Con la madre de Berta Cáceres
En la vida, hay raras ocasiones en las que uno entra en una habitación y, sin mediar palabra, siente que allí hay "alguien". Nunca ocurre con personas que imponen su poder desde la coerción. Éstas necesitan hablar alto y gesticular para demostrar su pequeñez.
Me pasaba con mi abuela Esperanza. Me ha ocurrido casi siempre con mujeres de larga vida e intensa historia. Con presencia. Me ocurrió al entrar en la sala donde nos encontramos con Doña Austra Bertha Flores, la madre de Berta Cáceres. Es momento de silencio.
Antes de que hable, antes siquiera de saludarla, ya sé que estoy ante una autoridad, en el sentido más antiguo de la palabra. Luego empieza a hablar con sus pequeños ojos, calmada y con entereza. A recordar a su hija, a narrar su lucha, a llorar su muerte.
La historia es conocida. Berta Cáceres fue asesinada en su casa de La Esperanza, Honduras, el 3 de Marzo de 2016. Asesinada por defender los derechos del pueblo indígena lenca, por enfrentarse al poder depredador que extrae la riqueza y destroza el medio ambiente, por hacerlo sin miedo. Antes de ser asesinada, Berta fue amenazada, perseguida y acusada por quienes debían protegerla.
Berta había denunciado hasta 49 proyectos hidroeléctricos en los que se vulneró el Convenio 169 de la OIT, que exige el consentimiento previo, libre e informado de la población indígena que habita las zonas donde se instala una industria extractiva, del tipo que sea. La más emblemática de sus denuncias, por su elevado impacto ambiental y vital, fue la hidroeléctrica "Agua Zarca", impulsada por la empresa hondureña DESA en comunidades lencas. Berta Cáceres defendió a su pueblo de la peor codicia, la que usa la violencia contra quienes menos defensa tienen. Cinco activistas fueron asesinados antes que ella.
Austra Bertha, seria y dulce, desgrana cómo era su hija. No hace falta, basta con percibir a la madre. Basta con atisbar cómo se vivía en su casa, qué escuchó, qué sintió la hija. Casa de compromiso y rebeldía, de amor por la tierra y el agua, por la comunidad, de militancia feminista, indígena, ambientalista.
Importan los avances del caso. El poder violento intentó sepultar el asesinato de Berta como un asunto de pareja, o de conflicto entre comunidades o de... Da igual. Los autores materiales están ya detenidos, varios militares y un empleado de la empresa DESA. ¿Alguien puede pensar que actuaron por impulso propio? Los autores intelectuales continúan impunes.
Agradecer no es fácil, hay que mirar de frente y saber, para ser creíble. La madre de Berta se emociona al reconocerse en el apoyo de miles de personas y organizaciones de todo el mundo. También se refiere a Oxfam. "Sigan con nosotros, son el mejor apoyo que tenemos". Cuando se dude del valor de una firma-voz lejana, desde España o donde sea, hay que recordar esa mirada firme y segura, que rompe la soledad, que se sabe acompañada en una lucha titánica y desigual.
En este caso, la presión de las organizaciones sociales ha funcionado. Hace unas semanas los financiadores internacionales del proyecto Agua Zarca, el banco holandés FMO y el finés FinnFund, han retirado su financiación. El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) aun se lo está pensando, pero el proyecto por ahora no seguirá adelante. Los afiliados Oxfam han tenido que ver en esto.
Por el lado nacional la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha abierto una investigación que sigue, entre otras, líneas sugeridas en un informe encargado por Doña Austra Bertha y realizado con el apoyo de Oxfam.
Basta indagar en este conciso, preciso e inteligente informe, para apreciar cómo la avaricia requiere de la captura del poder político y del empleo de la violencia para desplegarse sin límite. Ilegalidades, tráfico de influencias, rentas aseguradas y limosnas entregadas a las comunidades lencas para comprar su anuencia a un proyecto que les sacaría la sangre.
La batalla por el esclarecimiento de los hechos tras el asesinato de Berta Cáceres y el freno al proyecto que lo motivó, tienen todo el sentido per se. Además, se han convertido en un símbolo de la lucha de miles de defensoras y defensores de derechos humanos que se enfrentan a las extractivas con lo único que tienen. Su voz y su vida. Cientos son asesinados cada año. Las defensoras sufren además la violencia machista, la del hombre que no tolera que una mujer le contradiga y se ponga enfrente. Cuentan con el humilde apoyo de algunas organizaciones que nos identificamos con su compromiso. Y que seguiremos a su lado.
Doña Austra Bertha tiene 84 años ("no hay edad para luchar por la justicia social", afirma). Doce hijos. Está a punto de tener su primer tataranieto, lo cuenta con orgullo y suave ilusión. Ha sido muchas cosas, sobre todo madre y lideresa. Y también "partera". Formada como enfermera ha ayudado a venir al mundo a miles de niños y niñas de La Esperanza y comunidades de Intibucá. Supongo que nada es casual: quien ve nacer tanta vida solo puede enfrentarse cara a cara con quienes pretenden arrebatarla en su beneficio. Ha sido alcaldesa de La Esperanza, gobernadora y diputada. Me da que ocupó todos esos puestos con la misma determinación con la que habla hoy, con sus ojos pequeños, en paz, sin temor.
Y sí uno entiende a la hija conociendo a la madre, que a su vez formó una gran familia, enraizada en valores tan firmes como la tierra y el agua. Sus nietas, las hijas de Berta Cáceres, siguen el camino. Como decía Olivia, hoy candidata a diputada, "Esta familia tiene mucho dolor, pero nunca miedo".
Gracias, Doña Austra Bertha por su honda presencia, renovadora.