Disparar a Rafa Nadal
Andan las redes sociales revueltas por el partido de exhibición que Rafa Nadal va a jugar contra Novak Djokovic en Arabia Saudí en diciembre. El asesinato del periodista y opositor de la monarquía saudí, Jamal Khashoggi, presuntamente, por unos sicarios contratados por el propio régimen en territorio turco, aparte de suscitar por enésima vez el dilema moral de si Occidente debe o no debe vender armas a regímenes intolerantes con los valores cívicos, también ha abierto el debate de si Rafa Nadal debe jugar una exhibición contra Novak Djokovic el próximo 22 de diciembre en territorio saudí. Lo de atacar al manacorí no es nuevo últimamente: cuando se encontraba en París disputando Roland Garros, tras el triunfo de la moción de censura que invistió a Pedro Sánchez como presidente, fue preguntado por esta cuestión y respondió que preferiría votar. Al mallorquín, que en muchas ocasiones ha sido criticado por no mojarse mucho a la hora de opinar, lo masacraron en las redes sociales tildándolo de "cuñado". Ya saben: España siempre experta en Derecho Constitucional y de lo que haga falta cuando se trate de menospreciar al otro.
No me malinterpreten: no estoy de acuerdo con lo que declaró Nadal en su momento, como tampoco secundo su idea de que las mujeres deban cobrar menos que los hombres, más que nada porque el tenis femenino es igual de exigente que el masculino, pero no por ello voy a menospreciar su opinión. Por otro lado, también están esas críticas que recibió por los problemas que tuvo con la Agencia Tributaria en su momento y que ya solucionó. Pero eso aún se lo recuerdan. Me hace gracia que se hable mucho de que Nadal se acogiera al beneficioso sistema tributario del País Vasco y no de que Garbiñe Muguruza, por ejemplo, tenga su domicilio fiscal en Ginebra, o que Jorge Lorenzo lo tenga en Lugano. En cierto modo, a Rafa Nadal no se le perdonan estos deslices porque en este país hay una tendencia casi unánime a buscar siempre la "pureza" en cualquier acto cuando esta se encuentra, quizás, sólo en los altares de las iglesias y capillas.
También fue reprobado por achicar agua con sus vecinos con motivo de las inundaciones en Sant Llorenç del Mar a principios de octubre. El argumento era que lo hacía por marketing. Sí, por eso lo hizo durante varias horas y llevaba los pantalones manchados de barro. ¿De verdad alguien piensa que Rafa Nadal, un deportista admirado por gente tan dispar como Obama, Trump, Ingrid Bettancourt, Omar Sharif o Paul Krugman necesita un lavado de imagen como si fuera El Prenda? Estamos hablando de uno de los deportistas que más dinero genera a nivel mundial. Nadal lleva ganándose el respeto y la admiración de todos por su tenis y humildad desde los 17 años. Es un deportista y se debe también a sus patrocinadores. Tanto Nike como Kia saben que Asia es un mercado importantísimo y que el centro de la gravedad del poder económico se está desplazando de Europa a Oriente Medio y al Sudeste Asiático. En ese sentido, es lógico que acepte el dinero saudí y juegue una exhibición.
Ni Nadal ni ningún deportista ha de ser un ejemplo de probidad. La defensa de los valores cívicos y de los derechos humanos compete a la familia y a las instituciones. El balear es un personaje público, pero no un sujeto de derecho público. Arrogarle a Nadal la potestad moral de censurar a los Estados que incumplen con los derechos humanos me parece una postura muy mojigata. Y es que Occidente se equivoca con su política exportadora de los derechos humanos a países y regiones cuya tradición en la materia es inexistente. Tocqueville, en De la democracia en América subrayó que la democracia evolucionó en Occidente como una consecuencia orgánica del desarrollo: los monarcas y mandatarios tuvieron que conceder derechos poco a poco a la ciudadanía porque era necesaria una división estructurada de la población en grupos de interés que competieran pacíficamente si se debía evitar la tiranía y la anarquía. Esto no ha sucedido en Oriente Medio o en África: presos ambos de su historia y de sociedades que no han alcanzado el nivel de crecimiento necesario para perfeccionar una democracia. Apenas tienen clases medias, y en ese sentido, los partidos políticos institucionalizan las divisiones étnicas y políticas. Lo explica a la perfección el politólogo estadounidense Robert D. Kaplan en este artículo.
Por otra parte, la globalización abrió los mercados, pero no las mentes de muchos países y regiones. Occidente es individualista y secular; los países islámicos y confucianos, no. ¿Creen que la Primavera Árabe iba a conseguir en pocos años lo que a Occidente le llevó siglos? La sociedad es producto de nuestras necesidades y el Gobierno, muchas veces, de nuestra maldad. Así lo creía Thomas Hobbes. Estados Unidos y Europa creen que todo se soluciona con elecciones "libres" y parlamentos, cuando en la inmensa mayoría de esos países no hay tradición histórica en lo que a existencia de elecciones democráticas y asambleas se refiere. Por eso defiendo que vaya a Arabia Saudí a jugar: hay un Gobierno, el de Pedro Sánchez, e instituciones internacionales que sí tienen el deber de defender los derechos humanos; él, no. Nadal se ha ganado con el paso del tiempo el derecho a actuar como le plazca. Es tan grande como deportista y persona que poco se le puede reprochar.