Cursicracia
El activismo social y político se practica desde un nuevo tipo de discurso verbal tan afectado que lo vuelve inofensivo contra aquello que pretende combatir.
La opinión publicada en nuestro país recoge casi a diario el debate entre los partidarios de la república y la monarquía, ignorando que hace tiempo ya que España se ha unido al resto de los países de nuestro entorno en la adopción de un nuevo régimen político, la cursicracia, en donde los poderes reales económicos siguen siendo los mismos que en los regímenes presidencialistas o monárquicos, si bien ahora además el activismo social y político se practica desde un nuevo tipo de discurso verbal tan afectado, tan rancio, de una pseudosofistación tan hortera, que lo vuelve completamente inofensivo contra aquello que pretende combatir.
No se preocupe si no entiende nada. Usted también puede ser un cursícrata siguiendo tres sencillos pasos que le expongo a continuación. Le espera la gloria parlamentaria, su ingreso en la categoría de prócer, la victoria moral entre todos los miembros de sus redes sociales:
1. Hable de casos particulares:
“Venía de camino a este mitin y me paró una joven, Verónica, por la calle. Me impresionó lo que me dijo...”. “Hoy quería hablarles de Tomás. Tomás es un niño cuya madre me escribió una vez...”. No haga nunca discursos abstractos. Las personas no son números. Son letras. Concretamente, las letras de sus nombres. Si cada persona contiene la humanidad, la persona que a usted te interese contendrá la humanidad que a usted le interese. El grado de Cursi Premium se obtiene cuando el caso particular contado es el suyo propio. El grado de Cursi Premium Plus se obtiene hablando de un perrete.
2. No tema al exceso:
La hiperglucemia es un constructo social. En el ámbito de la intensidad solo se puede pecar por defecto. ¿Para qué usar el verbo “estar” pudiendo usar el verbo “ser”? ¿Por qué usar el verbo “ser” con predicado cuando se puede usar el verbo “ser” a secas? Descubra el Mediterráneo cuantas veces haga falta. Toda la historia de la Humanidad culmina en la frase que está a punto de decir. Mire la taza de Mr. Wonderful en la que toma el café. Quizá ahí esté el remate del discurso que está buscando y que Marx no supo escribir.
3. Use neologismos:
El neologismo es un valor per se. No olvide que la realidad es un invento del lenguaje. En el principio fue el verbo, concretamente el verbo “ser”. ¿“Discapacidad”? No, por amor de dios. ¿“Diversidad funcional”? Mmm... un poco mejor, pero aún no es suficiente. ¿Por qué no “nuevas normatividades neurofuncionalmente coexistentes”? El neologismo no solo aporta información sobre aquello de lo que se está hablando, sino, sobre todo, sobre aquel que está hablando. ¿Cómo pudo el ser humano tener la miseria moral de no decir hasta ahora “los cirujanos, las cirujanas y les cirujanes”? Suerte que ha llegado usted.
Estos tres mandamiento se resumen en uno: no pierda ocasión de ser muy cursi. Hable de lo que hable, aprovéchelo para dejar claro quién es usted. De hecho, hable de lo que hable, hable con la finalidad de hablar de usted. El votante le vota a usted, no a sus ideas. En la papeleta aparece su nombre, no su programa electoral. La cursilería es el sistema métrico del yo exaltado y la cursicracia es la democracia que se rige por el lema “una identidad, un voto”.