Daniel Corey, un artista marcado por el confinamiento y la esperanza
“Quería crear fotos artísticas, pero no tenía nada para trabajar a parte de mi propia cara”, señala sobre su nuevo proyecto.
El confinamiento y la pandemia que detuvieron el mundo en 2020 supusieron para el estadounidense Daniel Corey una fuente de creatividad. El escritor, guionista, músico y director se ha embarcado en un nuevo proyecto creativo que presentó en su cuenta de Instagram de la siguiente manera: “Quería crear fotos artísticas, pero no tenía nada para trabajar a parte de mi propia cara”. Surge así una serie de más de 200 fotografías conceptuales bajo el nombre Map of the World.
Con esta obra, que él mismo define como “terapéutica”, pretende transmitir un mensaje de esperanza. Una propuesta más que se suma a la abundante trayectoria de Daniel Corey, que comenzó escribiendo obras de teatro para acabar fundando Dangerkatt Creative Studio en 2007. La empresa de producción ha cubierto las numerosas aventuras creativas en las que se embarca Corey, entre ellas la publicación de su novela gráfica, El Profeta, y sus tres series de comics entre las que destaca Moriarty, que narra las aventuras del archienemigo de Sherlock Holmes.
Tus áreas de trabajo son bastante variadas, has trabajado como director, guionista y escritor tanto de novelas como de obras de teatro y comics. ¿Encuentras alguno de estos roles especialmente atractivo o son todos igual de importantes para ti ahora?
Es cierto que hago bastantes cosas. Cuando estaba estudiando, que ya ha pasado un tiempo desde entonces, fui a un par de universidades y me licencié en tres grados distintos. Estudié música, periodismo y medios digitales. Podría decirse que debido a eso me convertí en una especie de artista generalista.
Cuando era joven y estaba estudiando todo eso, pensé “estoy haciendo tantas cosas diferentes que nunca se van a conectar” Pero acabaron conectando. Es algo que pasa en la vida de todos. Vas a la escuela o lo que sea, después sigues adelante y, al final, todo lo que has aprendido se une y da sus frutos.
He trabajado en la transcripción de noticias, ahí fue donde el periodismo, la escritura y las habilidades tecnologías entraron en juego. Después, pasé a trabajar como escritor de una variedad de cosas: obras de teatro, guiones, comics y novelas gráficas. Trabajé con artísticas buenísimos en mis comics y eso hizo que me interesase por las artes visuales. Así empecé con la fotografía, primero con la urbana y luego todo se juntó para culminar en el proyecto de Map of the World.
Hace 13 años desde que publicaste tu primera novela gráfica y antes de eso ya habías trabajado escribiendo algunas obras de teatro que tuvieron éxito. ¿Ha cambiado el negocio desde que empezaste?
Sí, completamente. Internet, la tecnología y las redes sociales son especialmente maravillosas para las artes visuales. Te proporcionan una plataforma de exhibición, así es como me habéis encontrado vosotros.
Tengo tres cuentas de Instagram. Una, para mi fotografía; otra, para todo lo de la cultura pop y mis comics; y ahora acabo de empezar una nueva para el proyecto de Map of the World. Gracias a esto, mucha gente ha tenido la oportunidad de encontrarme y de descubrir la serie de fotografías. Esto no era posible no hace tanto tiempo. Cuando era pequeño, ibas a un museo de arte y esa era la única oportunidad que tenías de verlo. Es maravillosos que el mundo se haya vuelto tan accesible, ahora podemos descubrir mucho más.
Por ejemplo, también es bastante interesante que, el trabajo que he hecho cuando he escrito comics, se ha vuelto cien por cien digital. Escribo las historias, encuentro a mis artistas y ellos dibujan todo usando cosas como Photoshop. Después solo lo montamos y se lo enviamos a la editorial online. Ella lo imprime, lo manda a China, Corea o Nueva Jersey y ya está.
Además, los medios digitales nos permiten ser algo así como estrafalarios y enigmáticos. Cosas como los nombres de las páginas web, quiero decir, mi compañía se llama DangerKatt. -Deja escapar una risa al hacer este comentario-. Ahora tenemos la posibilidad de hacer fotos a nuestras caras y poner mapas encima. Si viviese en los ochenta o los noventa no habría podido hacerlo. Son todos estos nuevos medios los que me permiten hacer estas locuras, estas nuevas formas de arte.
Este último proyecto es bastante distinto a los que habías hecho hasta ahora. ¿Cómo se te ocurrió la idea?
Bueno, eso es interesante porque fue durante la cuarentena. Llegó la pandemia y yo vivo en los Ángeles, que era una especie de zona de riesgo, así que estuvimos en casa todo el tiempo. Mi mujer y yo salíamos para ir a la compra, nada más. Entonces Sigma-photo empezó a hacer concursos semanales de fotografía en casa. Hacías algunas fotos y las subías a su blog, como una especia de reto creativo.
Cada semana tenía que pensar una idea nueva y, claro, no había mucho así que hacía fotos a mi gato o a las cosas que tenía por casa. Pero entonces empecé a hacer fotos a mi cara, primero planos. Así que tenía esta imagen de la parte superior de mi cara, desde la nariz hasta la frente, ya sabes, y eso era todo. Pero cuando acabó el concurso y la pandemia empezaba a remitir, jugué con esta única foto una y otra vez. Hacía cosas como ponerle distintos filtros, superponer otras imágenes o resaltar zonas. Acabé con una foto, que es la primera de la serie, en la que mi cara se ve muy oscura y marcada.
Entonces pensé “así es como me siento ahora y como me he sentido la mayor parte de la cuarentena. ¿Qué me haría sentir mejor?” Y empecé a añadir capas con cosas que me gustaban encima de mi cara, ya sabes, para ver como iba. Fue ahí cuando, para mí, el proyecto despegó.
Tenía imágenes de mi fotografía urbana, algunas del mar y seguí buscando distintos mapas. Iba a sitios de descargas gratuitas y las ponía sobre mi cara porque pensaba: quiero que el mundo vuelva y quiero verlo otra vez. Así acabé con trescientas imágenes y empecé a subirlas a mis redes, esto fue antes de crear la cuenta específica para Map of the World, y publiqué una al día durante cien días.
Me producía tanta satisfacción deslizar haca abajo y verlas todas. No pienso en ellas como si fuese mi cara en el sentido de “oh, me gusta mirar mi cara”. No es así para nada. Solo me gusta mirar a todos los colores y patrones, me da satisfacción y esperanza. Fue casi terapéutico para mi y quise que fuese de ayuda también para los demás.
¿Cómo fue el proceso creativo?
Depende. Por ejemplo, en una de ellas utilicé un texto de la Biblioteca Británica en Londres como capa para superponer a mi cara. Mi mujer y yo tuvimos la suerte de hacer un viaje en 2019, antes de que pasase nada, e hice un montón de fotos a los documentos que han acabado sirviendo muchas veces como elemento de la colección Map of the World. Hay otros que tienen notas musicales. Uno es de una partitura escrita a mano por J.S. Bach y otra de un manuscrito de Mozart, les hice fotos y también los usé como capas. Estoy deseando volver a los museos, iría al Getty Center y esos sitios porque quiero hacer fotos a más documentos.