Así ha logrado Filmin aguantar el pulso a Netflix, HBO y Amazon Prime Video
La plataforma de 'streaming' española está facturando más que nunca.
2019 es el mejor año de la historia de Filmin. La plataforma de streaming española nació en 2006 y, 13 años años después, factura más que nunca. Aún le queda un margen importante de crecimiento, pero lo cierto es que muchos están empezando a descubrirla ahora, reconoce Jaume Ripoll, su director editorial y cofundador.
La burbuja de contenido existente no para de crecer, hasta el punto de que cuesta decidir qué seleccionar cuando se quiere ver una película o una serie. Sin embargo, todas las plataformas tienen claro que el modelo de la suscripción es el que va a perdurar y lo que estudian es el margen que esa cuantía les deja para producir contenido propio. La producción está viviendo una edad de oro que se ve en pantalla. Eso sí... ¿cuántas suscripciones será capaz de pagar un espectador?
Filmin es infinitamente más pequeña que Netflix, HBO o Amazon Prime Video. Lo que estas se pueden gastar en una sola campaña es lo que la plataforma española tiene de presupuesto para todo un año. De hecho, cuando aterrizaron en Europa se plantearon seriamente cuál sería su escenario, explica Ripoll. Sin embargo, ha sobrevivido, se ha mantenido firme y ha logrado crecer. Así lo han conseguido, según el director editorial:
La singularidad del catálogo. Filmin no ofrece lo mismo que el resto, sino que es complementaria a todas las plataformas. No lucha por tener Dunkerque o Blade runner, que ya están en las demás. El 95% del contenido de Filmin (que consta de más de 10.000 películas y series) está solo en Filmin. Eso no quiere decir que solo tengan cine independiente, aunque la mayoría de sus contenidos lo sean. Están abiertos a todos los públicos.
El arraigo con la actualidad. Se pueden ver películas que dialogan con el presente, abordando temas de política o las elecciones, como En la sombra, o con los fenómenos musicales, como Ecos y reflejos de Rosalía.
La fórmula de pago. Ofrecen diferentes caminos o rutas para que el suscriptor se sienta cómodo. Si quiere alquilar una película puede hacerlo, y si quiere adquirir un paquete de títulos también. Y aun así, no es una fórmula cerrada, sino híbrida. Hay espectadores que solo quieren alquilar, aunque la forma hegemónica es la suscripción (7,99 euros o 14,99 si son mensuales, mientras que los pagos únicos anuales cuestan 84 o 120 euros).
Pioneros. Nacieron hace 13 años —lanzada por las principales distribuidoras de cine independiente españolas— y es lógico que hayan sido los primeros en muchas cosas. Fue la primera compañía en suscripción en España, la primera en ofrecer series en internet, ofrecían series en streaming antes de que se estrenaran en televisión (por ejemplo, Cuéntame), fue la primera en celebrar un festival online, en estrenar películas de manera simultánea a los cines o la primera compañía en coproducir una película.
Aliada de la televisión y las salas de cine. “Llevamos años matando a los cines”, como dice Ripoll, pero el margen de ganancias que da una película en salas no lo da en internet: no es lo mismo pagar siete euros por una sola entrada y película que ocho por una suscripción. Eso es lo que explica que haya películas que solo logren rentabilizarse con un estreno comercial y potente. Por su parte, la televisión está buscando la forma de reinventarse para no morir frente a la llegada del streaming, y se está volcando con las plataformas. “Sus costes son muy elevados y hay que tomar distancia. Hay muchos millones de personas viendo los contenidos de Mediaset y Atresmedia y, a diferencia de las plataformas, sus cifras sí son públicas”, defiende el cofundador.
En Filmin no solo hay ‘películas raras’ y la gente o se ha dado cuenta ya o empieza a hacerlo. “Hay público que ha perdido el miedo y que ha entendido que no solo somos cine polaco en versión original”, explica. En parte, gracias a que han trabajado duro para potenciar un gran activo en el mundo del cine y las series: “El placer de descubrir”. Porque nos pasamos la vida escuchando y leyendo qué debemos ver, pero cuando somos nosotros quienes lo descubrimos y podemos recomendarlo, hay un placer añadido del que ni siquiera somos conscientes.