Un debate de carnicería (política)
Así ha sido el duelo de Atresmedia: batalla por la derecha de Rivera y Casado, un Sánchez entrando al trapo e Iglesias jugando ahora a 'pacificador'
Segundo asalto. 600 metros cuadrados de ring catódico, cuatro atriles como torres eléctricas, debate moderado por Vicente Vallés y Ana Pastor... ¡Y boom! ¡Llegó la carnicería política!
130 minutos atropellados, de cacareo, de ruido, con interrupciones, de dolor de cabeza. Con un Albert Rivera espídico, sobreactuado y al límite, un Pedro Sánchez entrando al trapo y menos consistente, un Pablo Casado intentando ‘revigorizarse’ (sin lograr la remontada) y un Pablo Iglesias buscando poner orden, jugando a ser el templado (“estoy sintiendo vergüenza”) y sin bajar al barro. Y acusaciones constantes de mentir a los ciudadanos.
Lo que ha impregnado el ambiente ha sido la batalla entre Casado y Rivera por ser el líder de la derecha frente al bloque cada vez más claro de la izquierda. De hecho, Sánchez ha dicho por primera vez que no entra en sus planes pactar con el partido que le ha puesto un “cordón sanitario”. Léase Ciudadanos. Pimpampum entre los aspirantes (lo que se podía escuchar...)
Este martes por la noche tocaba el partido de vuelta tras el celebrado 24 horas antes en RTVE. La última oportunidad después de un primer asalto en el que Sánchez había conseguido resistir, Rivera se había comido por la derecha a Casado e Iglesias había jugado a ser casi un padre de la Constitución.
Rivera era el que llegaba con el listón más alto. Y ha recibido por todas partes, propiciado también por su actitud. Sánchez ha vuelto a salir vivo, aunque su estilo ha mutado más a candidato y se ha olvidado del toque Moncloa. Sabía que tenía que bajar para frenar los ataques. Casado ha ido directo también a por el ‘naranja’ y se han visto destellos más frescos que hace 24 horas. E Iglesias ha sido el que ha desplegado más propuestas e iba con el objetivo claro de convencer a los votantes indecisos entre el PSOE y Unidas Podemos.
La tensión se palpaba ya desde la llegada, desde los minutos previos antes de que empezara, con los candidatos y sus asesores sin hablarse y mirándose de reojo. Y ya en las primeras preguntas lanzadas por los moderadores ha subido la temperatura. En el primer bloque, supuestamente sobre materia económica, se han enganchado duramente Rivera y Sánchez en uno de los momentazos.
De la tesis a los pergaminos
El primero ha sacado la tesis doctoral del presidente -cuya polémica inició en el Congreso el ‘naranja’- y se ha saltado el espacio temporal, dejándole en el atril del rival la copia: “He traído un libro que no ha leído”. El presidente respondía duramente y sacaba el libro de Santiago Abascal -coescrito con Fernando Sánchez Dragó-. Y se la devolvía poniéndose en el atril del líder de Cs. Para que sepan los ciudadanos “su pensamiento”.
Iglesias llamaba la atención y pedía ser “respetuosos”: los espectadores “no se merecen ese intercambio de libros”. Hoy nadie se acordaba de su “asaltar los cielos”.
“Su técnica de interrumpir todo el rato es propia de maleducados, a la gente que le vota a usted no le gusta que sea tan impertinente”, insistía el ‘morado’ al ‘naranja’. Un ruido que se volvía insoportable cuando se hablaba en temas tan delicados para la sociedad como el aborto, la ‘manada’, la violencia machista y la eutanasia.
Ese ‘silencio’ del que hablaba Rivera el lunes ha sido hoy ‘fauda’: “estos dos”, “Sánchez es el candidato del terrorista etarra”, ”¡qué vergüenza!”. “qué decepción”, “eso lo hizo Franco”, “mentira”, “usted es muy antiguo”, “trilero”, “le quedan cinco días”...
Además, Rivera volvía a ganar en la tienda de souvenirs desplegada en el estudio de San Sebastián de los Reyes: una foto enmarcada de Idoia Mendia con Otegi, un pergamino desplegado con los casos de corrupción del PSOE...
La técnica de Sánchez pasaba por buscar ese enfrentamiento entre Casado y Rivera. Y evitaba también que se convirtiera en un cara a cara entre él y el popular. Nada de bipartidismo. “Las primarias de las derechas, que rivalizan a ver quién dice la mayor barbaridad”, soltaba el socialista. Y era el que además nombraba a Vox, sabiendo que “estos dos” tienen que disputarse voto a voto cruelmente ante la fuga de apoyos hacia la ultraderecha de Abascal.
El tramo en el que se ha hablado sobre violencia machista ha sido también un brusco campo de reproches. “Increíble. Estoy indignado”, criticaba el presidente del Gobierno tras escuchar la intervención de Casado, que había defendido una ley de maternidad y que las mujeres tuvieran un empleo para dar “un portazo al maltratador”.
“Usted, señor Casado, desconoce lo que representa la violencia de género”, ha seguido el secretario general del PSOE, que también ha afeado a Rivera una supuesta circular de una consejería de los ‘naranjas’ en la Junta pidiendo nombres de trabajadores contra la violencia de género. “Esto es una vergüenza, y es decepcionante que lo haga un partido que se denomina liberal”, apostillaba Sánchez. La respuesta del barcelonés: España no se merece un presidente “que juega con el dolor de las mujeres”.
“No dé lecciones. Eguiguren, señor Sánchez”, replicaba Casado recordando que el exdirigente socialista vasco fue condenado por maltrato a su mujer. Y, además, el líder popular lanzaba la pregunta al presidente si piensa indultar a los miembros de la ‘manada’. Como promesa: la prisión permanente revisable.
Cataluña sigue siendo una de las obsesiones de la política y del 28-A. Sánchez ha dicho que nunca ha pactado con los independentistas: “Falso es falso, no es no y nunca es nunca, que quede claro”. Casado le retorcía: ”¿Y Pedralbes qué fue, una jornada de picnic?”. Y la voz de Rivera resonsaba: ”¿Lo dice usted en serio?”.
Estos dos debates marcan un punto de inflexión en la campaña, que se adentra en sus días finales hasta el 28-A y con un grado de incertidumbre desconocido en la política española. Todo puede pasar y los pactos serán claves para formar un Gobierno (previsiblemente) de coalición. Hasta el 41,6% de los ciudadanos dice que no sabe a quién votará y nunca el sistema de la Ley D’Hont se había enfrentado a este pentapartidismo.
Por eso la importancia de este duelo catódico. En los cuarteles generales tienen subrayado en rojo un dato del barómetro del CIS: el 84,1% de los españoles se informa de la campaña de la televisión, por encima absolutamente de las redes sociales (39,5%), los periódicos (36,1%) y la radio (34,6%).
Y hasta la ropa habla: Sánchez ha seguido su estilo presidencial con corbata rojo y Casado ha vuelto a su estilo de aspirante a Moncloa -con corbata granate pero nudo grande al estilo PP-. Rivera se afianza en sus tonos azules y fan de los topitos en la corbata, en tanto que Iglesias ha sido el que más ha cambiado: look colegial de jersey de 198 y cuello blanco.
Pues segundo debate. Por primera vez en la historia de España ha habido dos en apenas 24 horas. Y el plató parecía una carnicería política.