Por qué la falta de microchips debería preocuparte
La escasez de semiconductores, agravada por la pandemia, provoca problemas en la industria en todo el mundo y empieza a afectar al empleo.
Un pequeño dispositivo electrónico está causando estragos en la economía mundial. Los microchips o semiconductores están presentes no solo en los aparatos electrónicos más obvios como el móvil, la televisión y el ordenador, sino también en otros más insospechados como la lavadora, la nevera y el coche.
Su escasez ha provocado un terremoto, especialmente en regiones como Europa donde no se fabrican estos dispositivos. La fábrica de coches de Stellantis en Vigo —antigua Citröen o PSA— ha sido la última en aprobar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) por este motivo que afectará a 3.749 trabajadores.
A diferencia de los ERTE más populares durante la pandemia que implicaban que toda la plantilla se quedaba en casa por el cierre temporal del negocio, este expediente —pactado con los sindicatos SIT, CCOO y UGT— afecta a aproximadamente la mitad de los 7.000 trabajadores que tiene la fábrica y no a todos al mismo tiempo. En concreto, la fábrica paralizará la producción de dos sistemas de montaje en la noche del jueves y en los tres turnos del viernes.
Un trabajador indefinido incluido en el ERTE se verá afectado por la suspensión de empleo durante un máximo de 60 días laborables entre el pasado 5 de abril y el final de 2021, siempre que se hayan agotado antes las otras medidas de flexibilidad. La gran preocupación de los sindicatos en la negociación estaba en los trabajadores temporales de la planta, a los que se ha garantizado un mínimo de trabajo de 80 horas mensuales.
Este expediente es solo uno más de los que afectan a la industria española por culpa de la crisis de los microchips. El sector más perjudicado en los últimos meses ha sido el automovilístico, que representa el 11% del producto interior bruto de España.
Esto se debe a que estas compañías no suelen acumular suministro. Las fábricas de Seat en Martorell (Barcelona), de Stellantis —antigua Opel— en Figueruelas (Zaragoza), de Volkswagen en Navarra y de Mercedes en Vitoria se han visto obligadas a realizar parones en la producción con su correspondiente afectación en el empleo. Las plantas de Renault en Valladolid y Palencia podrían ser las siguientes de la lista, ante la posibilidad de un ERTE inminente que afectaría a 9.159 trabajadores.
Sin embargo, este sector no ha sido el único perjudicado. Algunos fabricantes de electrodomésticos también empieza a notar los problemas. La planta de BSH en La Cartuja (Zaragoza) ha tenido que ralentizar su producción de lavadoras y ha decidido no renovar el contrato laboral a unos 70 trabajadores temporales, según cuenta Heraldo de Aragón.
La ausencia de semiconductores ha perjudicado también a grandes lanzamientos a nivel internacional. Esta crisis ha estado detrás de los retrasos para comprar la nueva videoconsola PlayStation 5 y la nueva XBox y del retraso en el lanzamiento del nuevo móvil de Samsung.
“El problema de los semiconductores es algo recurrente en el tiempo. No es la primera vez que sucede, ya que ha habido constantes roturas de stock. Esto es algo que ocurre cíclicamente. La diferencia es que, en esta ocasión, ha pasado en muy poco tiempo y la recuperación no está siendo ni va a ser tan rápida como en las anteriores”, explica Cristian Castillo, profesor de estudios de economía y empresa en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La pandemia dispara la demanda
Los fabricantes de semiconductores se han visto desbordados por el aumento de la demanda de sus productos, cada vez más presentes en nuestras casas. ¡Quién iba a pensar hace unos años que una aspiradora necesitara conectarse a internet!
La pandemia del coronavirus ha complicado el comercio internacional y, a la vez, ha disparado las ventas de ordenadores portátiles y tabletas para poder trabajar desde casa, especialmente durante los confinamientos decretados durante la primavera pasada para prevenir los contagios.
Este repentino aumento de la demanda supuso un problema para la industria automotriz, que tuvo que cerrar sus fábricas. Si no se podía salir de casa, nadie se podía comprar un coche nuevo. Ante esta situación, se redujeron los pedidos de todos sus componentes, incluidos los microchips.
“El coronavirus provocó que parte de esa electrónica que estaba destinada al sector de la automoción, debido a la reducción de ventas, se destinase a la electrónica de consumo como pueden ser ordenadores, tabletas, etc. con el incremento del teletrabajo”, asegura Castillo.
Cuando las empresas automovilísticas han querido retomar su actividad al mismo nivel que antes de la pandemia, se han dado cuenta de que los fabricantes de dispositivos electrónicos se han apoderado de las existencias de microchips. “El stock se ha acabado, quedándose principalmente en empresas asiáticas”, señala Castillo.
La escasez de microchips en el sector automovilístico no afecta solo a España. Las fábricas de General Motors y Ford en Estados Unidos o de Nissan en Japón también han visto ralentizada su producción.
Los ecos de la guerra comercial
Otro factor que ha afectado notablemente ha sido la guerra comercial existente entre Estados Unidos y China, un conflicto agravado durante la presidencia de Donald Trump. Su administración puso en marcha un proyecto llamado Red Limpia (Clean Network) para limitar el poder de la tecnología china.
″El objetivo era evitar al máximo los contratos comerciales en los que hubiese de por medio tecnología estadounidense y empresas chinas. Esto provocó una convulsión del sector porque todo está relacionado. EEUU no puede romper drásticamente con China. El principal fabricante de semiconductores chino se llama SMC, que tiene como uno de sus principales clientes a Qualcomm. Si EEUU hace boicot a esta empresa china, también se está afectando a sí misma”, explica Castillo.
Ante esta situación, China actuó a la defensiva haciéndose con la mayor parte de las existencias de semiconductores. “La guerra comercial provoca que haya guerra para ver quién se queda con más stock de semiconductores. China, que es un monstruo, es la que más acapara. Sus importaciones de semiconductores en 2018 fueron de 312.000 millones de dólares, ¡una barbaridad!”, apunta.
Los principales fabricantes están en Taiwán y Corea del Sur
Los microchips empiezan a volverse tan preciados en la actualidad como lo fueron antes el petróleo y el oro. Actualmente, los principales fabricantes se encuentran en Taiwán (TSMC), Corea del Sur (Samsung) y Estados Unidos (Intel). Sin embargo, estos productores no dan abasto para cubrir la demanda. Además, los expertos señalan que esta seguirá al alza.
Por eso, los Gobiernos de medio mundo han empezado a buscar soluciones, como fabricar sus propios semiconductores. Europa actualmente no cuenta con ninguna fábrica de estos dispositivos. “Hay 17 países miembros de la UE, entre los que está España, que han hecho una declaración conjunta para fomentar la investigación y el desarrollo de toda la cadena logística que comportaría tener fábricas de semiconductores en suelo europeo”, señala Castillo.
Incluso un gigante como China está tomando medidas de cara al futuro. “China no es un país productor porque su tecnología no está avanzada y depende de terceros. Por eso, han iniciado un proyecto que se llama Made in China 2025, que tiene como objetivo que para el año 2025 el 70% del consumo de semiconductores sea de producción nacional”, explica.
Estas soluciones son a largo plazo, ya que se tarda varios años en la construcción de estas fábricas. Mientras tanto, tocará esperar por lo menos hasta 2022 para ver la situación normalizarse.