Cómo Zaplana destrozó Canal 9, en siete pasos
Ayer, cuando vi esta imagen de Eduardo Zaplana tras ser detenido en su casa de Valencia, mostrando su perfil izquierdo con todo su esplendor, me fui a muchos años atrás. Me fui a 1998, al despacho de la directora General de Canal 9, Genoveva Reig. Recién aterrizada en la cadena había reunido al equipo directivo.
Reig, una mujer férrea, venía de ser la jefa de prensa de Zaplana cuando este era alcalde de Benidorm y su Directora General de Medios durante sus dos años de mandato.
- "Os habrán dicho que yo soy del PP", les espetó con aplomo. "Pues bien, quiero que sepáis que yo no soy del PP, yo soy de Zaplana".
Aquella fue la primera de toda una retahíla de declaraciones de principios, que luego se convirtieron en órdenes absurdas, intolerables o necias. Y que en la cadena se ejecutaron en bloque con solo unos cuantos periodistas desarrapados y arrinconados, protestando. La directriz más sonada de la historia de la televisión y que ayer recordé otra vez en toda su magnitud, también la dio Reig:
- "A Zaplana no se le pude grabar por el perfil izquierdo".
Ayer también recordaba con pena, con tristeza y con cierta sorna, ese momento delirante con uno de los cámaras que recibió la orden: "Nos llegó a través del responsable de turno, y lo primero que preguntamos fue el motivo. Y la respuesta fue porque por el perfil izquierdo se le cae un poco el mentón y no queda bien. ¿Y sabes qué pensé en ese momento? Pues pensé, vaya, igual que a Julio Iglesias, porque me acordaba de que el cantante también tenía un perfil proscrito y sus gorilas siempre nos impedían grabarlo por ahí".
Los cámaras, al principio, no le dieron demasiada importancia, pero cuando vieron que no obedecer tamaña estupidez tenía consecuencias en forma de broncas o defenestraciones, se plantaron. Así que la dirección decidió contratar a dos cámaras externos para las salidas del presidente.
"Pero antes de que eso pasara, de que fuéramos apartados de la cobertura de Zaplana, pasó algo divertido. Me enviaron a un acto en Moscú con Zaplana y Julio Iglesias y yo llegué y no sabía dónde coño ponerme. Si grababa desde un lado incumplía la orden de Canal 9 y si me ponía del otro, la del séquito de Julio Iglesias. La cosa concluyó con los gorilas del cantante apartándome de un manotazo del sitio equivocado".
Ayer recordaba eso y otras tantas cosas con los colegas periodistas que sufrimos, sufrieron, los desmanes de Zaplana y de los suyos. Mis compañeros realizadores me refrescaron la memoria con otros momentos anecdóticos que lo cuentan todo, como cuando se enviaban equipos a seguirlo en los desplazamientos que hacía con el Valencia CF.
"Teníamos que grabarle imágenes concretas y declaraciones, claro. Las enviamos con el satélite, y siempre antes que las de los jugadores, por si acaso. Más de una vez, llegaban las de Zaplana y no las de los jugadores. Un horror, vamos".
No sin mi peluquero
Pero esta obsesión por su imagen no había empezado al llegar al poder. En 1995, cuando Eduardo Zaplana aún estaba en la oposición acudió a Canal 9 a participar en el debate electoral con el resto de candidatos. La cadena, evidentemente, contaba con un amplio equipo de maquilladores y estilistas. Pero, el que poco tiempo después se convertiría en presidente de la Generalitat, se trajo a sus propios estilistas y no dejó que los profesionales de la tele lo acicalaran.
Pidió también una silla diferente de la asignada, sin dar explicaciones, y una mesita auxiliar para colocar sus papeles. Había querido también traer a su propio experto en realización, pero eso, claro, le fue negado. Su hombre de confianza en aquel momento, que controlaba la campaña electoral, José Vicente Villaescusa, observó todos los detalles desde el control.
Algo insólito, por cierto. Unos meses después, ya con Zaplana en el poder, Villaescusa sería el primer director general de la tele autonómica. Cuando fue nombrado presidente de la Generalitat, hacía ya muchos años que había tenido aquella famosa conversación en el caso Naseiro con el regidor del ayuntamiento de Valencia, Salvador Palop:
Zaplana: A lo mejor se queda con el solar y hacemos ahí una cosilla, ¿eh? Tú haces de intermediario de la venta, que yo no puedo, y tú pides la comisión a Javier Sánchez Lázaro. ¿Eh? Y luego nos la repartimos bajo mano.
Palop: Pero, ¿para venderlo a ... ?
(...)
Z: Y entonces le dices, bueno yo una comisioncita. Le pides dos millones de pelas o tres de lo que quieras...
P.- Bueno, le pido más...
Z.- ¿Eh? Lo que te dé y me das la mitad bajo mano.
P.- Pues si tenemos que repartir, joder...
En cambio, nunca pronunció una frase que se ha puesto mil veces en su boca: "Estoy en política para forrarme". Seguid conmigo y veremos quién la dijo... Así que cuando los valencianos le votaron para hacerlo presidente, más o menos se sabía quién era. Puso en la tele a sus jefes de gabinete, sus jefas de prensa, sus directores generales de comunicación, que es la mejor manera de no tener que ir dando consignas todo el rato, de dejar a los directivos trabajar a su libre albedrío.
El primero en llegar a la dirección, de la mano del citado Villaescusa, fue Jesús Sánchez Carrascosa, que había sido jefe campaña de Zaplana. Durante su mandato en Canal 9 ambos sentaron las bases de lo que sería una de las televisiones autonómicas más desprestigiadas del panorama. Y pionera en todo lo malo.
1. En programar telebasura
Recordemos que aquí nació Tómbola. Porque una de las máximas de Zaplana que siempre apuntaba alto, era lograr cualquier cosa a cambio de la audiencia. Sin pudor.
Bajo el mandato de ambos también se emitió el programa El jui d'Alcasser, denunciado social y judicialmente y que fue de una vergüenza infinita. Lo sé porque yo trabaje allí.
Hoy Carrascosa regenta una tienda de productos ecológicos. Es un dato.
2. En crear redacciones paralelas
Cuando uno hereda una plantilla de periodistas por oposición a los que no puede echar y no puede doblegar, lo que hace es crear una redacción alternativa con otros profesionales capaces de decir que "esto es un huevo" cuando lo que se está enseñando es una barraca de feria, por poner un ejemplo al azar.
Este comportamiento se extendió pronto por otras teles autonómicas. En ese momento eran unos 600 trabajadores. Los que se mostraron díscolos fueron apartados de informativos a programas menores, a deportes, a galeras, a pasillos. En su lugar llegaron hordas de periodistas afines que no ponían pegas a nada. La cadena dobló su plantilla en un abrir y cerrar de ojos. Llegó a tener 2.000. Cuando se cerró tenia 1.800 trabajadores. Zaplana también dejó clara la necesidad de obedecer para no ser arrinconado.
3. En convertir la manipulación y la censura informativa en un modelo de comportamiento
Nadie NO afín al PP y a Zaplana tenía cabida en los puestos de mando ni por supuesto en pantalla. Los esbirros de Zaplana sentaron las bases y cuando llegó Camps todo estaba atado y bien atado. Por eso no hubo problemas para que NO hablaran de Gürtel, ni del accidente del metro, ni de los trajes. Nunca me cansaré de recordar estos momentos de Manu Ríos, una de las presentadoras destacadas de la casa aquellos años:
4. En usar la tele sin remilgos para cultivar su imagen
Vamos con un dato: tal y como recogió en uno de sus muchos informes el combativo comité de redacción de la cadena, entre mayo de 1999 y agosto del año 2000 Zaplana apareció cinco veces más en los informativos que toda la oposición junta. Zaplana salió en pantalla 318 veces frente a las 31 en que lo hizo algún dirigente socialista o las 29 en que fue uno de EU. Por otra parte, el PP acaparó el 80% de la información en los días previos a las elecciones generales de marzo del año 2000. Había informativos en los que llegaba a salir tres veces por cuestiones diferentes.
5. En el endeudamiento feroz
Contratar a estrellas de la farándula: tuvieron programa propio en la cadena gente como Terelu, Mar Flores, Julian Lago, Sánchez Dragó, Cristina Tárrega, José Luis Moreno (que obtuvo gracias a todos los valencianos, por su Noche sensacional, 8 millones de euros) o Bárbara Rey. Pagar los costes de Tómbola (32 millones de euros de 1997 a 2004) o de los tertulianos que traíamos de Madrid y que a cambio escribían loas sobre Zaplana en sus medios nacionales. Pagar sobrecostes de productoras afines. Pagar favores contratando a hijos, a los cuñados, a los hermanos y alguna que otra fallera mayor.
Todo eso costaba mucha pasta. Pasta que salía de los fondos públicos. Así, la deuda de la tele cuando cerró en 2013, tras 24 años de gestión, era de 1.300 millones de euros. Cuando el PSOE la dejó, en 1996, la deuda ascendía a 22 millones.
6. En ir a negro
Fuimos la primera tele autonómica que se CERRÓ; la primera que hizo un ERE, que después la justicia anuló; la primera que no aceptó la decisión judicial, y la primera que tuvo que volver a contratar y tener en nómina durante meses a sus trabajadores cuando ya la tele estaba en negro. Gestión impecable, sin duda.
7. En instalar la decrepitud moral
Permitió que el secretario general y jefe de recursos humanos, amigo personal de Zaplana (y el que pronunció esa frase de la que hablaba al principio, "estoy en política para forrarme") abusara y acosara sexualmente de tres periodistas de la cadena. Con buena parte de la redacción callada y con el mirar para otro lado del resto de la cúpula directiva.
BONUS TRACK
Ayer también, cuando veía la cobertura, tibia, de la detención en Los Desayunos de TVE recordé que la directora adjunta de ese programa, Elena Sánchez Pérez, fue su fiel escudera, su jefa de prensa, durante sus años como ministro de Trabajo y como portavoz.
Pensé en la pelea que llevan a cabo ahora los profesionales de la tele pública por dignificarla. Y recordé con tristeza cómo el Comité de Redacción de Canal 9 le estuvo enviando a Zaplana, durante un año entero, una carta diaria pidiéndole una reunión para hablar del deterioro de la cadena. Jamás contestó y jamás los recibió. Ese es el Zaplana de la foto, además del que ha sido detenido por blanqueo de capitales.