Dolors Bassa: "No me arrepiento de nada, pero sabiendo las consecuencias no repetiría el referéndum"
Entrevista con la exconsellera en el cuarto aniversario del 1-O.
BARCELONA.- La exconsellera Dolors Bassa (Torroella de Montgrí, Girona, 1959) leyó 630 libros en prisión, “uno cada dos días”, y empezó un máster en filosofía y mundo contemporáneo que multiplicó su interés por el medio ambiente y la inteligencia artificial. Tres meses después del indulto de Pedro Sánchez a una condena de 13 años por sedición y malversación, esta psicopedagoga, que fue dirigente de UGT antes que política y consellera de Trabajo, Familia y Asuntos Sociales, disfruta de “cada momento” de libertad, incluso de abrir la puerta por la mañana al despertar, y afronta el cuarto aniversario del referéndum del 1 de octubre convencida de que ella, ahora, no volvería a hacer las cosas igual que en 2017.
¿La pandemia hizo más dura aún la vida en prisión?
Sí, durante el confinamiento no podíamos recibir visitas ni tan siquiera realizar actividades como ir a la biblioteca o hacer deporte. Eso acentuó más aún la rutina de despertarte cada día a la misma hora, no poder abrir la puerta, comer lo mismo… Salíamos un rato al patio por turnos y ya está. Si no tienes alguna actividad mental, te vas hundiendo cada vez más. Para mí leer fue la válvula de escape.
En alguna entrevista ha dicho que algunas de las reclusas estaban ahí por delitos cometidos después de sufrir violencia de género.
Sí, muchas de ellas. Cuesta que expliquen el delito, pero cuando se abren, te das cuenta de que han sido víctimas de la sociedad y muchas veces de la violencia de género. Dos o tres que mataron a su pareja, decían: “O en la cárcel o muerta”. Incluso una de ellas que había acuchillado a su marido ocho veces. No es excusa para hacer lo que hicieron, pero sí que ves que si la situación se hubiera detectado antes, no habría acabado así probablemente.
¿Y qué decían cuando veían a alguien como usted?
Cuando llegamos a Madrid se había hablado mucho de nosotras en la prensa y se nos presentaba como a personas violentas. Ellas se quedaron muy sorprendidas y una vez, en la cola del economato, una reclusa gritó: ”¡Viva España!” y otra le respondió: “Déjala, que es de las nuestras”. Toda la gente que encontré en las cárceles no entendía que fuera un delito votar. Hubo otra que me dijo: ”¿Pero qué has hecho para que te caigan 13 años? Si nosotras matamos y descuartizamos a un hombre y nos cayeron 8″.
Usted ha sido una de las presas más autocríticas con el independentismo y ha asegurado que no esperaba que el referéndum acabara como acabó…
No me lo esperaba porque esperaba que llegara el diálogo. Con la información que tengo ahora, no volvería a repetir el referéndum. Era un movimiento para autodeterminarnos, pero sí era positivo, pensaba que forzaríamos el diálogo. Íbamos preparados, pero nunca pensamos que pasaría lo que pasó, la represión…
Pero si no hubiera habido esa represión, ¿contaban con estructuras para formar un estado propio?
Mi parte, que era la de protección social, contaba con un plan, pero había que negociarlo. Puedes tener dinero para la jubilación o la seguridad social por un tiempo… Pero la caja es común y había que negociar los traspasos. Si se declaraba la independencia, también había que negociar.
Pero antes de aquel referéndum ya se veía que no había ni apoyo europeo ni reconocimiento del Estado. ¿Aún consideran legítima aquella votación?
De la manera que fue el referéndum, no sirve para declarar la independencia, ahora no. Hay que recordar cómo fue aquel día, a partir de las 10 de la mañana muchas personas no independentistas fueron a votar como derecho democrático como reacción a la represión. El resultado no sirve para declarar la independencia ahora, pero hay que volver al derecho de autodeterminación. Si aquello sirvió para sumar más gente para esa causa, pues mejor.
Para que el diálogo avance, ¿haría falta más autocrítica?
Es posible. Pero ha faltado más autocrítica por parte de la otra parte. Nosotros siempre hemos dicho que necesitamos más empatía para sumar más fuerzas y eso es autocrítica. En cambio, no he escuchado a nadie del PSOE diciendo que no deberían haber apoyado el 155. Nosotros reconocemos que no se hicieron cosas bien…
¿Por ejemplo?
Preparamos bien el uno de octubre pero no lo que venía después del 3 de octubre. Queríamos diálogo y no llegó, por eso ahora no entiendo a quienes lo cuestionan.
¿Reconoce que el referéndum de 2017 estuvo marcado por la prisa?
Esa prisa iba acompañada de creer en un estado democrático como Canadá con Quebec o Reino Unido con Escocia que negociaría. Nos equivocamos en eso y puede que fuera un error. ¿Volvería a hacer lo mismo sabiendo las consecuencias? No. Y no por ir a la cárcel, sino porque mientras estábamos en la cárcel tampoco se ha conseguido nada. Pero sabiendo lo que sabíamos, lo teníamos que hacer.
¿Cree que Rajoy personalmente hubiera preferido dialogar?
No, es una persona de dejar hacer con los conflictos, de dejar que pasen las cosas. Los conflictos hay que solucionarlos y encararlos con valentía. Rajoy no la tuvo.
¿El PSC y Miquel Iceta le han decepcionado como posible puente con el gobierno y el estado?
La trayectoria de Iceta es como la de Rajoy, ir dejando pasar el conflicto. A lo mejor Illa será más valiente, ya veremos. No confío en nadie como puente, pero no hay que romperlos y el PSC tiene que reconocer que no tendría que haber dado apoyo al 155 y que ha cambiado. Al final, el PSC ya no es el de Maragall y está perdiendo apoyos por eso, aunque no hay que olvidar que es el partido más votado de Cataluña.
¿La detención de Puigdemont puede suponer algún cambio en la mesa de diálogo?
No debería. Es un error importantísimo de la justicia española, que lo ha hecho otra vez tan mal como sabe. La justicia tiene que hacer un replanteamiento democrático, pero mientras tanto pase lo que pase no nos tenemos que levantar de la mesa de diálogo.
El presidente de Omnium, Jordi Cuixart, cuestionó el diálogo ese día.
Ese día estábamos muy enfadados todos. Yo estaba en las concentraciones y me sentía como me había sentido en 2017... estábamos muy enfadados.
¿Se equivoca Cuixart cuando dice que lo volverán a hacer (el referéndum)?
Nunca diría que se equivocan mis compañeros de viaje. Cuixart no es adversario. Yo siempre le digo que tiene que explicar cómo. Yo creo que la única forma es negociando. El problema de los que cuestionan la mesa de diálogo es que me digan, ¿entonces qué? Y nunca hay respuesta. Yo siempre digo: ninguna protesta sin propuesta.
¿Y una república federal podría ser una vía de entendimiento con la izquierda española?
Ahora ya es tarde. Seguramente antes de 2017 hubiera sido una solución válida. Está claro que es una vía mejor que la que tenemos ahora mismo. Pero en Cataluña tenemos una mayoría de acuerdo en el derecho a la autodeterminación y en la amnistía y eso es lo que queremos.
Pese a compartir esos objetivos, Junts no quiere mesa de diálogo y en la última manifestación del independentismo por la detención de Puigdemont las calles gritaban: “No a la mesa”.
Todos los conflictos se han solucionado con diálogo. Pero tiene que ser concreto, también somos reticentes porque hasta ahora el diálogo solo ha sido la foto. Tiene que haber una mesa de negociación más que de diálogo.
Pero eso es justo lo que falta y lo que critican CUP y Junts, que no haya una agenda de temas, un mediador…
Sí, si estamos todos de acuerdo, menos el estado. Pero es que hasta ahora ni siquiera querían sentarse en la mesa. No desperdiciemos las oportunidades, aunque yo también soy escéptica por lo que ha pasado históricamente. Pero hemos avanzado: el estado reconoce que hay un conflicto. ¿Quién nos dice que el próximo gesto no es aceptar mediadores? Nuestro objetivo sigue siendo que se reconozca el derecho a la autodeterminación. El indulto fue un gesto de valentía del gobierno español aunque no resolvía el conflicto. Entendemos que ahora tienen que llegar más movimientos.
¿Tiene relación personal con gente del gobierno español?
Sí, la he tenido… Hay más sensibilidad con el conflicto en el entorno del PSOE en Madrid que en Cataluña. Allí tienen más claro que hay que buscar una solución, mientras que el PSC juega aquí más con una táctica de política a corto plazo.
¿Por qué cree que Junts, que viene de ser un partido pragmático, se ha convertido en un partido instalado en el reproche a Esquerra?
Es una confluencia que no tiene todavía un ideario común. En Esquerra hemos conseguido hacer un debate para poner en común lo que pensamos y trazar una trayectoria. En Junts hay gente más de liberal, más de izquierdas… no tienen un proyecto definido. Lo que les une es estar en contra de la mesa, ¿pero la propuesta cuál es? Están en el gobierno y parece no están de acuerdo con una mesa que es un acuerdo de gobierno.
Su acusación estaba asociada a la conselleria de Ensenyament, aunque no era la suya, y por eso recurrieron.
Sí, no tengo nada que ver con esa consellería y la que era de Ensenyament, Clara Ponsatí, me dio las gracias en broma por haberme quedado con las acusaciones que eran para ella. Hicimos un recurso que ha sido admitido a trámite por el Constitucional y ahora tenemos que ver cómo avanza, ellos dijeron que era un error de escritura, pero estoy incluso en el Tribunal de Cuentas como responsable de los colegios electorales.
¿No hubo malversación de fondos para financiar el procés?
De mi departamento, no. De otros no lo sé, pero estoy casi segura de que no. No se pagó nada del 1-O con dinero de la Generalitat.
¿Qué sintió el día de la sentencia?
Rabia. Pero hemos sabido reconvertirla en propuestas y proyectos.
¿Consiguió el feminismo que las presas y los presos tuvieran la misma visibilidad?
Hay una tendencia a ponerlos por delante pero las reivindicaciones de feministas y de familiares ayudaron a equilibrarlo. También hay que entender que los presidentes de los partidos eran hombres y que ellos estaban todos juntos. Nosotras, Carme y yo, teníamos un perfil más bajo, pero eso también tiene que ver con el feminismo, preferimos ir haciendo que ponernos en la línea de frente.
¿Cómo es ahora su día a día?
Pues no puedo trabajar en política, tampoco de profesora porque las nóminas las paga la Generalitat, así que he trabajado con algunas fundaciones como técnica. No creo que pueda ya trabajar en lo mío por la inhabilitación, así que me toca reinventarme a los 62 años. Si sabes de algún trabajo...
¿Y disfruta mucho de su libertad?
Muchísimo. Hago una sección en una radio sobre eso, llamada Momentos de Libertad. Incluso de levantarme por la mañana y abrir la puerta. Pasé tres años sin abrir la puerta. O conducir. Lo importante para mí es ahora autodeterminarme a mí misma.
Algunos independentistas no aceptan el indulto porque creen que lo justo sería la amnistía.
Es preferible la amnistía, claro, pero hay que estar en la cárcel para saber lo que es. A mí si me dicen que me pasaré 12 años en prisión y conseguimos la independencia, me lo pienso. Pero ¿Ha pasado algo mientras tanto? La gente ha seguido haciendo su vida y nosotras encerradas. Hacemos más faena fuera que dentro de la cárcel, como esta entrevista. Yo no quería ser un Mandela, puedo poner como prioridad al país pero no me quedaré en la cárcel sabiendo que no soluciona ningún problema.