Por qué 'Drive my Car' debe ganar el Oscar a la Mejor película y por qué no
Ryûsuke Hamaguchi adapta, en cerca de tres horas, un relato de 40 páginas de Haruki Murakami.
Hay gente que se entiende sin pronunciar palabra. Las personas no siempre son lo que parecen y las palabras se las lleva el viento, viene a decir el director independiente Ryûsuke Hamaguchi en Drive my Car, nominada al Oscar a Mejor película y, curiosamente, también a Mejor película internacional —como ya ocurrió con Parásitos, que ganó ambos—. Al final, el mensaje del cineasta japonés es que la gente se relaciona principalmente por las emociones. Por eso se apoya en que muchos de los personajes hablen lenguas diferentes.
“Las palabras a veces nos confunden, no siempre resultan precisas, así que mis personajes interactúan más a través de sus cuerpos y de las emociones que transmiten”, reconocía el nipón en el número de febrero de Fotogramas. Los cuerpos también cobran importancia porque, al fin y al cabo, el teatro es un personaje más en esta película.
Tras perder a su mujer —y previamente a su hija—, algo que aún no ha podido superar, Yusuke Kafuku acepta un trabajo para montar la obra Tío Vania (del dramaturgo ruso Antón Chéjov), para el festival de Hiroshima, en el que conoce a la reservada Misaki, su chófer, que tiene la misma edad que tendría su hija. Ambos acaban conectando por su pasado similar, traumático.
Son cerca de tres horas basadas en un relato de corto, paradójicamente de 40 páginas, de Haruki Murakami, aunque tres horas necesarias para crear la intimidad que surge en un coche entre dos personajes que apenas hablan, pero logran crear un vínculo, y algo así solo ocurre a un ritmo pausado.
Ryûsuke Hamaguchi ha añadido historias al relato de Murakami otros de sus volúmenes también incluido en su colección de cuentos Hombres sin mujeres, después de consultarlo con el escritor, como el de Sherezade.
Y ha acertado con su visión de la historia: su Drive my Car es una de las mejores películas japonesas de la historia, según el ránking de Filmaffinity, además de haberse coronado como la Mejor película de habla no inglesa en los BAFTA y en los Globos de Oro y el mejor largometraje para la Asociación de Críticos de Los Ángeles.
Por qué SÍ debe ganar el Oscar a Mejor película
1. Por el clima de intimidad que se crea en un viaje en coche en el que los ocupantes apenas cruzan palabra, aunque acaba siendo una especie de confesionario.
2. Por todo lo que es capaz de decir con los silencios. Aquí, el silencio habla más que nunca.
3. Por su melancolía y sensibilidad.
4. Por su elegancia narrativa.
5. Porque no le ha ido tan mal a algún otro road movie, si se tiene en cuenta que Green Book ganó el Oscar a la Mejor película en 2018.
6. Por su diversidad lingüística (japonés, coreano, inglés y lenguaje de signos). El elenco de los personajes de la obra teatral es políglota.
7. Porque visualmente no tiene desperdicio.
8. Por su manera de tratar la falta de comunicación, la pérdida —que une a ambos protagonistas—, la memoria, el miedo, la culpa, la capacidad o incapacidad de perdonarse a uno mismo o la soledad.
9. Por cómo aborda la infidelidad (a la vez, como un refugio al dolor y como una losa que pesa mucho).
10. Por la presencia de la difunta mujer del director teatral a través de voz, grabada en una cinta de una lectura de la obra que escucha una y otra vez. Algo que cobra mucha importancia en la historia.
11. Por cómo trata el erotismo.
12. Por su poética.
13. Por cómo es capaz de entrelazar las emociones sin empachar.
14. Porque aporta nuevos escenarios y personajes respecto al relato original.
15. Por su monólogo final.
16. Porque ganó el premio a Mejor guion en el Festival de Cannes y estuvo nominada a la Palma de Oro.
17. Porque su nominación al Oscar a Mejor película y también a Mejor película internacional ya es un gran triunfo.
18. Porque, como dice The Guardian, “es una experiencia fascinante y exaltante”.
Por qué NO debe ganar el Oscar a Mejor película
1. Por su lentitud en ocasiones. Hasta los créditos tardan en aparecer una buena y extensa cantidad de minutos.
2. Porque alarga los ensayos teatrales y a veces los monólogos carecen de interés.