El actor Roberto Álamo confiesa lo que llegó a hacer tras estar nueve meses sin trabajo
"Necesitaba dinero como fuera".
El mundo del cine no siempre es fácil para muchos actores, la falta de trabajo durante un tiempo prolongado es muy común y muchos se ven obligados a tomar medidas para poder salir adelante. Este fue el caso de Roberto Álamo que, aunque él mismo considera que ha tenido la suerte de poder trabajar como actor, lo ha llegado a pasar bastante mal económicamente.
Álamo es un conocido actor español que ha trabajado en series de gran éxito nacional como Estoy vivo o La reina del pueblo y en películas como La piel que habito o Que Dios nos perdone. No obstante, ha llegado a pasar por temporadas bastante duras en las que no recibía ninguna oferta y no contaba con un buen colchón económico.
El tema surgía durante una entrevista con Pablo Motos en El Hormiguero, cuando el presentador preguntaba por qué estaba mal visto que en profesiones como la de actor o actriz se trabajara por dinero. Roberto Álamo confesó que lo primero que miraba a la hora de aceptar un papel no era la calidad o si le gustaba más o menos, sino la cuenta del banco.
El actor siempre ha mirado por mantener a su familia, aunque un proyecto pueda parecerle bastante “flojo”. “Esto no es Hollywood, no vives toda tu vida de un papel”, afirmaba Álamo. Aunque ahora está en una racha buena, no siempre ha sido así y confesó que incluso se le llegó a ocurrir poner su Goya a la venta en Wallapop para salir adelante.
“He llegado a poner el Goya con un fondo rojo de terciopelo para venderlo en Wallapop, que luego menos mal que no lo vendí, porque me enteré de que no se puede”, confesó el actor. Después de nueve meses sin trabajar recurrió a esta opción, aunque finalmente no llegó a venderlo. “No pedía una cantidad excesiva por él”, puntualizó.
Además de vender su primera estatuilla, también valoró la opción de volver a trabajar en la hostelería e incluso llegó a preparar algún currículum para empezar a buscar trabajo de otra cosa que no fuera actor. Finalmente recibió una llamada que le permitió volver a aquello que realmente le apasionaba y unos años después conseguiría su segundo Goya con la película Que Dios nos perdone.