Desde los últimos claustros antiguos
Un día más, contemplamos la miseria que nos han creado, mientras me pregunto...
A pesar del dolor, a pesar de pasado ya un día más, siguen llegando a nuestras fronteras los migrantes, siguen las mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujer, continúan echándonos a pelear hermanos contra hermanos, mientras que el tiempo sigue girando y apenas poco queda ya de aquella ciudad que puntual nos engullía todas las mañanas y que como de costumbre huía incansable hacia unos labios.
Un día más, nos acallan con un golpe de estado en nuestros pechos, con el sudor derramado en la frente, con el dolor aquel con el que se levantan los muros y se destruyen los imperios.
Náufragos ya de los ojos del hombre aquel que nunca quisimos ser somos, como un cuerpo que surge desde las fauces de las calles, como un cuerpo que otea su destrucción desde los últimos claustros antiguos de la soledad.
Un día más, contemplamos la miseria que nos han creado, cómo nos echan al mundo masticando las ruinas de la ciudad, sin contar con nosotros, sin preguntar si ese era el mundo que queríamos para nuestros hijos.
Un día más ya no somos los mismos. Sin embargo, siguen rasgando nuestras voces proletarias, el avance dilatado del pueblo a lo largo de los días, su padecimiento continuo, las canciones de sus niños entonadas en la arena, mientras que sus cuerpos cercan las playas, tan callados, tan quietos, tan en silencio.
Un día más, contemplamos la miseria que nos han creado, mientras me pregunto, si habrá un lugar donde sólo tú y yo volvamos una vez más a las trincheras de nuestros labios.