Cuando los poderosos piden perdón

Cuando los poderosos piden perdón

El arrepentido busca ganar doblemente, nada y guarda la ropa, se beneficia de lo obtenido con su trampa y además se presenta ante la sociedad como un ser noble.

Boris Johnson, Novak Djokovic y el Príncipe Andrés.Getty Images

Nunca he estado seguro de entender esa terrible sentencia de Spinoza, según la cual el arrepentimiento no es una virtud porque no sale de la razón y el hombre que se arrepiente es doblemente miserable. Y mira que me interesa la filosofía del pulidor de lentes. Supongo, digo yo, que Spinoza quería decir que pretender limpiar una falta sólo con una contricción emocional, y no con las obras que la corrijan o la compensen, es una vileza que se añade a la ya cometida.

El arrepentido busca ganar doblemente, nada y guarda la ropa, se beneficia de lo obtenido con su trampa y además se presenta ante la sociedad como un ser noble y dotado de altura moral. ¿Nunca he estado seguro de entender la terrible sentencia de Spinoza? Bueno, miento, hay una situación en la que se me presenta diáfanamente clara: cada vez que es un poderoso el que pide perdón públicamente.

Le hemos visto [a Boris Johnson] esta semana pedir perdón por sus fiestas durante la pandemia como un rinoceronte al borde del derrumbe que hablara con acento de Oxford

El poderoso que se arrepiente sí que es doblemente miserable. Y hoy me estoy refiriendo a Boris Johnson. Agarrado a ese atril corroído por el sudor de cuantos primeros ministros británicos le han precedido, le hemos visto esta semana pedir perdón por sus fiestas durante la pandemia como un rinoceronte al borde del derrumbe que hablara con acento de Oxford.

Al parecer, no se sintió afectado por las normas dictadas para todos los súbditos de la reina que velaba el cadáver de su marido aquellos días. “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Afirmó que creía estar asistiendo a una reunión de trabajo. Triplemente miserable. Y no ha presentado su dimisión. Cuádruplemente miserable. Todos los spinozistas hubiéramos preferido que Boris Johnson dimitiera sin estar arrepentido a que se arrepintiera sin presentar la dimisión.

Un perdón teatralizado lleva camino de convertirse en el patrón básico de unas relaciones humanas basadas en la farsa afectada y en un pacto implícito de indecencia mutua. El individuo moderno emplea la mitad de su tiempo en pedir perdón y la otra mitad en exigir que se lo pidan. Hoy te ofendo yo y me perdonas tú; mañana me ofenderás tú y te perdonaré yo.

Señor Johnson, Príncipe Andrés, Novak Djokovic, corrijan los errores cometidos; si no pueden corregirlos, paguen por ellos

Es la nueva moneda de cambio de la Justicia Social woke. Aunque habría que desarrollar procedimientos de medida muy sofisticados, intuyo que cometer una fechoría y disculparse por ella arroja al final un saldo favorable: se gana más disculpándose de lo que se perdió delinquiendo. Hacer autocrítica mejora la imagen ante los demás más que ratificarse en los actos propios, a pesar de que todos sabemos que la autocrítica o no es auto o no es crítica.

“Usted está pidiéndonos perdón sólo porque ha sido descubierto”, le afeó a Johnson un diputado laborista, quizá tataratataranieto de Spinoza. Se lo dijo en voz muy alta y a lo mejor le oyó también el príncipe Andrés. Es más improbable que el mensaje haya llegado hasta la habitación de hotel en Melbourne en donde Djokovic se ha disculpado por “errores administrativos” al rellenar los formularios de entrada en Australia ocultando los países en donde había estado recientemente.

Señor Johnson, Príncipe Andrés, Novak Djokovic, corrijan los errores cometidos; si no pueden corregirlos, paguen por ellos; y si no pueden pagar por ellos, vivan con la vergüenza que se han ganado sin pretender ser redimidos por un gesto que absolutamente nadie se cree. Por favor, dejen de pedirnos perdón sólo cuando les conviene pedirnos perdón. Quizá entonces lo obtengan.

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Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.