Cosiendo contra el covid: cómo los bajos del Ministerio de Justicia se convirtieron en un taller de mascarillas y batas
Los trabajadores de limpieza del Ministerio, premiados con la Cruz de San Raimundo de Peñafort por su iniciativa durante el estado de alarma.
“Todo comenzó con una llamada desesperada de mi amiga Bárbara, sanitaria del Hospital de San Fernando de Henares. ‘La gente se nos muere y nos sentimos impotentes’, me dijo”. Al otro lado estaba Prado Pascual, miembro del equipo de limpieza del Ministerio de Justicia.
Sintió que debía hacer algo: “Ante las grandes batallas se forjan los mejores guerreros y yo tenía el mejor escuadrón que se podía desear, mis compañeros y compañeras de trabajo”. Manos a la obra, eran los duros días del confinamiento.
¿Qué hacer? Lo tuvieron claro: fabricar batas y mascarillas. Entonces convirtieron los bajos del Ministerio de Justicia en un improvisado taller. Cosieron como “si no hubiera mañana”, cuentan tras estos meses. Hoy miran con orgullo, y lágrimas también, aquellos duros días. Y el propio Ministerio ha decidido homenajearlos esta semana con la entrega por parte del titular, Juan Carlos Campo, de la Cruz de San Raimundo de Peñafort.
Un cúmulo de emociones para estos trabajadores del Ministerio que recuerdan cómo era difícil también trasladar durante el confinamiento su ayuda: “Las batas y mascarillas viajaron en metro, autobús y en el coche pasando cada día controles de carretera”.
“No nos consideramos héroes ni heroínas, creíamos que era nuestro deber como seres humanos ayudar en todo lo posible”, dijo en el acto de entrega de la medalla Prado Pascual emocionada.
Sacaron tiempo en casa y en los bajos del Ministerio, que se convirtió en un improvisado taller para colaborar para salvar vidas en aquellos fatídicos días en los que España llegaba a contabilizar casi mil muertos por jornada. Un país que sufría cada hora al no llegar material, con los hospitales colapsados. Escalofríos al recordarlo.
Y estas 13 mujeres y dos hombres decidieron no quedarse con los brazos cruzados. Aquella iniciativa personal pronto se convirtió en un grupo muy bien organizado, que contactó con una fábrica de Valencia para lograr las telas. Se fueron sumando personas anónimas y recibía donaciones de particulares: todos a una, los aplausos se convirtieron en hechos en los bajos del Ministerio en la calle de San Bernardo.
Una historia que tiene otro ”ángel”, José Capilla. Un amigo de la niñez de Prado: “Estaba utilizando su propia empresa, cerrada por la situación, para adquirir, cortar y repartir tejido homologado. Tan sólo preguntó: ”¿Cuánto podéis coser?”. Y así pusimos en marcha esta cadena de producción”.
Emociones, unidad, coraje, solidaridad y unos dedos que cosieron batas y mascarillas que han salvado vidas. Un trabajo anónimo que hoy merece esa Orden de la Cruz de San Raimundo, que fue entregada en un emotivo acto este martes. No faltaron las lágrimas y las risas de complicidad. Porque, como dijo el propio ministro, la Justicia no son solo jueces y fiscales. También son historias anónimas cosiendo desde el Ministerio en los días más duros de este país.