¿De dónde viene el conflicto de Etiopía y Eritrea?
El Nobel de la Paz concedido a Abiy Ahmed debe cerrar un conflicto que data de 1998 y que avanza hacia la reconciliación, pero no ha cuajado aún del todo
El Premio Nobel de la Paz concedido este viernes al primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, está llamado a ser el impulso final a un proceso de negociación y entendimiento histórico que, al fin, está frenando la sangría de uno de los conflictos más duros y enquistados del planeta, el que mantiene el estado etíope con su vecino, Eritrea.
La disputa territorial se remonta a 1998, aunque en el verano de 2018 llegó un anuncio esperanzador por parte de Addis Abeba: estaba dispuesta a aceptar y aplicar el acuerdo de fronteras de 2002, con el que se ponía fin a las hostilidades militares. Este gesto dio paso a la firma de una Declaración Conjunta de Paz y Amistad, un “paso histórico”, en palabras del Consejo de Seguridad de la ONU, que implicaba la reapertura de la frontera entre ambos países y la restauración de las relaciones diplomáticas.
Oficialmente, pues, ya no están en guerra, pero quedan muchos flecos que cortar. Y eso es lo que quieren los académicos: hacer de tijera, cuando las cosas aún no están cuajadas del todo.
El deshielo ha llegado después de que Etiopía decidiera ceder a Eritrea el territorio fronterizo disputado que sigue ocupando, a pesar de un fallo contrario de una comisión independiente internacional de 2002 respaldada por la ONU. El rechazo de Addis Abeba a dar su brazo a torcer bloqueaba las relaciones bilaterales, a pesar de que los dos países ya habían puesto fin a las hostilidades tras la guerra que los enfrentó entre 1998 y 2000, que dejó 80.000 muertos.
Eritrea era una “entidad autónoma” federada de Etiopía, que fue anexionada en 1962 por el emperador etíope Haile Selassie I. Después de casi 30 años de guerra contra el poder central, expulsó en 1991 a las tropas etíopes y declaró su independencia en 1993. Sin embargo, los dos países no lograron alcanzar un acuerdo para delimitar las fronteras, por lo que estalló una guerra en 1998. La llegada al poder del primer ministro ahora premiado en Oslo ha cambiado las cosas de forma esperanzadora y rápida.
A los efectos desgarradores de la guerra se suma que más de 700.000 personas sufren en Eritrea a causa de la actual sequía, la falta de comida y la escasez de agua, según la organización humanitaria CARE. En el Cuerno de África, más de dos millones de personas no tienen acceso a las raciones de comida necesarias.
Por eso, ahora con Nobel y todo, estamos ante una de las emergencias más acuciantes señaladas para este 2019 por Naciones Unidas. Que el impulso de la comunidad internacional cuaje o quede en un diploma depende del empeño de todos, de los actores locales a los mundiales.