Días de cine: pasión cine-centinela
A todos nos gusta el cine, pero pocos son quienes se encargan de velar por su excelencia.
El cine es arte. El séptimo, para ser más exactos. Antes hubo un sexto, la fotografía; y mucho antes otros cinco, todos ellos integrados, permítanme la licencia, en el séptimo. No hay arte más completo que el nuestro.
A todos nos gusta el cine, pero pocos son quienes se encargan de velar por su excelencia, de cuidar su presente y su futuro, de orientar al público en el deleite de su beldad. Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. Días de cine se ha consagrado como el guarda custodio del arte cinematográfico en nuestro país, un programa que consigue cada año honrar a la más joven de las bellas artes en una gala que agasaja los sentidos cinéfilos. Presentada por la actriz Sandra Martín, y celebrada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la VII Edición de los Premios Días de cine ha conseguido aunar en una sola ceremonia lo más artístico de la cultura cinematográfica contemporánea. Y es que la conmemoración del cine, en definitiva, implica honrar todas las artes que lo componen.
Gracias al denuedo de su director, Gerardo Sánchez, cada año los Premios Días de cine han crecido hasta convertirse en referencia para la cinefilia europea. Antesala de los Goya, es frecuente que se adelanten con un palmarés que siempre queda corroborado por los galardones nacionales e internacionales posteriores.
Y es que los premios Días de cine son justos, sensatos, celosos y apasionados, resultado siempre del meditado juicio de su redacción. Porque qué sería de este programa sin sus redactores. A Virginia García, Raúl Alda, Alberto Bermejo, Cristina Delgado, Lauro Martín, Eva Núñez, Jesús Pamplona, Juan Carlos Rivas o Javier Sales, dirigidos por la valentía renovadora de Gerardo Sánchez, les debemos semana tras semana recibir la mejor información cinematográfica. Sin la gallardía de Sánchez, que ha sabido reconducir un programa en constante transformación, no serían posibles nuestros días de cine.
Esto no solo lo sabemos los espectadores, que semanalmente avalamos su propuesta con una audiencia creciente, sino que también lo conocen los profesionales del cine, quienes agradecen su palmarés y asisten canónicamente a la entrega de sus premios. En esta ocasión, entre los premiados encontramos paradigmas como Parásitos, elegida Mejor película internacional o La trinchera infinita, Mejor película nacional.
También destacan Joaquin Phoenix y Jessie Buckley como mejores intérpretes internacionales, junto con los nacionales Belén Cuesta y Antonio Banderas. Honestamente, los segundos no tienen nada que envidiar a los primeros. También ha habido ocasión de celebrar El cuadro como Mejor documental y Buñuel en el laberinto de las tortugas como Mejor película de animación.
Y cómo no, El Hoyo ha sido distinguido en el apartado de Premios Somos Cine, y Dolor y Gloria en la sección Vida en sombras (qué feliz habría hecho a Lorenzo Llobet Gràcia conocer el galardón de Pedro Almodóvar), Mona Martínez resultó ganadora del Premio El Resplandor por Adiós; así como Julieta Serrano obtuvo el de Elegidos para la gloria o Belén Funes el de El futuro es mujer.
Al merecido premio ‘Ha nacido una estrella’ para la gran Greta Fernández por de La hija de un ladrón, le ha seguido el conmovedor Premio del público a El crack cero, galardón que recibieron Carlos Santos y José Luis Garci. Fue este, precisamente, quien enunció uno de los mejores discursos de la noche, trayendo a colación su paradigmático Qué grande es el cine, aquel vivero de pasión cinéfila tan hermanado con Días de cine.
Y es que tiene una peculiaridad esta ceremonia que se me antoja más emotiva que cualquier otra. Cada premiado, al subir al escenario a recibir su galardón, siempre agradece al programa no solo su premio, sino su labor de vigía cinematográfica. Ora productores apaches, ora intérpretes con dolor y gloria, todos ellos tienen en común el saber que Días de cine no es solo un programa, ni tan siquiera un honorable premio, sino mucho más, es un espacio de reflexión, acaso el único vigente en toda Europa; es un entorno en el que compartir, informarse, formarse y aprender; es una familia cinecentinela que vigila por la pervivencia de un arte que, pese a ser joven, es veterano y sensacional y certero.
Porque no hay academia sin académicos que limpien, fijen y den esplendor, tampoco habría cine sin aquellos que velan por su pervivencia y por evidenciar la calidad de sus obras.
Y es que ya lo decía Harper Lee: Cuando realmente se desea que algo sobreviva, lo mejor es ir y poner un centinela.