Fuga de cerebros y ciudades en declive: radiografía de la despoblación en Castilla y León
La España vacía se convierte en el centro de la campaña electoral para el 13-F: estos son los motivos y las propuestas de los partidos.
Despoblación, despoblación, despoblación… y alguna otra cosa más. La pérdida de habitantes se ha convertido en tema estrella de la campaña electoral de Castilla y León, y no es para menos. En los últimos diez años, esta comunidad autónoma ha perdido 175.000 habitantes –un 7% de su población–, lo que ha supuesto que la despoblación sea el mayor problema de la región para un tercio de los castellanoleoneses, según el último CIS.
El fantasma de la despoblación rural lleva años presente en una buena parte de España, pero una serie de hitos recientes ha provocado que los problemas de la España olvidada salten realmente a la palestra en las elecciones de este 13 de febrero. Castilla y León es hoy baluarte y epicentro de la conocida como España vaciada, muy a su pesar. ¿Por qué? Por un lado, por los datos que avalan esa preocupación; por otro lado, por el auge de plataformas y formaciones cuya razón de existir es precisamente la despoblación, y que ahora podrían tener la llave del gobierno de la región.
La plataforma de la España Vaciada acude por primera vez como formación política a unas elecciones, en este caso en las provincias de Burgos, Salamanca, Palencia y Valladolid; además, en Soria se presenta Soria ¡YA! como agrupación de electores, a la que el último CIS otorga entre 2 y 3 representantes con casi el 2% de todos los votos.
“Castilla y León es la región más grande de Europa, es más grande que Portugal. Y, al mismo tiempo, es la que más población pierde de España”, constata Juanjo Asensio, que lleva décadas trabajando contra la despoblación y ahora es portavoz de la plataforma social y coordinadora de Burgos de la España Vaciada. Asensio describe como “una auténtica barbaridad” las cifras que se manejan en la región: los 175.000 habitantes que ha restado Castilla y León desde 2011 son “como borrar del mapa la ciudad de Salamanca o toda la provincia de Palencia”, compara.
El 82% de Castilla y León, casi desértico
Pilar Burillo, investigadora del Instituto de Investigación y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica, aporta más datos. El 82% del territorio de Castilla y León tiene una densidad poblacional inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado –por debajo de 10 se considera desierto demográfico–, y la región encabeza junto con Aragón el ranking de la despoblación en España. Entre sus límites se asientan dos zonas consideradas “muy escasamente pobladas”: la Serranía Celtibérica (número 1 en el mapa) y la Franja Céltica (número 2).
Haciendo un poco de zoom, la región tampoco sale bien parada. Zamora ostenta el título de ser la provincia española que más porcentaje de población –un 16%– ha perdido en las dos últimas décadas y, en términos absolutos, León es la segunda provincia del país que más población pierde, con 45.000 habitantes menos, sólo por detrás de Asturias.
“Existe una continuidad de la despoblación que implica a todas las provincias” de Castilla y León, explica Pilar Burillo, que cita de forma especial el caso de las Tierras del Duero, “el área española más extensa donde la despoblación se extiende por una zona llana, no montañosa”.
La despoblación, “un cáncer” que se extiende
En palabras de la investigadora Pilar Burillo, la despoblación es “como un cáncer” que va creciendo a pasos agigantados en España y ya se extiende por el 57% del territorio nacional. El fenómeno surgió con la potenciación de los polos industriales urbanos durante el franquismo y se agravó, según Burillo, con la entrada de España a la Unión Europea.
“Si bien España ha sido uno de los países que más fondos Estructurales y de Cohesión ha recibido, la mayoría ha tenido como destino la España desarrollada, lo que ha contribuido a incrementar la despoblación”, indica la experta. A su juicio, esto se debe en gran medida a la falta de una delimitación e identificación realistas de las zonas escasamente pobladas del país.
La investigadora habla, asimismo, de “una especie de economía colonialista del mundo urbano con respecto al rural”. “La riqueza de España está en el mundo rural; el problema es que estos recursos se extraen y se trabajan en las ciudades”, describe Burillo.
Qué tipo de despoblación aqueja a la comunidad
En cualquier caso, ‘despoblación’ es un concepto amplio y complejo que en Castilla y León tiene sus propias declinaciones. Por un lado, la pérdida de habitantes no afecta simplemente a los pueblos, sino también a las capitales de provincia, con lo cual no hablamos sólo de despoblación rural; por otro lado, y de la mano de esta problemática, está la del envejecimiento: la edad media de los castellanoleoneses es de 48 años, cuatro por encima de la media nacional, y sus 5,7 niños nacidos por cada mil habitantes también la sitúan por debajo de la tasa media de natalidad en España (7,2), favoreciendo así el saldo negativo poblacional; por último, y esto es algo muy particular de Castilla y León, sus jóvenes están sobrecualificados para la oferta laboral que hay en la región, lo cual acaba expulsándolos.
A esta conclusión apunta la investigación Emigración y fuga de talento en Castilla y León. “La región española de donde más jóvenes con estudios universitarios se han marchado es Castilla y León”, explica Miguel González Leonardo, coautor del artículo e investigador del Centro de Estudios Demográficos. Según los datos que recoge su estudio, el 35,5% de los universitarios nacidos en esta autonomía han emigrado a otra comunidad, un porcentaje superior al de cualquier otra región en España, situándose en un 16,5% la media nacional.
El artículo aporta otras cifras reveladoras, como que uno de cada cuatro jóvenes nacidos en Castilla y León se ha marchado a vivir a otra zona del territorio español, o que el 52,1% de los emigrados castellanoleoneses tiene estudios superiores, cuando el porcentaje de jóvenes nativos con un título universitario asciende al 36%.
Aunque la investigación se centra más en patrones espaciales que en los motivos de esta “fuga de talento”, los autores del estudio tienen “indicios que apuntan a un desajuste entre las características del mercado de trabajo y el perfil educativo de la población”, señala González. “La región se caracteriza por tener una población con alto nivel educativo, pero luego la empleabilidad de estos titulados es baja, principalmente porque no hay actividades que demanden este tipo de mano de obra”, indica. González no habla en este caso de los pueblos, sino sobre todo de las capitales de provincia.
Según su tesis, el problema en la región no es tanto la falta de empleo –la tasa de paro está en torno al 10%, tres puntos por debajo de la media de España– como el tipo de trabajo que ofrece a sus jóvenes.
Dos éxodos distintos
Miguel González Leonardo lo sabe por experiencia. El investigador reside ahora en Barcelona no por casualidad: cuando vivía en Valladolid, trabajó en una empresa de seguridad, pero no pudo aspirar a puestos en sectores de innovación o tecnológicos, según cuenta. “Las industrias de la automoción y agroalimentaria son las de mayor peso en Castilla y León, y estas requieren mano de obra de media y baja cualificación”, apunta.
El sector agrícola y ganadero de Castilla y León representa el 7,6% del total en España y aporta el 4% del PIB de la región, mientras que el sector industrial representa el 20% del PIB regional. El grueso está, no obstante, en el sector servicios, con una carga del 70% del PIB de la comunidad.
“Castilla y León es una región donde muchos de los titulados universitarios acceden al mercado laboral a través de oposiciones”, reconoce González. “Todos los recortes que ha habido en empleo público desde la crisis en adelante han influido mucho en la salida de estas personas. Si no pueden acceder a un puesto de funcionariado y tampoco hay empresas que los empleen, se marchan a trabajar a otros lugares, principalmente Madrid”, incide.
El investigador distingue, así, entre el éxodo rural –una dinámica que se originó en los años 50 y no ha parado desde entonces– y una despoblación que empieza a hacer mella en las capitales, sobre la que todavía “hay margen de actuación”, opina González.
Juanjo Asensio coincide en esta última preocupación, “muy a tener en cuenta”. “Burgos, una ciudad de casi 180.000 habitantes, ha perdido una media de seis habitantes diarios en el último año”, ilustra. Más allá de aclarar que el fenómeno de la despoblación se remonta a hace décadas, Asensio también considera que la formación educativa es un aspecto clave en la población castellanoleonesa que se marcha a día de hoy.
“Ahora mismo tenemos cuatro universidades –Burgos, Valladolid, Salamanca y León–, pero con muchos déficits de estudios que hacen que los jóvenes se tengan que desplazar a otras comunidades, y ese es el primer paso para no recuperarlos”, apunta. “Tenemos a las generaciones más preparadas, pero no encuentran aquí posibilidades y acaban marchándose para buscarlas, ya sea en otra comunidad o incluso en el extranjero”, señala Asensio.
Tanto Burillo como González y Asensio son conscientes del interés mediático y electoral que genera actualmente la despoblación en Castilla y León, lo cual es positivo aunque con matices. Pilar Burillo pide que se identifiquen y delimiten bien los territorios despoblados para actuar sobre ellos. Miguel González lamenta, por ejemplo, que el foco no se esté poniendo en la fuga de talento castellanoleonés. Por su parte, Juanjo Asensio reconoce la falta de actuación hasta ahora, al tiempo que celebra “la revolución de la España Vacía”, algo sobre lo que se lleva trabajando “veinte años” y que cristalizó en 2019. “Al menos ahora los políticos lo tienen en la agenda, ya no pueden mirar para otro lado”, asegura Asensio. “Eso es ya una victoria moral”.