La sudafricana Demi-Leigh Nel-Peters se convirtió este domingo en la nueva Miss Universo al imponerse en la final a la colombiana Laura González y a la jamaicana Davina Bennett. El premio gordo fue para ella, pero no ha pasado desapercibido otro de los galardones otorgados en esta edición, el de Mejor traje regional.
Es tradición que las aspirantes homenajeen a sus países de origen en un desfile con vestimentas más o menos locas. Así, este año la candidata española, Sofía del Prado, llevó un traje de fantasía inspirado en Salvador Dalí, mientras que otras aspirantes imitaron a pájaros, tiradores de esgrima o princesas de cuento.
La que se llevó el gato al agua fue la representante de Japón, Momoko Abe, que en realidad no lució un traje, sino dos. Con un rápido movimiento, su apariencia de ninja se transformaba en la de una geisha en apenas unos segundos, como puedes ver en este vídeo.