Cuando la realidad supera a la ficción
El actor y director Javier Calvo ha inspirado a toda una generación de jóvenes. "Descubrí mi sexualidad a la vez que mi personaje descubría su sexualidad".
Fotografías de Carlos Pina
Solo tiene 28 años y ya es una estrella en España. Javier Calvo llega a su recién estrenada oficina en el centro de Madrid, se enciende un cigarrillo y coge una cerveza de la nevera, que no acabará. Son las nueve y media de la noche y todavía le quedan unas cuantas horas de trabajo por delante. Por mucho que en España se disfrute de la noche, no son horas para una jornada laboral.
Pero en su caso la creatividad no entiende ni de horarios ni de fines de semana. El actor, director de cine y productor, nacido en Madrid en 1991, no para un momento quieto. Va, viene y en la silla no se sienta: casi baila de tanto movimiento. “Sí, me muevo más...”, confiesa entre risas. No hace falta que lo jure. Al final del pasillo de la oficina, su equipo monta la tercera temporada de Paquita Salas, una serie de televisión que dirige desde 2016 junto a su novio, Javier Ambrossi. Se estrenó en canales minoritarios de Internet, Netflix le echó el ojo, la sumó a su catálogo internacional y asumió la producción de las siguientes temporadas. Hoy es una de las series más cool en España.
No llega a los 30 años y Calvo ya es un referente del mundo de la cultura y el espectáculo en el país. Hay muy pocos que no sepan quién es y las más altas personalidades del país suspiran por tenerle en sus fiestas y actos. No es una exageración: cuando en octubre de 2018 el presidente del país, Pedro Sánchez, convocó un encuentro privado con las más altas esferas de la empresa, la política y la comunicación para celebrar sus primeros cien días de Gobierno, Javier Calvo figuraba entre esos invitados. “¡Fue muy fuerte!”, recuerda aún con emoción. Al día siguiente era, junto a su pareja, el protagonista de las portadas de los principales periódicos del país. Ni siquiera el multimillonario Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y uno de los principales constructores del mundo, pudo competir contra Javier y su pareja.
Todo lo que Calvo toca lo convierte en tendencia. Su forma de vestir —durante la entrevista lleva puesta una sudadera de color amarillo, de ASIF Clothing, la marca de ropa que ha lanzado este año junto a su novio—, su estilo de vida, sus declaraciones, sus gustos musicales, sus fotos en Instagram, sus tuits… Todo trasciende y mantiene una filosofía vital que el propio Calvo tiene tatuada en el brazo: “Lo hacemos y ya vemos”.
Nadie duda de que se le pueden hacer reproches y críticas, pero nunca se le podrá echar en cara que no intente hacer cosas nuevas. Que no arriesgue. Los proyectos se acumulan encima de la mesa. “En cuanto terminemos de montar Paquita Salas, que se estrenará próximamente, nos vamos a poner con nuestra próxima obra [una serie sobre La Veneno]”, cuenta.
No lo tiene tatuado, pero en el brazo le cabrían algunos fracasos y bastantes éxitos. Entre los primeros, los momentos de incertidumbre y soledad cuando el teléfono no sonaba para proponerle papeles en la tele o el cine. O los momentos de infelicidad que vivió en su adolescencia. “No era muy querido en el instituto. No viví una buena situación. Nadie me miraba. Y quien me miraba, no me miraba demasiado bien”, evoca. Por aquel entonces Calvo tenía 15 años.
Durante esos años hizo sus pinitos en el mundo del teatro. Hasta que se presentó a una prueba de una reconocida agencia de actores —la misma que descubrió a Penélope Cruz— que buscaba caras nuevas. Él encajaba en el perfil.
Fue elegido para protagonizar la serie de televisión Física o Química, que se emitió en Antena 3, una de las principales cadenas de televisión del país. “Fue un cambio absoluto en mi vida. Una mañana no era nadie y, de repente, al día siguiente llegué al instituto y todo el mundo sabía quién era”, cuenta. El éxito de esa serie fue tal entre los jóvenes y adolescentes que aún hoy, una década después, hay quien le llama Fer, como su personaje.
Fer fue mucho más que un simple papel para Calvo. Lleva incluso tatuado ese nombre en su mano derecha. “Descubrí mi sexualidad a la vez que mi personaje descubría su sexualidad en la serie. Física o Química fue un despertar en muchos sentidos. La transición de Fer fue mi transición”, confiesa. Y es que el adolescente al que daba vida era un chico gay que al principio sufría acoso en el instituto para luego ser aceptado por todos sus compañeros. Fue un adelanto en la ficción de lo que poco más tarde le ocurriría en la vida real: “Yo no sabía que el personaje era gay. Me enteré a medida que empecé a leer los guiones”, rememora.
Su trabajo en la serie Física o Química le consolidó como un referente para millones de espectadores, aunque a él no le gusta que le identifiquen así: “Ser un referente implica no poder hacer cosas mal. Yo me equivoco muchas veces, yo estoy aprendiendo. Lo único que hago es contar historias que me representen y que representen a gente como yo”.
Calvo lamenta que el avance social que se ha producido en España en los últimos 15 años —en 2005 un Gobierno socialista aprobó el matrimonio igualitario— no existiera de una forma tan clara durante su infancia. “A mí me hubiera gustado haber crecido con esos referentes, gente que pudiera admirar mi padre o yo, que fueran LGTBI. Que hubiera una visibilidad y una presencia para entender que lo que a mí me pasaba no estaba mal”, apunta. Hoy él representa la normalidad de ser gay en una sociedad diversa.
Su salida del armario no fue, con todo, nada sencilla. Dudas, inseguridades, terror al rechazo y al qué dirán. “Al principio me daba miedo que me hicieran una foto con un chico, que me pillaran de la mano… ¡Fíjate qué tontería! porque mis padres todavía no lo sabían”, confiesa.
No se lo dijo a su familia hasta que conoció a Javier Ambrossi, su pareja desde hace siete años. “Sentarme a hablar de ello me daba mucha pereza y mucho miedo. Cuando tuve un novio estable y decidí que me iba a vivir con él, salió la conversación”. En ese momento se atrevió a pronunciar lo que ellos ya intuían: “Que sepáis que soy gay, que tengo novio y que me voy a vivir con él”.
Desde entonces su relación no ha hecho más que consolidarse. Ambrossi le pidió matrimonio a Calvo en septiembre de 2017, aunque todavía no se han casado. “Lo tenemos pendiente, pero no tenemos ni un minuto libre”, confiesa.
Precisamente, Calvo es el responsable de que José Luis Rodríguez Zapatero, el expresidente que aprobó el matrimonio igualitario, enviara su primer mensaje en Twitter. “Tan importante como saber donde estábamos entonces es asumir si nos reconocemos en lo que hemos sido”, escribió Zapatero desde la cuenta de Calvo. Un tuit que acumula más de 18.000 me gusta desde enero.
Conocer a su novio, Javier Ambrossi, le cambió la vida personal y profesionalmente. Tras un periodo sin actividad como actor, Los Javis —como se conoce artísticamente a la pareja— estrenaron el musical La Llamada en 2013. Un fenómeno teatral que acumula seis temporadas, 800.000 espectadores y 13 premios Broadway World, y que ellos mismos llevaron posteriormente al cine.
La película también gozó de reconocimiento del público y de la crítica. Obtuvo cinco nominaciones a los premios Goya, los Oscar españoles. “Fue un sueño que una película, musical, comedia, estuviera nominada a cinco Goyas”. Finalmente solo se llevó uno de los premios. “Ganamos un Goya, a la mejor canción original, con eso ya vale para emborracharse esa noche”.
La Llamada sí fue reconocida como mejor película en los Premios Feroz de 2018, los segundos galardones más importantes del cine en España. Al igual que hiciera Ellen Page con su emotivo discurso en el que salió del armario, Calvo quiso dedicar unas emotivas palabras a los niños gays cuando recibió el galardón.
Sus palabras fueron una inspiración, el aliento necesario para miles y miles de personas que todavía permanecían escondidos. Dijo: “Si algún niño que me está viendo, tiene miedo y siente que está perdido, siente que no le van a querer, que sepa que le van a querer, que va a encontrar su sitio, que va a cumplir su sueño y que Javi y yo escribiremos historias para que él se sienta inspirado”. Lloró.
Normalizar y visibilizar la diversidad es algo que ya habían conseguido Los Javis con su participación como profesores de interpretación en el programa de talentos Operación Triunfo, el American Idol español. Su aparición diaria en la televisión les introdujo en miles de hogares, incluso en aquellos lugares donde los gais están invisibilizados.
Esa es la cara más satisfactoria de la fama, el poder influir en la sociedad y hacerla más justa e igual. “Aunque hay ciertas personas que estamos bien y vivimos una vida acomodada, hay mucha gente que no lo está. No nos podemos olvidar de la gente que lo está pasando mal. Es necesario que haya tolerancia, igualdad y respeto para todos, no solo para unos pocos”.
Que lo diga precisamente Javier Calvo es lo que muchos necesitaban.