Cuarenta años no son nada: mujeres, arte e ideología
"Por qué el arte de las mujeres se ha tergiversado".
Cuando en 1981 se publicaba Old Mistresses. Women, Art and Ideology, tanto Rozsika Parker como Griselda Pollock, sus autoras, estaban imbuidas en una Segunda Ola feminista que, en lo respectivo a la Historia del Arte, estaba casi en unos inicios de revolución.
Esa Segunda Ola entendió que las imágenes eran parte fundamental del problema de las mujeres, su representación y la reproducción de los estereotipos sexistas que limitaban sus vidas. Desmantelar la estructura que había construido el relato histórico-artístico bajo el paraguas del genio masculino y había dejado fuera a las mujeres y todo lo ajeno al canon.
Era una empresa compleja que Pollock y Parker abordaron sin titubeos en este libro, convertido ya en referente indiscutible del feminismo en el arte. Cuatro décadas después es una celebración que Akal haya decidido traducirlo al español y facilitar su lectura más allá de la lengua inglesa.
Una fecha no casual, cuarenta años de reflexión y activismo feminista que sitúan este libro en una actualidad absoluta. Los prólogos de Maestras antiguas. Mujeres, arte e ideología dan cuenta de ello.
El primero, el de 1981, sentencia lo que será la revolución feminista en la disciplina: “Lo que queremos saber es cómo y, más significativo, por qué el arte de las mujeres se ha tergiversado y qué revela ese tratamiento de las mujeres en el arte sobre la base ideológica de la producción escrita y la enseñanza de la Historia del Arte”.
Aquí lo vemos claramente: una frase de hace cuatro décadas absolutamente actual. En el prólogo de 2013 Pollock (ya sin Rozsika, fallecida en 2010) continúa hablando de esa “crítica del sexismo estructural de la propia disciplina” y sentencia: “En realidad, no hubo grandes mujeres artistas porque las instituciones y las actitudes sociales limitaron a las mujeres, negándoles el acceso a las formas básicas de instrucción artística y creando para ellas espacios vitales sumisos y domésticos. Es más, el propio concepto de genio, de grandeza, era en sí de género masculino”.
Finalmente, en el prólogo de esta edición de 2021 encontramos a una Pollock mucho más radical en sus planteamientos (esa radicalidad feminista que aborda el conjunto de desigualdades desde la raíz). Es un lujo encontrarse a una autora así, de nuevo volviendo sobre su texto tanto tiempo después, y con unos planteamientos tan claros y brillantes: “Descubrimos y demostramos que la misma Historia del Arte (…) era estructuralmente sexista y sistémicamente patriarcal. (…) Y aún más significativo, nos dimos cuenta de que había sido en el siglo XX cuando tal cosa se había hecho en mayor grado”.
Pollock y Parker abordan, en este libro tan necesario, cómo la propia estructura de la disciplina de la Historia del Arte no es neutra y todos y todas aprehendemos la ideología patriarcal que reproduce, sin ser conscientes de ello. “No se trataba de acusar a nadie de prejuicios. Queríamos demostrar que cualquiera que se introdujese en la Historia del Arte o que absorbiese sus protocolos y su lenguaje, asimilaría también sus ideologías generalizadoras y sus sistemas de valoración condicionados por el género, con independencia de cuál fuera el género del historiador del Arte”.
Un libro pionero, radical, feminista, profundo y vehemente que nos abrió los ojos a muchas historiadoras y que sigue siendo, en 2021, un referente sobre el que volver.