Daniel Roseberry: "A veces, hay que rebelarse contra la belleza para poder regresar a ella"
The Matador es irreverente, atrevida, romántica y ligeramente nostálgica, pero, por encima de todo, es un tributo al exceso.
Schiaparelli presenta, de la mano de Daniel Roseberry, su colección de alta costura para la temporada de Otoño-Invierno 2022. The Matador es irreverente, atrevida, romántica y ligeramente nostálgica, pero, por encima de todo, es un tributo al exceso.
Fiel al estilo del diseñador de moda Daniel Roseberry, que revolucionó el mundo de la moda desde su puesta al frente de Schiaparelli hace dos años, convirtiéndose en el único estadounidense al frente de una de las marcas que conforman la alta costura francesa. Esta es su cuarta colección y llega en un punto de éxito para el diseñador después de que Lady Gaga escogiese uno de sus modelos para el acto de investidura de Joe Biden y Kamala Harris.
Sus diseños han abierto una nueva visión en el mundo hasta entonces rígido de la alta costura, se ha inspirado en movimiento raciales, en el feminismo y, sobre todo, en las creaciones más imaginativas de Elsa Shiaparelli. Aunque hasta el momento había rechazado la nostalgia en el mundo de la moda, Daniel Roseberry ha querido rendir homenaje a la fundadora de la marca y diseñadora del Surrealismo con esta colección.
“Esta temporada sentí la libertad para poder hacer algo intensa e indudablemente bello. Porque a veces, hay que rebelarse contra la belleza para poder regresar a ella”, afirma el diseñador. Para ello dividió la colección en tres partes: un tributo a las chaquetas de Schiaparelli, las joyas que funcionan como elemento clave de la firma y, por último, una celebración del color.
El resultado es una combinación de piezas denim, decoradas con bordados y rosas, junto con mangas curvas que homenajean a la colaboración de Jean Cocteau con la marca. De hecho, el primer look es una pieza que se ha diseñado a partir de retales vintage y recrean la prenda original que formo parte de una de las creaciones más originales de Elsa Schiaparelli en los años 30.
Con las joyas y el cuerpo se crea un lenguaje visual que recuerda a un diálogo entre la suavidad y la dureza. El contraste entre los humano y lo metálico se consigue gracias a unos elementos pintados a mano en el oro clásico que finalizan con una explosión de color. Inspirándose en el Renacimiento, busca lo excesivo y lo extravagante, tanto en los colores como en las propias prendas, por ejemplo un vestido de terciopelo negro con una gran rosa en el centro.
El espíritu tras esta colección que, aunque será para el invierno, transmite la energía indomable de la primavera, queda reflejado en estas palabras de su diseñador: “Esto es lo que quiero: no más piezas que tienen el aspecto de haber podido ser hechas por cualquiera, no más cinismo, no más ironía, no más timidez, no más frialdad. Dadme más belleza, más romance, más esfuerzo.”