Conoce a la heroína de 61 años que dio a luz a su nieta
Cuando Matthew Eledge y su marido Elliot Dougherty empezaron a plantearse formar una familia hace tres años, hablaron con sus familiares más cercanos para conocer su opinión.
Lo que recibieron fue mucho más que unos consejos.
Una broma casual de Cecile Eledge, madre de Matthew, sobre echar una mano en el proceso acabó siendo un milagro conjunto cuando dio a luz a la hija de la pareja, Uma, este 25 de marzo.
Lea Yribe, la hermana de Elliot, donó el óvulo; Matthew puso el esperma y Cecile, el vientre. Para intentar aclarar la (gran) confusión sobre quién formó parte del proceso y cómo, Matthew pensó en una forma graciosa y cómica de describir la participación de su madre.
“A veces incluso personas muy inteligentes oyen esta historia y piensan que es incesto. Recibimos preguntas muy sinceras de personas muy listas del tipo: ‘¿Os asustan las posibles anormalidades genéticas?’. Es una pregunta comprensible porque es una situación excepcional, pero creo que es más sencillo explicarlo en términos sencillos: mi madre solo fue el horno”, comenta Matthew a la edición estadounidense del HuffPost.
La salud impecable de Cecile la convertía en una candidata perfectamente viable para portar un embrión, pese a que a sus 61 años ya ha pasado por la menopausia. Así pues, accedió a prestar su vientre para Matthew y Elliot, se sometió a un montón de pruebas cardíacas, pulmonares y físicas y se preparó para recibir malas noticias.
“Había una parte de mí que pensaba: será un milagro si pasamos todas las pruebas, va a salir algo seguro”, cuenta Cecile. “Tenía claro que si no me consideraban una candidata viable, no pondría al bebé en peligro. Cada médico que visitaba, ya fuera mi internista o mi cardiólogo, me miraba y me decía: ’No hay ni un solo motivo por el que no puedas hacerlo”.
La familia trabajó con la doctora Carolyn Doherty, especialista en endocrinología reproductiva del Methodist Reproductive Health Specialists de Nebraska (Estados Unidos). La doctora asegura que “no muchas mujeres de 61 años” podrían ser candidatas para la gestación subrogada debido a riesgos de salud como la hipertensión y las insuficiencias cardíacas, por nombrar solo unos pocos. Sin embargo, Cecile no corría ninguno de esos riesgos y recibió la aprobación para gestar a su nieto.
También estaba el problema económico. Matthew calcula que gastaron 40.000 dólares en todo el proceso. Recurrir a Cecile como portadora por lo menos les permitió ahorrarse el coste de un vientre subrogado, que puede rondar entre 25.000 y 35.000 dólares, aparte de cualquier otro problema de salud que pueda surgir, según la doctora Doherty.
“Creo que algo que no entiende la gente es lo caro que es un vientre subrogado”, señala Doherty. “Cuando tienes que pagar todos los gastos médicos de esa persona (porque ningún seguro médico en Estados Unidos lo cubre) y tiene que ir al hospital, puede llevarte a la bancarrota”.
A Cecile le prescribieron estrógenos para devolverle la menstruación e hizo algo que ni en sus mayores fantasías soñó que fuera posible 30 años después de su último parto: se quedó embarazada.
“Miré a mi marido y le dije: ’Bueno, supongo que vamos a vivir una pequeña aventura”, comenta Cecile.
La familia tuvo una suerte asombrosa de que tanto el retiro del óvulo como el proceso de inseminación tuvieran éxito al primer intento. Doherty explica que el éxito depende en gran medida de la edad de la donante de óvulos.
“El hecho de que usáramos óvulos de una persona tan joven como la hermana de Elliot fue una gran ayuda para Cecile”, sostiene la doctora. “Además, les hicimos pruebas genéticas antes de la implantación en busca de aneuploidías [anomalías cromosómicas], de modo que sabíamos con tanta seguridad como nos permiten los medios actuales que [el cigoto] era genéticamente normal, algo que también ayudó”.
Este embarazo fue ligeramente distinto para Cecile que el de hace 30 años. Las directrices sobre lo que puedes hacer y lo que no han cambiado, además de que sintió con más intensidad las náuseas matutinas. Por suerte, “no hemos tenido ningún problema importante, no me puedo quejar”, explica.
Lo que sí que tuvieron que soportar fueron las innumerables preguntas que tenía la gente sobre las circunstancias inusuales que rodearon el embarazo.
“Hubo una confusión general en todo momento, aunque no llegué a ofenderme porque es una situación excepcional”, comenta Matthew. “Hubo mucha curiosidad sincera, pero cuando lo explicaba, la gente decía: ’¡Hala! ¡Qué pasada! ¡Tu madre es como una estrella de rock!”.
“Estrella de rock” ni se acerca a la realidad, ya que normalmente los médicos no dejan que una mujer de más de 50 años se someta a la fecundación in vitro. Doherty dice que empieza a analizar con especial cuidado la conveniencia del embarazo de las potenciales madres subrogadas a partir de los 45 años, aunque no es necesariamente el caso de todos los endocrinólogos reproductivos.
“La idea es que estaba bien de salud. Sigo pensando que los 60 son los nuevos 40 y que la gente a los 40 años sigue teniendo hijos. 61 no es más que un número; lo importante es cómo te sientes y cómo estás de salud”, argumenta.
Ingresaron a Cecile en el hospital antes de lo planeado cuando la tensión se le disparó hasta niveles que preocuparon a los médicos, pero Uma era fuerte y estaba sana y Cecile tuvo un parto vaginal. Cecile asegura que se quedó tranquila y relajada al saber que su misión había concluido.
“Mucha gente decía: ’¿Serás capaz de renunciar a este bebé después de haberlo llevado dentro nueve meses?”, recuerda Cecile. “Siempre que iba a hacerme una ecografía o tocaba revisión, la consideraba mi nieta, nunca como algo que me perteneciera o que yo poseyera. Lo único que me importaba era ser capaz de dar a luz de forma natural y darles el bebé a Matt y Elliot, que estaban desesperados y merecían que su sueño se hiciera realidad”.
Matthew reveló que hubo ciertos límites visuales en la sala de parto. “No teníamos por qué ver cada detalle, ¿no?”, bromea. Dice que pensó en su madre como una guerrera durante todo el proceso. “Buscó ese instinto primitivo y visceral, lo encontró muy en su interior y simplemente lo hizo. Verla tan encendida trayendo al mundo a este increíble, precioso y sano bebé me pareció superguay”.
Teniendo en cuenta lo abierta que ha sido Cecile con una experiencia tan íntima, a algunos les sorprenderá saber que ella se considera una persona reservada. Pero a la familia entera le pareció importante compartir esta historia y cada miembro tenía sus motivos. Cecile se quedó pasmada cuando se enteró de que los embarazos en los que dos hombres querían tener un hijo se consideraban donaciones de útero, algo que no cubre el seguro.
“He visto en primera persona la discriminación que sufren las parejas homosexuales que quieren tener hijos”, se lamenta Cecile. “No consiguen que el seguro se lo cubra y a mí me duele. Ver cómo los discriminan es descorazonador. Me gustaría que cambiaran eso en nuestro sistema sanitario y quiero impulsar ese cambio”.
Kirk Eledge, padre de Matthew y marido de Cecile, espera que la gente entienda que todas las parejas deberían tener las mismas oportunidades. “Tenemos una nieta con el ADN de Elliot y de Matt y en eso consiste todo este trayecto. Merecen formar una familia como todos los demás”, asegura.
Matthew confiesa a la edición estadounidense del HuffPost que se conmueve cuando mira a Uma y que planea contarle “cada detalle” de su milagrosa llegada a este mundo, pese a que sospecha que no estará tan asombrada como está ahora mismo su familia.
La vida de estos dos padres primerizos, como es de esperar, ha cambiado mucho. Matthew ya está completamente volcado en su papel de padre y ha descubierto que a menudo hay momentos en los que está tan felizmente distraído cuidando de Uma que desatiende otras tareas del día a día. De hecho, hace poco abrió la puerta de casa solo con una sandaliapuesta y cuando trajo a Uma del hospital se dio cuenta de que llevaba días sin cepillarse los dientes. Pensé: “Dios mío, qué asco”, cuenta entre risas.
Al menos hay algo que se ha mantenido casi igual.
“Odio que parezca tan tópico, pero es cierto: nada podría haberme preparado para sentirme como me siento ahora. Me hace respetar y amar más profundamente a mi marido el hecho de que ambos estemos tan nerviosos y emocionados por algo y es reconfortante porque estamos en un momento de nuestra vida en el que llegamos a casa, pedimos comida tailandesa y vemos The Real Housewives of New York City. O sea, la primera noche al llegar del hospital vimos esa serie, pero lo hicimos con Uma y comida tailandesa y simplemente nos adaptamos a la nueva vida”.
Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.