Por qué Franco sí y Colón no

Por qué Franco sí y Colón no

El derribo de estatuas de Cristóbal Colón en EEUU trae el debate a España: ¿deberían retirarse símbolos esclavistas y coloniales como se hizo con los franquistas?

Una estatua de Cristóbal Colón, decapitada en Boston, Massachusetts (EEUU), el 10 de junio de 2020. La figura finalmente será retirada.Tim Bradbury/Getty Images

Robert E. Lee, Winston Churchill, Cristóbal Colón, Junípero Serra, Theodore Roosevelt, George Washington, y hasta Isabel la Católica. En la ola antirracista que recorre Estados Unidos, y el mundo, las estatuas y bustos de estos personajes históricos han sufrido en mayor o menor medida la ira ciudadana en protesta contra el racismo y la brutalidad policial tras el homicidio del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco.

Entre los ‘damnificados’ hay líderes de los Estados Confederados —donde era legal tener esclavos—, de la ‘conquista española’ y de los llamados padres fundadores de Estados Unidos. Lo que tienen en común, al menos los dos primeros, “es que representan siglos de violencia racial y opresión”, sostiene en una entrevista con Efe Ashleigh Lawrence-Sanders, profesora de Historia de la Universidad de Dayton (Ohio, EEUU).

“La mayoría de esas personas cometieron personalmente violencia racial. Los ‘exploradores’ españoles o los conquistadores son ciertamente parte de esto. Muchos cometieron violencia contra africanos y gente indígena, incluidos genocidio, tortura y esclavitud”, apunta. 

El debate es complejo. Por un lado, no representa lo mismo Miguel de Cervantes —a quien le han pintado un ‘bastardo’ en la ciudad de San Francisco— que Cristóbal Colón, recientemente derribado y decapitado en dos ciudades estadounidenses por representar el genocidio indígena; tampoco se percibe de igual manera al presidente George Washington, considerado ‘padre fundador’, que a líderes confederados vistos como “traidores”, por mucho que el primero también fuera dueño de esclavos. Por otro lado, unas estatuas están siendo derribadas por la fuerza, como la del general confederado Albert Pike en Washington, y otras han sido retiradas por iniciativa de las autoridades, como la efigie de Theodore Roosevelt en el Museo de Historia Natural de Nueva York, donde el expresidente aparecía montado a caballo con una persona afroamericana y otra nativa americana a pie a cada lado. 

La polémica salpica a España, no sólo por el hecho de que personajes patrios sufran estos ataques al otro lado del charco, sino por la cuestión de si aquí deberían retirarse del espacio público esas mismas estatuas que se derriban en otros puntos del globo.

En 2007, la aprobación de la Ley de Memoria Histórica obligó a instituciones, ayuntamientos y particulares a retirar “escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”.

Tiempo después, varios colectivos se preguntan por qué no se lleva a cabo una legislación similar para apartar del espacio público los homenajes a figuras esclavistas y coloniales. De hecho, ya se han presentado tres proposiciones no de ley que lo defienden, la primera en 2009.

Hay figuras tan imbricadas en el imaginario colectivo español que costará mucho retirar
José Antonio Gurpegui

En 2018, Barcelona fue pionera al retirar la estatua del marqués de Comillas, Antonio López, por esclavista. No obstante, con Cristóbal Colón no harán lo mismo. “Es un icono de la ciudad para bien o para mal”, explicó la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en una entrevista hace unos días. “Todos los expertos que hemos consultado ven más interesante dejar el monumento de forma crítica y que incluya una explicación”, comentó.

Para José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin-UAH, hay figuras como las de Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Francisco Pizarro tan “imbricadas en el imaginario colectivo del lugar” que costará mucho retirar, pese a que haya “contestación” a su alrededor.

En su opinión, la analogía entre símbolos franquistas y coloniales es “errónea”. “Franco fue un dictador que se rebeló contra el Gobierno, causó la miseria y la muerte de muchos miles de personas e instauró una dictadura. No tiene nada que ver con Cristóbal Colón, Isabel la Católica o Fray Junípero Serra. A la gente, en general, no le parecerá mal que se retire una estatua franquista, salvo a los nostálgicos, pero privar a toda una población, a toda una nación, de personajes históricos que han sido emblema de valores por generaciones va a costar mucho más”, sostiene. 

Cristóbal Colón quiso hacer negocio con los esclavos, pero porque ese era el modelo anterior

Por otro lado, desde su punto de vista no conviene juzgar con ojos actuales hechos de hace cinco siglos. “Cristóbal Colón quiso hacer negocio con los esclavos, pero porque ese era el modelo anterior. En todas las culturas, durante toda la Edad Media la esclavitud formó parte del modelo social”, explica. “Quizás es normal que ahora se cuestione, pero en el momento que se produjo no era algo cuestionable. Eso es como cuestionar que los romanos nos dieran a nosotros una cultura determinada”, opina Gurpegui.

“La esclavización queda más lejana, pero el colonialismo, no”

Antumi Toasije, historiador y doctor en Historia y Cultura del Pensamiento por la Universidad de Alcalá, no piensa igual. “Cuando en España se habla de Memoria Histórica, sólo se hace referencia a la Guerra Civil, y es cierto que la esclavización queda más lejana, pero el colonialismo, no. España salió de Guinea Ecuatorial en 1968, es muy reciente, por no hablar del Sáhara”, recuerda.

“La gente no sabe de dónde venimos. No saben por qué hablo español si soy afro, y la respuesta es que lo hablo porque un antepasado tuyo esclavizó a un antepasado mío”, señala. Por eso él viene defendiendo desde los años 90 “una memoria histórica para el colonialismo y la esclavización” en la que se incluye la retirada de monumentos a esclavistas y figuras coloniales.

Figuras de esclavistas notorios no deberían seguir ocupando espacios públicos y de representación
Antumi Toasije

“Personalmente, no soy iconoclasta, y sé que todo individuo tiene sus aspectos positivos y negativos, pero creo que figuras de esclavistas notorios no deberían seguir ocupando espacios públicos y de representación. No queremos que las generaciones futuras vivan en una sociedad que glorifica a representaciones de la guerra, la violencia y la explotación de unos sobre otros”, opina el historiador.

  Un trabajador retira la última estatua del dictador Francisco Franco el 18 de diciembre de 2008 en Santander. La estatua fue erigida en 1964.RAFA RIVAS/AFP via Getty Images

“La mayor parte de los empresarios navieros y de la banca de la primera industrialización hicieron negocio de un modo u otro a costa de personas esclavizadas. Se difundió que sólo la burguesía catalana participó de la esclavización, pero también la vasca, la aristocracia andaluza… En su época, España fue la cuarta potencia esclavizadora del mundo”, apunta Toasije.

“Hay que reconocer esta realidad, pero, del mismo modo, no puede ser que la retirada de imágenes se convierta en el borrado de la historia”, aclara. “Estos espacios pueden ser reocupados por héroes y heroínas antiesclavistas. Empecemos a incluir la historia de los diferentes pueblos que han transitado por la Península Ibérica, y no sólo de las personas de piel clara, católicas y de origen europeo. Vamos a construir otro imaginario, a normalizar lo negro y a dejar de exotizarlo”, propone. “En España existe la percepción de que acabamos de llegar, y esto es totalmente erróneo. España, con Portugal y el sur de Italia, son los lugares de Europa con más influencia africana a lo largo de toda la historia”.

Incluyamos la historia de los diferentes pueblos que han transitado por la Península Ibérica, y no sólo de las personas de piel clara, católicas y de origen europeo

Antumi Toasije distingue entre lo que se expone en un museo y lo que se ensalza en una plaza pública. “En un museo, guardar una reliquia de Franco puede estar contextualizado, pero un espacio público es un lugar de enorgullecimiento, de enaltecimiento, de glorificación, y eso no puede ser en los tiempos que corren”, sostiene.

A Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), este planteamiento le parece problemático por varios motivos. En primer lugar, “si se retiraran todos los monumentos de personas vinculadas a la trata de esclavos en España, la arquitectura y el arte modernistas sufrirían bastante”, señala. En segundo lugar, “aquí está muy presente el sentimiento del aporte que han tenido la lengua y la cultura llevadas por los españoles a América”. Por último, Malamud recuerda que cuando se retiraron todos los símbolos franquistas “hubo una ley por medio, un debate parlamentario, argumentos a favor o en contra, no fue una multitud la que echó abajo las estatuas”.

Si se retiraran todos los monumentos de personas vinculadas a la trata de esclavos en España, la arquitectura y el arte modernistas sufrirían bastante
Carlos Malamud

“Si en algún país hay una ley que finalmente apruebe que hay que retirar las estatuas de Colón, será una medida tomada por una sociedad, un pueblo soberano y sus representantes políticos. Lo que me parece cuestionable es que, al hilo de la excitación, de la rabia del momento por los abusos racistas cometidos la Policía, se produzcan estos derribos”, opina Malamud.

Hay algo en lo que coinciden, a su manera, los tres expertos consultados, y es en la importancia del contexto y de la educación.

Colón no fue el primero

La historia del derribo de imágenes viene de lejos. Lenin, Buda, Sadam Hussein… todos ellos han sufrido la misma suerte en algún momento de la historia. Hasta en la Biblia, Moisés destruye los becerros de oro a los que el pueblo adoraba como dioses.

Los primeros derribos de las figuras de Colón tampoco vienen de ahora. Ya se hizo en Caracas en 2004, en Buenos Aires en 2013 y en Arica en 2019, apunta Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). “Han optado por convertir a Colón en símbolo de lo que denominan el genocidio de los pueblos indígenas”, afirma. En su opinión, en la ola de derribos actual, “se está tratando de hacer un ejercicio de revisionismo histórico más movido por la pasión, los sentimientos y la rabia en el contexto de las manifestaciones antirracistas por la muerte de George Floyd que por hechos concretos o por el conocimiento histórico”.

Curiosamente, la figura de Cristóbal Colón en Estados Unidos ha sido históricamente reivindicada por la comunidad italoamericana, no por la española. A José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin-UAH, le parece importante señalar esto y recordar que la historia de Cristóbal Colón y los ‘conquistadores’ tradicionalmente se ha “romantizado” y “falseado” hasta el punto de tenerlos como héroes y personajes nobles cuando, en realidad, eran unos “desgraciados”, dice. “Se fueron [de España] porque no tenían nada en sus pueblos, no se fueron los grandes nobles, sino los hidalgos, los ‘hijodalgos’, gente que no tenía dónde caerse muerta”, explica.

En este sentido, Gurpegui considera que “la historia de los grandes conquistadores” que nos han contado, cuya hazaña se conmemora cada 12 de octubre en el llamado Día de la Hispanidad, los perjudica en esta ola antirracista. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es