¿Cómo puede influir la nueva normalidad en los modelos de relaciones afectivas?
Esta crisis tiene consecuencias no solo a nivel sanitario y económico, también en muchos otros ámbitos.Y uno de estos ámbitos es el de las relaciones personales.
Las relaciones sentimentales y la sexualidad también se están viendo afectadas por el coronavirus. Esta crisis sanitaria es de tal calado que se ha convertido en la situación más importante del siglo XXI y una de las más determinantes de los últimos cien años, quizá solo superada por la disputa de la I y la II Guerra Mundial. Como era de esperar, esta crisis tiene consecuencias no solo a nivel sanitario y económico –se habla de que se avecina la mayor depresión económica desde el crac del 29-, sino también en muchos otros ámbitos. Y uno de estos ámbitos es el de las relaciones personales.
La monogamia abre paso a otro tipo de relaciones
De un tiempo a esta parte se vienen experimentando cambios en la forma en la que la población vive y concibe las relaciones sentimentales, así que sería injusto achacar solo al coronavirus los próximos cambios que se producirán en el terreno afectivo.
Hace décadas que las relaciones se valoran desde un punto de vista monógamo y todo lo que no sea eso -lo que incluye la infidelidad- es visto como una aberración. Sin embargo, la forma de entender las relaciones va cambiando poco a poco y la sociedad se va acostumbrando a modelos más flexibles. Gran parte de la población, aunque no comparta ni apueste por relaciones no monógamas, sí que las ve de una forma más natural, más abierta, sin tanta predisposición a observarlas desde una posición de superioridad. Esto está siendo posible gracias a los avances que estamos realizando como sociedad. El respeto a lo diferente, a lo que no se ajusta a nuestra forma de pensar o nuestro sistema moral y de valores, es cada vez más habitual.
La sombra del coronavirus
En cualquier caso, la presencia del coronavirus proyecta una alargada sombra de duda sobre todo lo que tenga que ver con las relaciones afectivas. La expansión y la alta contagiosidad del virus convierten a cada ciudadano en un potencial portador del virus. Y esto con el agravante de que existen muchos casos asintomáticos, personas que, aunque no enfermen o no desarrollen los síntomas habituales del COVID-19, sí que pueden contener el virus y contagiarlo a otras personas. Por lo tanto, cualquier persona es sospechosa de ser portadora.
Esa potencialidad y el miedo a enfermar pueden afectar a la vida sexual de la población, en especial a la cantidad y a la frecuencia de las relaciones casuales. Las aplicaciones para encontrar pareja o alguien con quien compartir momentos íntimos también pueden sufrir un duro revés.
Por el momento, durante el periodo de tiempo que ha durado, que está durando, el confinamiento y con la necesidad del distanciamiento social, la sexualidad se ha visto reducida al ámbito de la pareja y, más concretamente, de aquellas parejas que comparten techo, puesto que las medidas de seguridad impedían las visitas de cualquier tipo.
Hasta que no aparezca una vacuna que nos permita controlar los dañinos efectos del virus SARS-CoV-19, no parece que podamos volver a nuestro ritmo de vida habitual, a la ansiada normalidad. Hasta entonces no quedará más remedio que seguir los consejos y las recomendaciones vertidos por los expertos sanitarios que se encargan de gestionar esta crisis sanitaria y de velar por nuestra salud.