¿Cuál es el mayor enemigo del crecimiento?
Uno, dos, tres...
El piloto automático.
Vivir en piloto automático es entrar en un estado plano en el que nada sucede. No hay valles, pero tampoco picos. No hay retos, pero tampoco triunfos. No hay nervios, pero tampoco aplausos. No hay desafíos, pero tampoco conquistas. Es vivir en la penumbra y su causante es la autocomplacencia.
Si el conjunto de páginas que tienes entre tus manos es la fórmula para la inteligencia del éxito, el piloto automático es la fórmula para la falta de ella. Es la antítesis de todo lo que este libro representa, y, sin embargo, son millones los que viven en ese estado de gravitación.
En una empresa, entrar en piloto automático es entrar en estado de metástasis. Es hacer absolutamente nada por avanzar, empujados por una miopía en la que se concluye «para qué cambiar, si esto no va mal». Pero lo peligroso es que que no haya cambios ahora implica que no habrá crecimiento después, ya que...
#LaInteligenciadelÉxito
sólo hay grandes victorias
allá donde antes hubo grandes riesgos.
@Anxo
La solución está en adelantarnos, en implementar cambios ANTES de que la situación los exija, en innovar, en correr riesgos grandes para obtener victorias enormes. Luchar contra el piloto automático incluso cuando las cosas no vayan mal es entender que en 2016 no competíamos en 2016, sino en 2019, ya que la batalla de 2016 ya se había ganado o perdido en 2013; y que lo que determinará que ganemos la batalla en 2025 no son las decisiones que tomemos en 2025, sino las que tomemos en 2022, puesto que la guerra se gana cuando se va por delante. Si ir por delante es sinónimo de innovación, ir por detrás es sinónimo de autocomplacencia. Las empresas que ganan son aquellas que innovan siempre, incluso cuando los clientes no lo piden nunca. No correr riesgos y no innovar equivale a dejar de ser piloto para volverte pasajero en tu propio avión y dejar que tu vida sea pilotada por el peor de los pilotos: la inercia.
Si la solución en la empresa se halla en la innovación, en la vida privada se halla en romper la monotonía: hacer algo diferente para obtener resultados distintos. Poner fin a dejarse llevar para dar paso a empezar a elegir. Dejar de ser escultura para comenzar a ser escultor. Dejar de ser pasajero para empezar a ser piloto, ya que no puedes decir que eres dueño de tu vida si no eres tú quien la conduce.
Tan sólo formúlate esta pregunta constantemente: «las acciones que voy a llevar a cabo esta semana o este mes ¿son fruto de la inercia o fruto de mi decisión?». Si son iguales a las decisiones que has tomado los meses anteriores, lo más probable es que sean fruto de la inercia y el que guía tu vida sea el piloto automático. Sólo si presentan cambios y conllevan riesgos podrás decir que el piloto de tu vida eres tú.