Coque Malla: "Es muy de abuelo denostar la música actual"
El cantante presenta su disco recopilatorio 'El astronauta gigante'.
“Por fin he invertido el dinero en algo bueno”, bromea Coque Malla desde su local de ensayo en el madrileño barrio de Villaverde. Desde allí plantea las escenografías de la gira, prepara los arreglos de sus trabajos y ensaya.
El cantante sigue manteniendo su esencia, también sus camisas de flores y sus chalecos. Aunque admite que ha madurado mucho desde su primer trabajo. El que fuera líder de Los Ronaldos empezó en el mundo de la música con apenas 17 años y este mes de octubre ha cumplido 52.
Desde esos inicios, solo han llegado éxitos a los sones de Adiós, papá, No puedo vivir sin ti o Me dejó marchar que le han acompañado hasta este punto de su carrera en el que lanza un quintuple disco recopilatorio de éxitos y rarezas titulado El astronauta gigante.
A pesar de verse en esta retrospectiva de su carrera, Malla tiene cuerda para rato y no piensa ni parar de componer ni desviarse de su trayectoria musical en la que “está muy ocupado”.
Se dice que los artistas sacan un recopilatorio cuando ya han tocado techo en su carrera, ¿para ti es eso o es un parón para mirar atrás y seguir?
Esperemos que no, que no sea porque me he quedado seco (risas). No tengo esa sensación para nada. Tengo la sensación de tener un nervio compositivo, tengo un montón de acordes nuevos, melodías nuevas que cantar. Y, sobre todo, la incorporación de Miguel Malla, mi hermano, que trajo todo su talento con los arreglos de cuerdas, de vientos, etc. Ahí hay una veta creativa que le queda muchísimo.
Creo que era un año extraño para todos. Se han cambiado los planes, se han trastocado y desordenado, y era el momento perfecto para, después de tres discos muy complicados en producción como El último hombre en la Tierra, Irrepetible y Revolución, descansar un poco, replantearse una nueva dirección, pero a la vez no dejar de tocar. Regalarle a la gente en un paquetito tan bonito como este, un resumen de lo que yo soy y de mi manera de contar las cosas —si les apetece hacerlo, que no tienen por qué—. Y para poder tocar, porque es un disco perfecto para hacer una gira el año que viene, en todos los aspectos, desde el nombre a las visuales. Y ya tranquilamente, para 2023 plantearme un disco nuevo.
Con respecto al título, El astronauta gigante, mezclas La hora de los gigantes (2009) y Soy un astronauta más (1999), tus dos primeros trabajos, ¿qué significa unirlos así para ti?
Son dos discos bastante claves y que empiezan por diferentes razones etapas muy importantes. Soy un astronauta más es mi primer disco en solitario y La hora de los gigantes es el que yo siento que es mi primer disco en solitario. Es el primer disco con el que siento que empiezo a conectar con el público y a partir de ahí, hasta aquí, que estoy en un sitio muy guay y muy cómodo.
Entonces, esos son dos discos claves para el astronauta que ahora ha crecido y se siente seguro, no como el del primer disco, que estaba como desnudo, perdido en el espacio, triste por haberse separado de Los Ronaldos. Ahora, el astronauta gigante está sólido, firme, seguro, que tiene ya traje de astronauta y no va desnudo, está armado. Me pareció una idea bonita, es un título sonoro, potente y es una idea bonita.
¿Te molesta que te recuerden por Los Ronaldos o convives con ello?
No creo que ya me recuerden por Los Ronaldos, todo lo que está ocurriendo tan potente no es por eso. El poder de convocatoria que tenemos no es por eso. Eso pasaba con Soy un astronauta más, por ejemplo, que la gente sí me veía y decía vamos a ver al de Los Ronaldos a ver si toca Adiós, papá o Guárdalo, pero desde La hora de los gigantes y, especialmente desde El último hombre en la Tierra, Irrepetible y Revolución, la gente abarrota las salas por esas canciones. Otra cosa es que toquemos una canción de Los Ronaldos y sea un subidón, una fiesta y una cosa nostálgica, o que una señora me pare por la calle y me diga ‘mira el de Los Ronaldos’. La gente que va a los conciertos ahora va por las canciones nuevas.
Hay cantantes que están hartos de tocar sus canciones más míticas, por ejemplo, contó Iván Ferreiro que le pasaba con Turnedo. ¿A ti te pasa?
No tengo esa sensación. No me lo paran de preguntar tus compañeros y ahora me dices que a Iván le pasa y tal. Yo no tengo esa sensación y me podría pasar con muchas canciones que no he parado de tocar. Creo que los conciertos son un proceso creativo tan inmediato, tan bestia, que se crea en el momento, en vivo, que cada día que te subes al escenario la canción suena de una manera diferente y la tocas de una manera distinta. Por eso hace que sea tan explosivo y tan creativo. A mí no me ha pasado eso.
¿Crees que la juventud seguiría escuchando o viéndose representada en Adiós, papá?
Creo que Adiós, papá tiene algo muy esencial que habla de ruptura, de huida, de superar la figura superior, paternal que seguro que conecta con alguien que esté en esa situación. Otra cosa es que el sonido y la manera de cantar lleguen a un chaval que está todo el día escuchando reguetón, trap o rap. Si llegara a conectar, estoy seguro de que la letra le identificaría por algo muy esencial.
Con respecto a esos géneros, ¿te verías haciendo una incursión en la música urbana como han hecho Drexler o Calamaro con C. Tangana en El madrileño?
Me encantaría, creo que es muy de abuelo denostar per se la música actual, en este caso el rap, el trap o el reguetón. No es una música con la que yo haya conseguido conectar, pero estoy seguro de que hay gente con mucho talento que está haciendo cosas muy interesantes.
Con respecto a letras como Sí, sí [que incluía frases como “tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte”] que fueron calificadas como machistas hace unos años, ¿te ha afectado a la hora de componer?
Creo que no, lo que pasa que la autocensura es un proceso muy misterioso que ocurre de manera casi inconsciente, pero tengo la sensación de que no he caído porque nunca sabes exactamente lo que va a molestar al público o lo que va a emocionar o con lo que va a conectar, con lo cual no tiene sentido. Es castrante reprimirte a ti mismo. ¿Por qué? No tiene sentido.
De hecho, sigues con la filosofía “sexo, drogas y rock n’ roll” que utilizaste cuando publicaste El crack universal, aunque muchos digan que están pasados de moda.
Hombre, el sexo, las drogas y el rock n’ roll no van a estar pasados de moda nunca (risas). El que lo diga es que el que está pasado de moda es él, que está en su casa tejiendo punto y pensando ‘qué amargado’.
En este recopilatorio incluyes canciones que no son tuyas, ¿qué te ha llevado a elegirlas?
Las colaboraciones que he hecho están todas. Creo que faltan una o dos. Todas significan algo para mí y ha sido un orgullo que me hayan llamado para hacerlas; y en el caso de que los haya llamado yo, son artistas que admiro y me siento orgulloso de haber colaborado con ellos.
¿Qué es lo que más has echado de menos de este año y medio tocando en pandemia?
La energía espontánea del público. Ha estado muy temeroso de expresarse. Uno se sube al escenario y cuando el público falla, siempre lo he sabido, pero tomas mucha más consciencia de ello. Se sube al escenario por esa energía que te lanza el público, aparte de la música y de tocar con más gente. Esa sinergia con el público cuando está amputada o, por lo menos, controlada, no es espontánea ni visceral o visible, porque con la gente sentada…
Que no tengo nada en contra de la gente sentada, a mí los conciertos en teatros me encantan. Tanto verlos de mis artistas favoritos como darlos y que la gente esté concentrada, pero lo que no es tan bonito es la gente con mascarilla o la gente reprimida. Eso es lo que he echado tanto de menos, dar un concierto con la expresividad de la gente absolutamente liberada.
La música ha sido de los sectores que más han tardado en recuperar la normalidad.
Los del ocio nocturno también, lo han pasado muy mal y se les ha demonizado casi. Que es una putada porque es una gente que trabaja y que además nos ha dado cosas maravillosas. En los garitos y las discotecas anda que no se han fraguado historias maravillosas.
Por parte del sector público, ¿crees que se tendría que haber ayudado más a los artistas y a la música en directo?
No sé si en concreto con la música ha habido más injusticia que con otros, porque sería injusto en sí mismo porque todo el mundo lo ha pasado muy mal. Ha habido muchas incongruencias. Creo que la burocracia perversa de la pandemia nos ha dominado en exceso, creo que tendríamos que haber sido más maduros, más inteligentes y haber dicho: ‘Esto es absurdo, esto no tiene sentido hacerlo y esto es totalmente contradictorio’. Pero la propia perversidad de las restricciones de la pandemia nos ha tragado. ¿Más con la música que con otros sectores? No me atrevería a decirlo porque no es justo.
¿Qué le dirías al Coque de 16 años que empezaba con Los Ronaldos?
Sigue así, chavalito, que vas bien (risas).
¿No te ves tomándote un respiro ni dedicándote a otras cosas distintas?
No, soy adicto al trabajo, a la composición, a la música y no voy a parar. Quizás en 2023 hagamos un pequeño parón de conciertos porque llevamos mucho sin parar de tocar y España no da para tanto. Creo que hay que dejar a la gente descansar también, que en los últimos años hemos dado la vuelta a España varias veces. Pero durante ese parón estaré creando un disco para sacarlo a final de año y girar en 2024. Madre mía, haciendo planes para 2024 (risas).
¿No se va a lanzar Coque al cine?
No, no. Este último proyecto [la cinta En temporada baja] junto a Dani Marqués y unos compañeros maravillosos como Antonio Resines, Edu Soto y Fele Martínez ha surgido de casualidad. No creo que me ponga ahora a picar pico y pala para hacer otra carrera cinematográfica porque estoy muy ocupado con la música.