Cómo elegir la arena de gato que más te conviene a ti y a tu mascota
También sabemos de qué está hecha y cuándo puede ser peligrosa.
El arenero es el water de los gatos. Ellos no necesitan salir a la calle como los perros para hacer sus necesidades, a los felinos les basta con un poco de arena. Incluso algunos muy pulcros pueden subirse al WC, aunque son los menos.
Que elijan la arena para estos menesteres viene de lejos. Los felinos son animales que provienen de ambientes desérticos y “en la naturaleza defecaban en tierra suelta y seca con un componente similar a la arena”, según explica la veterinaria Jessica Romine a la edición estadounidense de HuffPost Life. “Así podían raspar, esconder y cubrir sus excrementos, porque son animales muy higiénicos”.
Esta costumbre de entonces sigue hoy vigente, aunque la arena es distinta. No viene del desierto, sino de la mina. “La arena para gatos se elabora a partir de minerales, no es un producto que se pueda fabricar en casa. Es algo natural”, aclara María Asunción Busturia de SEPIOLSA, empresa asociada de AEDPAC. Y matiza que la arena es una de las tres alternativas como aseo gatuno, junto a los pellets de madera y el papel reciclado.
“Estos últimos son más ecológicos pero menos absorbentes”, explica la experta, que también aclara que no vale cualquier arena. La de la playa, por ejemplo, absorbe el líquido como cualquier arena, pero no el olor.
El mineral del que proviene la arena no es un tema menor en cuestión de arena para gatos. Este marca las características principales de la misma, y a partir de esas características cada dueño puede elegir la que más le conviene por su ritmo de vida. “No hay una mejor que otra, es a gusto del propietario”, cuenta.
Las arenas son principalmente de dos minerales:
- Sepiolita, también conocido como Meerschaum (espuma de mar). El 80% de la producción de este mineral en España se destina principalmente a este fin. La mina más importante del país (y del mundo) está en Madrid.
- Bentonita. Es una arcilla de grano muy fino con propiedades pegajosas. Se utiliza también en la industria de vino como clarificante, se emplea en cerámica y como aditivo en pinturas tóxicas y se le atribuyen efectos desintoxicantes en los humanos.
“La arena de sepiolita absorbe todo tipo de líquidos y olores, por lo que no es necesario cambiarla todos los días. Basta hacerlo una o dos veces por semana, según el número de gatos que tengamos”, señala Busturia. Pasados cinco días se tira el contenido de la cubeta y se rellena de nuevo. Es perfecta para la gente que no suele estar en casa.
El poder de la bentonita es otro, y de ahí que sea más recomendable para los hogareños. “La arena se aglomera cuando entra en contacto con los excrementos, líquidos o sólidos, y se hace una bola. Es importante quitar pronto el aglomerado para que no huela y luego rellenar con más arena”, explica Busturia.
Lo primordial para elegirlas es no fijarse en el precio. “La de bentonita es mucho más cara pero también cunde mucho”, aclara. “Te dura tres veces más porque no tienes que rellenar la cubeta”. [1 kilo de bentonita cuesta 1,9 euros; 1 kilo de sepiolita cuesta 0,70 euros]
Llegado este punto uno se pregunta si estos minerales pueden ser peligrosos para nuestros gatos, y la respuesta es no. “El único peligro que puede surgir es si el gato empieza a comer arena”, explica Romine sobre la bentonita. Porque puede provocar obstrucción o estreñimiento.
En estos casos lo que hay que hacer es leer entre líneas, la veterinaria estadounidense recomienda que si es así vayamos a consulta: nuestro gato podría estar indicándonos que tiene un problema de anemia y está buscando hierro.
Luego están los problemas respiratorios que pueden darse en gatos con asma o alergia al polvo. Para estas situaciones hay alternativas como los citados pellets de madera y papel reciclado. Les evitaremos muchos estornudos.