Congreso Fest
Casero creía que ese día se votaba la canción que nos representaría en Eurovisión.
Fueron momentos iniciales de desconcierto total. Meritxell Batet anunció en un principio la derogación del proyecto de reforma laboral. Segundos después anunció su ratificación. El escrutinio de los puntitos verdes y rojos del marcador arrojaba una distribución tan igualada que no ayudaba a aclarar lo que había pasado. Unión del Pueblo Navarro. Votos telemáticos. Fallos informáticos. Poco a poco el asunto se fue aclarando: algo raro había ocurrido con los dos diputados de UPN, pero algo más raro todavía envolvía el voto del diputado popular Alberto Casero, mano derecha de Teodoro García Egea. ¿Errores técnicos? ¿Pucherazo? Finalmente se aceptó que estábamos ante un error humano: Casero creía que ese día se votaba la canción que nos representaría en Eurovisión.
Nos ha pasado a todos alguna vez. Pertenecemos a tantos grupos de WhatsApp que a veces mezclamos sus mensajes. Casero había sido durante la semana pasada un miembro muy activo de “Diputados PP Benidorm Fest”, nombre peligrosamente parecido a “Diputados PP Congreso Fest”. De hecho, había sido el principal promotor del apoyo al reggaeton de Chanel. Por pura eliminación: un diputado español no puede jamás dar su apoyo a una canción en donde se dice que a los miembros del Partido Popular les dan miedo las tetas; respecto a la canción de Tanxugueiras, no pesó el menor centralismo en su decisión de rechazarla: simplemente era incapaz de recordar el nombre del grupo. ¿Chanchugueiras? ¿Tangueicheiras? ¿Xuntagueiras? No cabía duda: votar SÍ a Chanel.
Así que imagínense su cara de sorpresa cuando, sentado en su casa ante el ordenador, en gallumbos de cintura para abajo y con camisa, corbata y americana de cintura para arriba, comprobó asustado que sus ochenta y siete compañeros de partido se habían equivocado en la elección de la canción que representaría a Eurovisión. “Mira que les dije que la de las tetas no”. Quiso llegarse hasta el televisor del salón, pero, como el Moisés de Miguel Ángel, quedó congelado en el momento de empezar a levantarse al darse cuenta de que la webcam podría recoger sus muslos como delfines. Fue en esa postura en la que le encontraron las decenas de alarmas que empezaron a sonar simultáneamente en su móvil. Se fijó en el nombre del grupo de WhatsApp. No decía “Benidorm”. Decía “Congreso”. Y ahora decía “Pablo Casado. Llamada entrante”.
Dos diputados de Unión del Pueblo Navarro habían cambiado inesperadamente su voto a favor de las tesis del Partido Popular. Un diputado del Partido Popular se había atascado en un voto equivocado. En este caso, dos errores no hicieron un acierto, y la prensa —aplicando el viejo dicho según el cual no es noticia que un perro muerda a un hombre, pero sí que un hombre muerda a un perro— no dio importancia a los votos de UPN, pero sí al de Alberto Casero. Horas más tarde, ya ante el televisor del salón, contempló a Irene Montero diciendo “¿por qué les dan tanto miedo nuestras tetas?”. Cogió el móvil y entró en WhatsApp. Esta vez se aseguró muy bien de seleccionar el grupo adecuado. Escribió “pero al final quien gano eurosivision”. Volvió a leer “Benidorm” en el nombre del grupo. Y sólo entonces envió el mensaje.