¿Dormir o no dormir con mi mascota? He ahí la cuestión
Amigo fiel y compañero de cama.
Para muchos dueños de perros y gatos (o conejos de Indias, o cobayas, o un largo etcétera), ese amigo fiel es también un compañero de cama perfecto. No les importan los lametones, el olor, el calor, ni tampoco los pelos que pueda soltar el animal. Eso por no hablar de las enfermedades que puedan (o no) transmitir.
En España, el 14% de los perros y el 33% de los gatos duermen en la cama con sus dueños, según una encuesta realizada por Houzz en 2015. Una cifra, que según este mismo estudio, se queda corta frente a Países Bajos o EEUU, en los que la media de perros que descansan en el mismo lecho que sus dueños llega al 40% y la de los gatos, al 60%.
A pesar de lo común que resulta, aún son muchos los que se preguntan si es peligroso para la salud e incluso si puede repercutir en la calidad del sueño. Los veterinarios coinciden en que tiene sus pros y sus contras. A partir de ahí, cada uno es libre de decidir.
“Dormir con tu mascota es una opción como cualquier otra, pero está demostrado que reduce la frecuencia cardiaca y la presión arterial del dueño”, señala Jaume Fatjó, veterinario especialista en medicina del comportamiento de animales de compañía. “Esto hace que pueda favorecer a algunas personas a conciliar el sueño”, detalla el experto.
Además, este contacto tan cercano con el animal aporta cierta seguridad personal a algunos propietarios. Dormir con animales produce “bienestar emocional”, según un estudio publicado en la revista Multidisciplinary Journal of The Interactions of People & Animals en 2014. A esto se suma que “funciona como una manta eléctrica” y da el calor necesario para conciliar el sueño (en invierno).
Los principales detractores de esta práctica usan como argumento la higiene, sobre todo si la mascota sale a la calle a diario. Sea o no así, cualquier animal tiene parásitos o enfermedades propias, conocidas como zoonosis, que pueden transmitir a los humanos.
Entre ellas se incluyen las infecciones provocadas por bacterias como la Pasteurella multocida, que provoca en los humanos dolencias como la neumonía. También las provocadas por parásitos, como las garrapatas o pulgas, o enfermedades como la rabia. En todos estos casos, el riesgo de contagio es bajo, pero puede ser todavía menor si las mascotas pasan estrictos controles veterinarios de manera periódica y tienen las vacunas en orden.
En cualquier caso, dormir con tu mascota no es lo peor. Hay comportamientos mucho más aceptados como tocar al animal y no lavarse las manos o dejarse lamer por él que pueden aumentar el riesgo de contagio de enfermedades más que compartir cama, según un estudio de la Universidad de Kansas (EEUU) publicado en American Journal of Veterinary Research.
“Además, en el caso de los perros o animales que salgan a la calle, habría que limpiarles muy bien las patas cuando vuelven a casa y nunca meterlos debajo de las sábanas para dormir”, recomienda Lázaro, que lo compara con meter en la cama un “niño con el abrigo sucio de la calle”.
“Lo más recomendable es que si duermen en la cama, lo hagan sobre el edredón y no entre las sábanas. También habría que intentar que lo hagan a los pies, y solo hacerlo si son perros pequeños”, recalca.
Fatjó añade que ,”si el perro y el dueño están sanos, compartir cama no debería entrañar ningún problema”. Solo debería ser motivo de preocupación si la persona tiene algún tipo de alergia, enfermedad dermatológica o asma, ya que según la Fundación estadounidense de asma y alergias, dormir con animales empeora su dolencia. “Es una cuestión de sentido común”, señala Fatjó, que coordina la Cátedra Affinity de Animales y Salud.
El gran riesgo es que el animal se asuste y arañe o muerda, lo que puede provocar que el dueño contraiga enfermedades infecciosas asociadas a estos animales domésticos. En este caso, el grupo de riesgo lo componen niños pequeños, mujeres embarazadas y pacientes inmunodeficientes. Otro de los riesgos que entraña dormir con la mascota es que aumenta la posibilidad de que un bebé sufra el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), según la Clínica Mayo. “Todo lo que sea robarle espacio y darle demasiado calor no le va a venir bien al bebé”, señala Fatjó.
El otro problema de salud que se plantea tras la pregunta de dormir o no con un animal es si alteran los ritmos del sueño. Los expertos lo tienen claro. “Dormir con un animal no influye en la calidad del sueño”, cuenta Fatjó, según el cual no hay que hacer caso de los estudios que afirman que los perros se ven intimidados por la presencia de alguien en lo que creen que es su territorio (la cama).
“Lo del líder de la manada es una teoría que ya se rebatió porque los perros no tienen ese instinto”, detalla. Por su parte, Lázaro recuerda que, como cualquier animal, se mueven por la noche, roncan… Algo que puede pasar con otro compañero de alcoba, igual que las molestias si abarca demasiado espacio porque es grande. “A veces son los propios animales los que se marchan y prefieren dormir en el suelo, especialmente en verano”, indica Fatjó.
A la hora de compartir cama, los felinos son mucho mejores compañeros y, en eso, la higiene tiene mucho que ver. Los gatos no suelen salir a la calle, por lo que no tienen apenas suciedad. “Entre los lavados que se hacen ellos mismos, la desparasitación y las vacunas pertinentes, los gatos no tienen tantos agentes bacterianos”, indica Lázaro.
El veterinario también recuerda que la capacidad de educación y control que se tiene sobre un gato no tiene nada que ver con la de un perro: es mucho más limitada. ”No puedes evitar que se suba a la cama, a los muebles y adonde él quiera. Es normal que la gente lo tenga en la cama para dormir”, explica. “En ese caso, establecería una barrera por encima de las sábanas, igual que con los perros”, recomienda el experto.
Los más pequeños de la casa son los que suelen tener más apego a las mascotas, por lo que es normal que quieran dormir con ellas. Los expertos coinciden en que lo mejor es apelar al sentido común: nunca si los niños son demasiado pequeños. “Igual que dormir con un adulto. Le puede hacer el mismo daño si es un bebé y comparte cama con alguien de mayor tamaño”, apunta Fatjó.