Dios bendiga a los coleccionistas de arte
Ellos son el motor del avance del arte y bombean la sangre de un organismo que, en estos días, se enfrenta a la incertidumbre.
Hace unos días una impresionante nómina de artistas españoles, encabezados nada menos que por Luis Gordillo y Antonio López, escribió al ministro de Cultura y Deportes reivindicando un mayor apoyo al sector después de las difusas y leves medidas publicadas. El titular de la cartera, señor Uribes, les ha respondido como si fuesen niños, recordándoles que apoyó ARCO paseándose por los pasillos de los que desterramos la moqueta. Incluso, le escribe a Gordillo y compañía, visitó otras galerías que no estaban en la feria sin decir, pero dejándolo entender, que nadie le dio las gracias por ello, con el mérito que tiene eso. En este mundo de la nueva normalidad emergente, que es igual que la consagrada y la media carrera, un ministro del ramo piensa que apoyar al ramo es visitar el ramo. El señor ministro piensa que nos apoya con su sola presencia, como los taumaturgos curan solo con el contacto, pero no es así. El Ministerio de Deportes (ya está bien de que utilicen un concepto que no defienden) no cura con su presencia, ni siquiera incide en los estados de ánimo. Hasta antes de que se enfrentase al sector que debió defender casi nadie sabía su nombre y hoy, que todos lo conocen, la intención es que se nos olvide pronto. No hace mucho pedí aquí su dimisión con nulo resultado. Poco después se planteó una huelga de contenidos en redes sociales que me pareció tan poco sustancial como demostró ser.
Es una situación paradójica la de este ministro. Antiguamente la derecha defendía hasta lo indefendible a los suyos mientras la izquierda los ‘decapitaba’ rápidamente para demostrar la célebre superioridad moral. Este nuevo Gobierno de izquierdas está defendiendo al peor ministro de Cultura de la historia española sin importarle que haya una total unidad en el arte contra su gestión. Hay que decir que la gestión de Uribes, más allá de estas tristes circunstancias, quedará como un discreto pasar por el ministerio camino de otro sitio.
Sin embargo, el sector del arte contemporáneo sigue en pie gracias al apoyo real de otras personas y entidades. El desastre provocado por el coronavirus ha propiciado que varias comunidades autónomas hayan lanzado líneas de compras, ayudas y subvenciones en varios grados, como es el caso de la Comunidad de Madrid, la Generalitat Valenciana y el ICA, Instituto de Industrias Culturales de Murcia. Más allá de los importes de las distintas iniciativas, estas instituciones demuestran que las políticas culturales españolas existen y son conscientes de la realidad y el futuro que espera a un sector clave tanto en las cifras económicas como en la importancia simbólica y representativa. Siempre lo digo, pero qué poco quedaría de la idea de España sin Velázquez, el Greco, Goya, Picasso, Chillida, Tápies etc, etc, etc.
Sin embargo antes que las instituciones están las personas que han hecho del amor al arte una parte esencial de sus vidas: los coleccionistas.
La celebración de ARCO ha significado que muchos artistas y galeristas puedan haber seguido adelante en estas circunstancias, y eso es mérito de los discretos coleccionistas que, a diferencia de nuestro ministro de Deportes, entienden que sobre sus hombros descansa el progreso de las artes y la vida de artistas y empresas. Ellos sostienen, como el Atlas mitológico, un sistema que es un mercado pero es muchas otras cosas más. No son tiempos fáciles para nadie, y para los coleccionistas tampoco, pero tanto en ARCO como en el día a día de las galerías y los artistas su labor se ha mantenido. Ellos son los que permiten que cada día cerca de un millar de galerías en todo el país abran las persianas y permitan sostener el sistema del arte contemporáneo. Ellos, con su apoyo generoso y su entusiasmo, permiten que las ciudades se llenen de salas de arte que ofrecen lo nuevo y lo no tan nuevo de forma gratuita. No siempre lo hacemos en su justa medida, de hecho lo hacemos poco, pero hay que agradecer a los coleccionistas de arte que, con su dinero, generen las colecciones de arte que un día serán el patrimonio artístico del país, bien privado, bien público. Ellos son el motor del avance del arte y bombean la sangre de un organismo que, en estos días, se enfrenta a la incertidumbre.
He escrito este artículo pero estoy seguro de que lo cerramos todos los galeristas, artistas y demás agentes del sistema del arte español: gracias, gracias, gracias a todos los coleccionistas de arte.