Así lo cree también Pedro Arrojo, que antes de su cargo en la ONU era profesor de economía en la Universidad de Zaragoza y también fue diputado de Podemos en Zaragoza.
“El agua no es como la madera, cuyos usos son sustituibles por dinero. No es lo mismo el agua que necesita una persona para vivir, que el que se utiliza para llenar una piscina. El agua no se puede administrar a través de la Bolsa”, lamenta.