Otros señalan de que "siempre" hay excepciones y que en todas las luchas aparecen "falsos devotos" que no deben dañar el objetivo general.
"En cada movimiento siempre habrá personas que prediquen con la palabra y no se la apliquen ellas mismas. Los falsos devotos siempre han existido y seguirán existiendo. Pero esto no debe afectar en ningún caso a nuestra búsqueda de una sociedad mejor".
Las acusaciones contra Asia Argento recuerdan tristemente a otros casos, como el del propio Weinstein: una persona de más edad, que usa su poder para cometer delitos con absoluta impunidad. Es difícil no observar el paralelismo.
No obstante, para Raphaëlle Rémy-Leleu, portavoz del movimiento feminista francés Osez le féminisme, el caso Asia Argento no podrá perjudicar a la lucha feminista. "El movimiento #MeToo es mucho mayor que este caso. No está muy institucionalizado, más que nada es un trabajo de relevos de colectivos y personas. La toma de conciencia de la amplitud de las violencias sexistas seguirá adelante", declara a la edición francesa del HuffPost.
Aunque las acusaciones sean fundadas, eso no desacredita en absoluto su testimonio como víctima, y mucho menos los testimonios de miles y miles de mujeres que siguieron su ejemplo.
De hecho, en pocos meses, el efecto Weinstein se ha sentido en todos los sectores —público, profesional, familiar— y en todo el mundo. Las mujeres han tomado la palabra y la pelota de la vergüenza ha pasado al campo de los agresores. "Por desgracia, el hecho de ser víctima de agresiones no impide convertirse en agresor", prosigue. En otras palabras: aunque las acusaciones sean fundadas, eso no desacredita en absoluto su testimonio como víctima, y mucho menos los testimonios de miles y miles de mujeres que siguieron su ejemplo.
Las feministas, en un brete
Desde las revelaciones de este domingo, se está poniendo a las feministas en una situación incómoda, como si tuvieran que aportar las pruebas de que este caso no va a enturbiar todo el trabajo llevado a cabo durante los últimos meses.
Por una parte, porque se trata de una mujer que supuestamente agredió a un hombre. Ante ello, Raphaëlle Rémy-Leleu responde: "Es una acusación simplista llevada en contra de las feministas. Y en realidad no resulta tan simple. Sí, las violencias sexistas son omnipresentes; y sí, la violencia contra los hombres también existe". Según el informe Vers l'égalité réelle entre les femmes et les hommes (Hacia la igualdad real entre mujeres y hombres), publicado por el Gobierno francés en 2017, el 3,9% de los hombres son víctimas de violencia sexual a lo largo de su vida, frente al 14,5% de las mujeres. Mientras que 62.000 mujeres sufren una violación o intento de violación en un año (en Francia), 2.700 hombres son víctimas de los mismos hechos.
"¿Pero por qué cuando denunciamos un sistema opresor hacia las mujeres, siempre nos dicen que no todos los hombres son culpables y que ellos también sufren abusos?", se pregunta Rémy-Leleu. "Nosotras no ocultamos estos problemas. Simplemente mostramos que se trata de una minoría de casos y que, sobre todo, se trata de un problema sexista", añade la portavoz.
Por otra parte, los movimientos feministas a menudo son acusados de obstaculizar el trabajo de la justicia y de incitar a las denuncias. Pero, esta vez, se encuentran en una situación en la que una de sus activistas es la acusada. ¿Cómo van a reaccionar?
En pocos días, dos casos de #Metoo a la inversa
El 13 de agosto, tras una publicación de The New York Times, surgió otro escándalo en Estados Unidos que avergüenza al movimiento feminista. Se trata de un caso de acoso sexual que afecta a Avital Ronell, feminista y filósofa americana de renombre mundial. Esta profesora ha sido acusada por uno de sus exalumnos, Nimrod Reitman, de haberle acosado sexual, física y verbalmente durante tres meses.
Sólo varios días después, el diario neoyorquino publicó el caso Asia Argento. Y ahora se pregunta: "¿Qué sucede en el movimiento #MeToo cuando es acusada una feminista?". Si bien la profesora de la Universidad de Nueva York (NYU) desmiente las acusaciones, lo más llamativo ha sido el apoyo recibido por el movimiento feminista, que ha desatado una resistencia casi generalizada al otro lado del Atlántico.
Varios investigadores, entre ellos la filósofa y teórica de género Judith Butler, autora de El género en disputa, escribieron una carta abierta a la NYU para defender a Ronell. Y sus argumentos, señala el New York Times, recuerdan extrañamente a los utilizados para defender a hombres poderosos en otras situaciones.
En la carta abierta se puede leer, por ejemplo: "Todos hemos visto su relación con los estudiantes, y algunos conocemos incluso a la persona que ha llevado a cabo esta mezquina campaña contra ella". O: "Somos testigos de la elegancia, de la vivacidad de espíritu y del compromiso intelectual de la profesora Ronell y pedimos que se le conceda la dignidad que merece en razón de su reputación internacional".
En otras palabras, la reputación y la personalidad de Avital Ronell se utilizan como argumentos para defenderla, para que su carrera no se vea ensombrecida por una acusación que, por el momento, no ha sido confirmada por la justicia. Recuerda mucho a lo que se arguye cuando un hombre es el acusado: dejemos que la justicia actúe y, mientras tanto, no olvidemos lo importantes que son esta persona y su carrera.
El papel de las feministas: escuchar a las víctimas
Para Raphaëlle Rémy-Leleu, el texto de apoyo a Avital Ronell es bochornoso, e insiste en el hecho de que el papel de las asociaciones feministas es escuchar a las víctimas y no defender a los agresores, sean quienes sean. "Siempre nos dicen que nosotras no somos los tribunales y es verdad. Nuestro trabajo consiste en proponer herramientas, posicionamientos políticos. Para ello hay que demostrar prudencia", explica. "No somos jueces, ni juristas. Nuestra misión es creer a las víctimas y cuestionar las estrategias de defensa de los agresores", apunta.
De este modo, aunque el caso Asia Argento no dañe al movimiento #MeToo, cuyo aluvión de testimonios es tal que ya ha revolucionado mentalidades, puede que esto fuera lo que más temieran las organizaciones feministas. Es decir, la posibilidad de que los principales detractores del movimiento lo usen como una oportunidad para quitar credibilidad a su lucha, como sostiene Tarana Burke, fundadora del Me Tooo.
"La gente usará estas últimas historias para intentar desacreditar al movimiento. No dejéis que esto ocurra. De esto trata el Movimiento. No es un deporte de espectadores. Ha salido de la gente. Ya podemos decir 'en esto sí/en esto no' consiste el movimiento".
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano
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