Don Yorrío y Don Yonó
Por un lado estaba Don Yorrío. Un tipo estupendo. Caía tan bien a la gente que parecía tener un imán para los amigos. Siempre estaba de buen humor y hacía la vida feliz a los demás. Era muy fan de los monólogos y, cuando acudía a una actuación de un monologuista, lo hacía con una predisposición absoluta a reírse. Y ¿qué acababa sucediendo? Que se terminaba desternillando de risa.
Y después estaba Don Yonó. Cuando hacía un esfuerzo, tenía cara de velatorio. El resto del tiempo, la tenía de funeral.
Un día escuchó que venía a su ciudad el que era reconocido como el mejor monologuista del mundo. Los carteles que anunciaban su show rezaban: «Te hará reír, lo quieras o no. Nadie se le resiste». Don Yonó decidió asistir, sólo para conseguir demostrar que él sí se le resistiría.
Entró con toda la determinación de evitar reírse. Quería saber si el que tendría la razón era él o el cartel. Por supuesto, ganó él.
Sólo que había un problema.
En realidad, no ganó nada. Más bien, perdió.
Hay una cosa de la que Don Yorrío era conocedor y Don Yonó, no: que si asistes a la función de un humorista, que tú te rías no depende deél, sino deti. La condición número uno para que el objetivo de que tú te rías se cumpla ¡es que quieras hacerlo! Él puede hacerte reír, pero sólo con tu predisposición. Es menos una cuestión de su gracia y más una cuestión de tu actitud.
Esta historia, sin la parte graciosa, representa el tipo de mentalidad que yo exijo a todas las personas que pasan las pruebas de ingreso a 8Belts y acaban formando parte del 8Team (nombre afectivo con el que nos referimos a los empleados en mi empresa). Lo más o menos bonita que sea su experiencia en 8Belts no depende ni del CEO (consejero delegado), ni del resto de los directivos, sino de cómo de bonita decida hacerla cada uno de ellos. Este es mi mensaje para ellos:
Los que me conocen saben que el mayor pecado que se puede cometer en el 8Team es el de pensar: «a ver qué hace 8Belts con respecto a este problema» en lugar de «a ver qué hacemos el 8Team para resolverlo». Mi gran obsesión es conseguir que nunca nadie en el equipo deje de entender que dejar una enorme huella como empresa en este mundo no depende de las grandes decisiones que tome yo una vez al año, sino de las pequeñas que tomen ellos a diario.
#LaInteligenciadelÉxito
Una empresa tiene éxito cuando sus empleados entienden que el éxito no está
en la empresa. Está en sus mentes.
@Anxo
Aunque no soy proclive a incluir citas, esta es la única excepción que haré en todo el libro. Es una de mis citas preferidas de todos los tiempos, pronunciada por John Fitzgerald Kennedy durante su discurso de investidura como presidente de Estados Unidos y representa la fórmula que construye grandes países (y grandes empresas):
«No preguntes qué es lo que tu país puede hacer por ti; pregunta qué es lo que puedes hacer tú por tu país».
Si sólo contase con una bala comunicativa para elevar la inteligencia del éxito de un equipo de empleados, esta es la que usaría: