Diego Luna ('Narcos'): "Hay muchos delincuentes que van de traje tomando decisiones y cobrando de nuestros impuestos"
El actor protagoniza 'Narcos México' junto a Michael Peña, la serie que cuenta el caso de Kiki Camarena y Miguel Ángel Félix Gallardo.
Completamente renovada. La cuarta temporada de Narcos ha roto con las tres partes anteriores. La ficción vuelve a comenzar su recorrido en Netflix el viernes 16 de noviembre como una serie nueva, aunque intentando preservar la esencia que la convirtió en uno de los títulos de mayor éxito mundial de la plataforma. Después de tres entregas, la producción se sitúa en un nuevo escenario —cambia Colombia por México—, con nuevos actores y nuevas historias que también tendrán una base real, pero conservando al equipo de guionistas que dieron forma a la historia de Pablo Escobar (Cartel de Medellín) y a la de los hermanos del Cartel de Cali.
De hecho, la plataforma ha decidido incluir Narcos México en su catálogo como un título nuevo, a parte del resto de la serie.
Narcos México se centra en la historia del agente Kiki Camarena y del narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo, los dos grandes protagonistas de la temporada. El conocido agente encubierto de la DEA (la agencia estadounidense encargada de luchar contra el tráfico de drogas) fue secuestrado en febrero de 1985, torturado y apaleado hasta la muerte por orden del narcotraficante.
En pantalla Diego Luna es quien da la orden de ejecutar a Michael Peña, los dos actores mexicanos son los grandes protagonistas de esta temporada. Con ambos se ha reunido El HuffPost durante su reciente visita a Bilbao, donde estuvieron para entregar un premio en la gala de los MTV EMA 2018.
"Lo que hacía vibrar a Kiki Camarena era el concepto de justicia. Incluso le despertaba por las noches pensar qué podía hacer", empieza diciendo Michael Peña, que da vida al fallecido agente y que está convencido de las posibilidades de esta temporada.
El actor defiende que reempezar la serie no es un obstáculo para conseguir el éxito, porque esta parte no se puede considerar un spin-off. El equipo de guionistas es el mismo. "No estamos hablando de Walking Dead, que ha tenido equipos diferentes en fases diferentes", apunta en spanglish.
Narcos México es también la plataforma perfecta para hablar de la violencia brutal que se vive en el país, al menos para Diego Luna (Gallardo), que desliga esta temporada a las tres anteriores. "Es una oportunidad de contar la historia de mi país, que es importantísima para entender cómo chingados llegamos a esta locura que estamos viviendo hoy, para entender la violencia tan brutal y analizar qué fue eso que sucedió en los ochenta que determinó tanto nuestra relación con EEUU". Luna se refiere al caso de Kiki Camarena.
Comenzar de nuevo es para él una decisión inteligente, por "replantearse todo, cambiar el reparto, retroceder en el tiempo, no buscar lo lineal. Esta temporada complementa a las otras", explica: "Retrocedemos en el tiempo para que sepas que paralelamente a lo que ya viste [en Colombia, con el cartel de Medellín y de Cali] esto estaba pasando aquí. Se resignifica todo. Hay cosas que ya no te tengo que explicar porque ya las viste".
Por eso, ya no hace falta contar la historia de la cocaína, qué pasó con la producción o por qué se cerraron los canales del Caribe. "Aquí me puedo brincar [saltar] muchas cosas y abarcar más en mi historia. En mi caso, me da la oportunidad de hacer un personaje muy distinto a los que has visto allá. Porque además, nosotros, en México, llegamos a esto por razones muy distintas a Colombia. Nosotros no producimos. De repente, geográficamente quedamos en ese punto tan importante de conexión entre los países en vías de desarrollo y el primer mundo. Y en esa gran puerta entre los que tienen tanto y los que tienen tan poco puedo hacer un personaje muy distinto. Este es un tipo que sabe estar en el momento oportuno", relata.
Según Peña, Camarena fue un visionario, capaz de ver "los peligros que entrañaba el narcotráfico, las vías por las que podía entrar la cocaína, el flujo por diferentes lugares de México hasta EEUU". "Pudo darse cuenta de lo horrible que podía ser la relación entre ambos países y tuvo la capacidad de advertir todo ese escenario con visión de futuro", analiza. Un personaje tan comprometido que el actor está convencido de que "hoy habría expresado de una manera muy adecuada su desacuerdo con la política migratoria de Trump".
Interpretar a un personaje así no ha sido tarea fácil. A Peña le persigue la sombra de la comedia, en la que ha estado encasillado en los últimos tiempos y a la que se ha dedicado con "discursos intrascendentes" y sin tanta "disciplina". Ahora se ha enfrentado al reto de "dirigir a la gente por la historia".
Son muchos los que comparan a este actor con Pedro Pascal —aunque frente a frente tiene un aire a Mark Ruffalo—, que interpreta en las tres primeras temporadas al inspector Peña (con el que encima comparte apellido). Sin embargo, él insiste en que no está cogiendo el testigo del chileno-estadounidense a pesar de asumir la figura de un detective en Narcos México. "Estamos en un país diferente, tampoco creo que la gente diga que esto es la vuelta de Pedro Pascal", añade.
En medio de la conversación —y perdiendo el hilo de lo que está diciendo—, Peña recuerda la etapa en la que vivió en Chicago, en un barrio mexicano. A las ocho de la tarde, cuando quería descansar, la gente empezaba a tocar la guitarra... Y él se arranca a cantar tirando de sus raíces hispanas: "Tocaban fuerte los cabrones". Bromear (y entonar) en español le deja visiblemente más relajado y se acomoda aún más en el sofá.
Retomando el hilo de la serie, hay algo que Peña destaca como lo más curioso de la lucha contra el narcotráfico: "Cada vez que se elevaba una apelación o se formulaba una pregunta, no llegaba una respuesta por parte del gobierno de Washington D.F. Era más fácil confrontarte directamente con este grupo de narcos que pedir cuentas a las autoridades, y era particularmente frustrante para Kiki. Para la gente eran como historias fantasiosas".
Aunque de fantasía tiene poco. De hecho, más allá del entretenimiento, la serie puede cumplir otras funciones perfectamente, y a Michael Peña le encanta que le pregunten por esa parte. "Ojalá me preguntaran también en Estados Unidos si la serie tiene alguna utilidad social, más allá del entretenimiento. Allí están centrados en el show. Lo único que tienen claro es lo malísimos que son los narcos, que están arruinando todo por suministrar el producto, pero lo más interesante es la responsabilidad compartida. ¿Qué pasaría si se parara literalmente a todas estas personas que compran y consumen durante seis meses? Si eso ocurriera realmente se interrumpiría todo y no existiría ni la drogadicción ni los asesinatos derivados".
Sin embargo, si el show funciona es también por la cruda realidad, indica. "Si tienen tanto éxito las series de narcos es porque están en las noticias. Si echamos la mirada hacia los ochenta o los noventa todo eran mafias y la siguiente oleada de temática, dentro de cinco o seis años, será sobre los hackers", sentencia, y se despide cantando uno de esos temas mexicanos que no le dejaban descansar en Chicago.
Diego Luna afronta la conversación un poco más agotado (aunque más reivindicativo) que Michael Peña un día después de entregar el premio en los MTV EMA. "Ya no tengo edad para los MTV, me siento el papá de todos", dice, a pesar de que para muchos sigue siendo el joven Tenoch, enloquecido por Maribel Verdú en Y tu mamá también. "Ya tengo muchos más años", bromea.
Él es el narcotaficante de la historia, pero para trabajar un personaje "no puedes cuestionarlo, tienes que humanizarlo, saber qué le motiva y que esas decisiones y resortes emocionales vengan de algo que conoces. Al fin y al cabo todo personaje es un ser humano que se mueve por amor, por envidia, todos sienten culpa, hay muchas cosas con las que puedes entender o conectar y utilizarlas y no juzgar a los personajes porque si no se siente", relata.
Félix Gallardo fue el responsable de armar "una estructura que trasciende a los nombres, que trasciende la idea del capo que está arriba. Genera una organización, divide el país y las rutas y hace que todos trabajen en conjunto y paguen un impuesto por existir, que se protejan unos a otros, logra sentar en la mesa a gente que se querían matar entre ellos". Un estratega que creó "una organización que se sostiene durante algún tiempo y luego se viene abajo y nos deja la realidad tan terrible de hoy, donde de repente la violencia explota".
"La serie te recuerda que a pesar de que soy el malo de la historia también trabajo para alguien. Te das cuenta de que ellos también le cogen el teléfono a alguien y piden permiso y hay muchos delincuentes que van de traje tomando decisiones y cobrando de nuestros impuestos", subraya.
En los años ochenta, Gallardo y su círculo fueron capaces de crear una estructura que se vino abajo con el caso Kiki Camarena. La corrupción permeaba a todos los niveles y todo el mundo le debía algo a la organización, por lo que estaba protegido por todos los ángulos. Así fue hasta la muerte del agente de la DEA, cuando la relación entre México y EEUU cambió y se empezó a resquebrajar. "Lo que me gusta de la serie es que los criminales también se vuelven víctimas porque cuando el discurso se vuelve blanco o negro, todo es peligroso. Aquí la historia está en los matices", explica.
Otro de los grandes logros para el mexicano es que Narcos México "está hecha para el mundo". "Me gusta pensar en esa gente que no sabe nada de esto ni de México. Además, es un triunfo que se hable español, y si uno de los grandes logros es que se hable español, claramente no está hecho para este mercado, sino para quienes lo van a ver con subtítulos".
Teniendo en cuenta la imagen que se tiene en el resto del mundo de México, en relación a la falta de seguridad y a la violencia, Luna tiene clara la importancia real de que este tema se trate en una producción. El valor está en "que la próxima vez que salgas de fiesta y alguien te ofrezca una raya de cocaína pienses lo que hay detrás de eso. Me parece importante reconocer que este es un problema global que nos involucra a todos. Mientras haya un mercado y haya demanda va a existir el narcotráfico, a menos que la legalicemos".
E insiste en que el problema no se limita a México, o al menos beneficia a otros muchos: "Es una conversación interesante que deberíamos tener todos porque hoy parece que la violencia de México es nuestra. No es nuestra violencia, es la de todos, responde a un comportamiento universal y es impresionante cuando oyes a Trump hablar de México y de nuestra violencia porque la industria de armas es la más beneficiada. Coges una bala encontrada en una zona de crimen en México y ves que su venta fue legal en EEUU, así que alguien se está beneficiando de esta violencia. Es un problema de todos y cuando contamos estas historias nos recordamos esto".
El prohibicionismo también es otro gran problema. "Es claramente lo que nos ha hecho daño, esta cuestión moral de lo que está bien y lo que está mal, de qué está penado y qué no lo está y la diferencia entre lo que quiero hacer y lo que el estado me permite. Me gustaría afrontarlo como un problema de salud pública porque mientras haya un mercado y sea ilegal habrá alguien alimentando esa demanda. Aquí el problema real es de salud", sentencia.