Cómo Sergio Ramos consiguió ganarse la enemistad de los egipcios
El minuto en el que Mohamed Salah cae al suelo llorando y después sale del campo durante la final de la Champions League entre el Real Madrid y el Liverpool, ha marcado, sin duda, un antes y un después en la relación entre los egipcios -una población de 100 millones de habitantes– junto a otros cuantos millones de árabes, y el equipo madridista.
Es conocido que la liga de fútbol española es la más seguida, con diferencia, tanto en Egipto como en la mayoría de los países árabes. La mayor parte de sus ciudadanos se declaran aficionados del Real Madrid o del Barça y quien haya visitado en alguna ocasión un país árabe habrá sido preguntado en numerosas ocasiones si es del Madrid o del Barça.
La presencia de Mohamed Salah en el Liverpool ha provocado que se haya desviado ligeramente este interés hacia la liga inglesa, especialmente esta temporada 2017-2018, al haber sido Salah quien condujo al equipo a jugar la final de la Champions League. Una final que para el jugador egipcio suponía el partido más importante de su carrera.
El momento de la lesión y la posibilidad de que Salah no pudiera jugar el Mundial de Rusia, propiciaron un estado de shock en todo el mundo árabe y en Egipto en particular. Era evidente en las redes sociales, en los medios de comunicación, en las casas, calles, cafés y afectaba a todas las clases sociales y a todo tipo de individuos, incluso a aquellos que nunca habían mostrado interés por el fútbol. Casi 36 horas después de producirse esta lesión, mientras escribo este post, continúa siendo el principal tema de conversación, y lo seguirá siendo durante unos días, o puede que se calme, en función de la recuperación o no del jugador antes del Mundial.
Sentirse herido y sentir que la maldad le persigue, pueden ser los sentimientos dominantes para una gran parte del pueblo egipcio. A ello se añade un enfado –que alcanza en algunos casos el odio- hacia Sergio Ramos y su equipo. La red Twitter llegó a caerse por la cantidad de tweets con insultos lanzados al jugador español y su familia. La mayoría en tono de humor, aunque otros en un tono más serio, en los que se publicaron hasta su teléfono móvil y su dirección personal reclamando venganza. Personalmente, no recuerdo un personaje que haya sido insultado hasta este nivel, ni siquiera Mubarak durante la revolución en 2011.
Para entender este fenómeno y estos sentimientos hay que observar unas realidades que podrían resumirse en estos puntos:
A) Nunca un jugador de fútbol egipcio, y con tan solo 25 años, ha llegado a donde ha llegado Mohamed Salah a nivel mundial.
B) Egipto ha participado tan solo dos veces en un Mundial de fútbol, la primera en 1934 y la segunda en 1990, es decir, hace 28 años. En esta ocasión, todos los egipcios saben que lo han conseguido gracias a Salah, lo que explica en parte por qué le llaman "el faraón", un "faraón bueno" en comparación con el "faraón malo", el actual presidente. Vistos los antecedentes, esta podría ser su única oportunidad de participar en un Mundial como futbolista, y esta lesión ha ocurrido tan solo tres semanas antes del inicio de la competición.
C) En un país como Egipto, actualmente inmerso en una debacle continua a todos los niveles, sin éxitos reales y sin personajes destacados positivamente, hay un jugador que consigue ser uno de los mejores futbolistas a nivel mundial. Además, no es un jugador cualquiera; aparte de ser una persona simpática y educada se trata de un jugador que procede de una familia humilde, de una zona marginal alejada de la capital, que no jugó con equipos egipcios importantes y que mantiene un fuerte vínculo con sus orígenes colaborando en el desarrollo local de su zona. Representa sin duda un ejemplo importante o un ídolo para millones de jóvenes que allí no tienen ninguna oportunidad ni esperanza en el futuro, de hecho, la mayoría de ellos sueña con emigrar. Por lo que no resulta extraño ver la foto de Salah por todos los rincones del país, más en Ramadán, ya que han incorporado su imagen a los farolillos caseros que decoran todos los hogares egipcios este mes.
E) Tras una revolución que duró dos años y medio, de enero de 2011 a julio de 2013, y en la que perdieron la vida numerosos jóvenes –entre asesinados, desaparecidos y detenidos- se instauró un régimen militar que ha convertido la vida de los egipcios en una auténtica pesadilla. En medio de esta oscuridad surge un jugador de fútbol, Salah, que produce alegría y orgullo. Aunque no es momento de hablar mucho de política, resulta significativo que en la última farsa camuflada como elecciones presidenciales del pasado mes de marzo, en las que el general Al Sisi competía consigo mismo, había dos movimientos de oposición: uno que llamaba al boicot y el otro ir a las urnas y escribir el nombre de Mohamed Salah en la papeleta. No se sabe el número de papeletas que finalmente llevaron escrito el nombre de Salah pero, sin duda, fue notable.
D) En un país donde se vive una fuerte polarización entre el régimen, los opositores democráticos y los islamistas, surge un jugador de fútbol que rechaza tomar partido a pesar de las presiones del régimen e insiste en que su papel es dar alegrías a su afición, lo que le hace más respetable aún.
F) Hace unas semanas, cuando Salah marcó un gol en el partido contra la Roma, no lo celebró por respeto a la afición de un club en el que había jugado con anterioridad. Salah representa este tipo de actitud, la del jugador profesional y brillante pero para quien los sentimientos juegan también una parte importante. De ahí se entiende este cabreo monumental cuando la lesión viene de Ramos y del Real Madrid, que representan la maquinaria del poder, o mejor dicho, el poder de una maquinaria potente y fría. Para echar un poco más de sal a la herida, el entrenador madridista, Zinedine Zidane no tuvo ningún gesto hacia Salah al ser preguntado por la periodista de Antena 3 tras finalizar el partido, ignorando la pregunta y hablando de la importancia de ganar.
Además de los aspectos mencionados previamente, hay otros más que ayudan a entender lo que simboliza este jugador y el efecto negativo que su lesión va a tener en la relación de millones de árabes con el Real Madrid. Esto se verá sin duda en los próximos meses pues se ha tocado un punto sensible, se ha herido a la única alegría que tenemos.
Se ha hablado mucho en las últimas horas sobre la jugada de Ramos, el árbitro, sobre si Zidane dio esta indicación a Ramos o no, etc. No puedo entrar a analizarlo por no ser especialista, pero lo que está claro es que el partido cambió de rumbo con la caída y la salida de Salah, un fenómeno nacional y cultural tan potente que hasta el que escribe estas líneas, que entiende poco de fútbol, llevaba una semana esperando ansiosamente este encuentro, que dejó de ver el partido tras la salida de Salah y ha escrito este post sobre deporte, algo que nunca imaginó.