Cómo hacer que tus hijos mantengan la ilusión de los Reyes Magos
Plantéatelo como un juego, porque no hay nadie más despierto que un niño.
No se les escapa ni una. Si hay alguien a quien cueste convencer de cualquier cosa, ese alguien es un niño. Cuando una idea les ronda por la cabeza, hay que tener muy buenos recursos para luchar contra ella y lo más complicado: para que la olviden y no sea un pensamiento recurrente.
Es lo que ocurre con el eterno tira y afloja de la relación entre los más pequeños de cada casa y los Reyes Magos. A los niños les asaltan constantemente las dudas. ¿Cómo es posible que sepan todo lo que quiero? ¿Cómo pueden entrar en casa en medio de la noche sin que nadie les abra la puerta y sin despertarnos? ¿Cómo pueden llegar en una sola noche a todas las casas de España? ¿Cómo son capaces de comer en cada vivienda polvorones, turrones y beber vino y no empacharse? Y la más peligrosa: ¿de verdad existen?
Lidiar con la ristra de '¿y por qué?' de un niño es, posiblemente, la tarea más agotadora y complicada de la Navidad... y casi de la vida. Su velocidad mental es inalcanzable, por eso, nunca está de más buscarse aliados para mantener su ilusión por los Reyes, sin dejar lugar a dudas. Aquí tienes unas cuantas ideas para que la magia no se agote:
Es un clásico y un imprescindible. Días antes de su llegada hay que visitar a los Reyes, hacerse la foto con ellos, darles la carta y decirles qué les has pedido. Cada vez que un niño habla directamente con un Rey se reafirma en su convicción: sí, existen, y yo estuve con ellos.
Cuando van cumpliendo años, los niños se buscan sus propias estrategias para ponernos a prueba. Llegará el momento en el que escribirán su carta y no querrán enseñarla, sino echarla directamente en el buzón real. A ver si es verdad que existen. No insistas en que te la dejen ver y búscate la vida sin levantar sospechas para saber qué han escrito en ella.
Las aplicaciones pensadas para recibir una llamada anónima no sirven sólo para gastar bromas telefónicas. Ya existen algunas apps que llaman al número que les facilites y que simulan que al otro lado de la línea están los Magos de Oriente. La voz no les resultará familiar a tus hijos, así que no hay peligro. Si prefieres una videollamada también puedes hacerla, pero imaginar cómo es la persona que está al teléfono siempre da mucho más juego.
Si hay unos Reyes Magos que dan el pego, esos son los de la cabalgata. La víspera de Reyes hay que explotar al máximo los planes tradicionales, y eso incluye salir a la calle a ver el desfile y acabar con el roscón. Un niño se siente afortunado hasta cuando se tropieza con el haba. El 5 de enero el único límite para el azúcar es la saciedad.
Si tienes que ensayar el sonido de sus pisadas... hazlo. La ocasión lo merece. Los niños flipan al escuchar a los animales. Además, aunque finjan que duermen, hay pequeños (y todavía algún adulto) a los que los nervios le impiden conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada. Seguro que has escuchado alguna vez la historia de tus abuelos, que se empleaban a fondo para lograr su mejor imitación.
Tan sencillo y barato como emplear polvos de talco para indicar el camino hacia donde están los regalos y marcar sobre ellos la palma de las manos, desdibujada y sin mucho esmero: recuerda que tiene que parecer la pisada de un camello.
Si algo brilla tanto como las guirnaldas son las coronas de los Reyes Magos, que pueden desprender purpurina a su paso por casa. Además, personajes de Disney como Campanilla la han convertido en un sinónimo de magia para los más pequeños.
Esta es una tarea para los más profesionales y para la que necesitas la complicidad de tus hijos. La idea aparentemente es tender una trampa a los Reyes para acabar demostrando a los pequeños que sus majestades han entrado en casa. Si hay niños que afirman haber visto a los Reyes en su afán de creer en ellos, lo fliparán cuando se los muestres en vídeo. La clave es tener cuidado a la hora de escoger al protagonista de la escena... Evita que tu hijo lo (re)conozca, lo último que queremos es darle un disgusto.
Lo importante es que sea personalizada. Explora tus dotes de escritor para escribirles una carta que acompañe los regalos en la que digas todo lo que han hecho bien y mal durante el año y aprovecha para dejar algún guiño. Casi disfrutarás tú más que ellos cuando los veas leerla.
No es necesario que te comas la hierba para los camellos, pero haz un esfuerzo con el resto. Sabemos que es complicado pegarse el atracón a polvorones, bombones, leche y vino a las cuatro de la mañana, pero al menos prueba algo. Y sé rápido, no hay día del año en el que madruguen más. Tampoco te confíes pensando que por levantarse entusiasmados en busca de sus regalos no se darán cuenta: se fijan en todo, también en si los vasos están llenos, si tienen marcas o si simplemente alguien las ha vaciado.
No se trata de romperles la ilusión, pero sí de darle emoción a la mañana de Reyes. Déjales sus regalos en un lugar diferente al del resto y haz que tengan que buscarlos por casa siguiendo algunas pistas. Si se levantan medio dormidos, despertarán en un abrir y cerrar de ojos. Acuérdate de dejar junto a los regalos una carta escrita por Melchor, Gaspar y Baltasar para decirles que han vigilado mucho cada uno de sus pasos. El año que viene serán las personas más prudentes del mundo, al menos en Navidad.