Cuando te dice que el condón le da alergia...
Algunas prácticas aparentemente divertidas, entrañan riesgos que no valen la pena.
El planeta había sido invadido por agentes de otros mundos que silentes, fueron haciendo mella en aquellos que osaban saltarse las normas de las castidad impuestas por la ética y el buen hacer. Invisibles al ojo humano consiguieron acabar provocando desastrosas consecuencias.
Cuando escuchaba en la facultad hablar de sífilis o gonorrea, mi mente viajaba a la Edad Media o más lejos aún, a las bíblicas Sodoma y Gomorra. Tras el auge que volvieron a tener en los avatares de conquistas varias, permanecieron anónimas hasta que llegaron al presente cual Terminator convertidas en supervillanos con diferentes poderes que verían facilitado su ataque ante la ausencia de barrera protectora.
En el ahora, la gente había perdido el miedo y, relajada, se dejó engañar. chlamydia y gonococo atacarían aparentemente sólo a los hombres, quienes manifestaban sus daños con más rapidez que sus compañeras las mujeres que ignoraban que, entre otras cosas, su fertilidad estaba en juego aunque no manifestaran ningún síntoma en los primeros momentos.
Treponema pallidum era un agente especial, sus daños podían parecer una simple úlcera (sífilis primaria) que, sin tratar, podía provocar meses después manifestaciones muco-cutáneas (sífilis secundaria) y, sin ni siquiera haber sospechado el origen, acabar provocando hasta 30 años tras la infección problemas cardiacos, óseos o neurológicos (sífilis terciaria).
Los 80 nos trajeron canciones y programas de TV dignos de recordar, pero también fue el momento de aparición de un nuevo villano que acaparó portadas, el VIH se llevó a grandes referentes, Rock Hudson del cine o Freddy Mercury de la música; de ahí, que provocara el miedo al contagio de una población aterrorizada en lo que suponía el regreso de la peste invisible que afectaba a homosexuales y drogadictos, suponiendo un doble rechazo por parte de una sociedad moralista. Incluso, motivó campañas estatales para prevenir la infección como la mítica “póntelo, pónselo”, pero esto duró poco y demasiado pronto desapareció el miedo. A la banda de malvados se les unió la mafia encabezada por el papiloma, un verdadero Padrino dirigiendo a su clan; por un lado, la banda del condiloma (menos agresiva pero más visible), por otro, los que se encargaban de daños colaterales, pero sobre todo, destacaban los dos matones del clan cuyo nombres en clave, 16 y 18, eran temidos como el cáncer que podían acabar provocando.
Hasta ahora los superhéroes habían conseguido mantener a raya a los supervillanos gracias a sus poderes. Chlamydia, sífilis y gonococo iban cayendo como moscas con los antibióticos hasta que empezaron a hacerse resistentes. Por su parte, los antirretrovirales habían conseguido los mayores éxitos, ahora ya no morían de SIDA y los contagiados por VIH podían hacer vida normal saliendo de la exclusión. También se comenzó a experimentar con una pastilla que evitaría el contagio antes de la exposición en grupos de riesgo.
Por su parte, la policía secreta consiguió unas armas poderosas contra la mafia del papiloma y así habría vacunas que frenarían los ataques de la banda del condiloma y de los matones del clan.
Pese a todo esto, muchos habían olvidado que la principal barrera frente a todos los agentes invasores estaba en sus manos y la habían dejado de usar. Por muchos antibióticos y vacunas que fueran saliendo, la invasión seguiría avanzando en diferentes frentes si no se ponía freno con ella.
Da igual el planeta que sea, todos son susceptibles de ataque. Algunas prácticas aparentemente divertidas, entrañan riesgos que no valen la pena. Consumir drogas o alcohol puede hacer que olvidemos la necesidad de conectar la barrera.
Serán necesarias nuevas campañas que recuerden a todos lo del “póntelo, pónselo”, porque no hay tanta alergia al condón como la referida por muchos, más mental que física, y esa no la cura ni el mejor antihistamínico.
Por último, recordarte que si sales de fiesta, no olvides dos cosas importantes: