Cómo eran y cómo son: así han cambiado los trabajadores extranjeros en España
Nunca había habido tantos asalariados de otras nacionalidades como ahora.
Marina, una estadounidense de 34 años, trabaja de lunes a viernes como profesora de inglés en una academia de idiomas en el centro de Madrid. En esa misma ciudad Margarita, una peruana de 65 años, ejerce de cuidadora de ancianos y cuenta los días que le quedan para jubilarse. Ellas se encuentran entre los más de dos millones de extranjeros que trabajan cada día en España. Precisamente esta semana se ha batido un récord histórico: la Seguridad Social alcanzó los 2.155.149 afiliados de otras nacionalidades en mayo. Nunca había habido tantos trabajadores extranjeros como ahora.
El anterior récord se logró en mayo de 2008. Si se echa la vista atrás, Marina ya se encontraba en España en aquel momento, aunque por entonces estudiaba en una universidad madrileña. Por su parte, Margarita todavía no había llegado al aeropuerto de Barajas. Ninguna de las dos aparecía en esa estadística de aquel mes del Ministerio de Trabajo.
Entre 2008 y 2019 han pasado 11 años, en los cuales España ha atravesado una de las crisis económicas más duras que se recuerdan. La sociedad ha cambiado mucho en esta década, ¿lo ha hecho también la inmigración? ¿Hay más o menos inmigrantes ahora que antes de la crisis? ¿En qué trabajan ahora? ¿Han cambiado los países de los que vienen? Veamos qué ha pasado:
1. Los inmigrantes representan el 14% de la población española
En España hay 47.007.367 personas a 1 de enero de 2019, según las cifras provisionales de la Estadística del Padrón Continuo del INE. Los españoles están repartidos prácticamente por igual entre hombres y mujeres y tienen una edad media de 43,4 años. La inmensa mayoría de los ciudadanos, cerca del 90% —unos 42 millones–, tienen nacionalidad española. Solo uno de cada 10 habitantes tiene nacionalidad extranjera —unos 5 millones—. Tanto Marina como Margarita estarían dentro de este segundo grupo.
Si se miran los países de origen, la cifra de ciudadanos nacidos en el extranjero asciende hasta las 6,7 millones de personas. ¿A qué se debe esta diferencia? Principalmente a los españoles que han nacido en el extranjero y a las regularizaciones. Es decir, una persona puede nacer en Marruecos pero tener el pasaporte español.
Si se considera inmigrante a toda persona nacida fuera de España —como Margarita y Marina— al margen de la nacionalidad que tenga, los inmigrantes representan actualmente el 14,3% de la población.
¿Era así en 2008? No, la población era menor hace 11 años, había 46,2 millones de personas. En aquel momento los inmigrantes representaban el 13,1% de la población.
Mientras que los años 2000 se caracterizaron por un crecimiento de la migración hacia España, la situación cambió de manera drástica tras el estallido de la crisis económica: cayó la llegada de inmigrantes, aumentó el retorno de estos a sus países de origen y se produjo la salida de jóvenes españoles a otras geografías. España ya no era un país atractivo en el que vivir. Entre 2012 y 2016 hubo más personas que abandonaron el país que aquellas que venían.
La recuperación económica dio la vuelta a la situación y desde 2017 España ha logrado saldos migratorios positivos: viene más gente de la que se va. Aunque todavía no se ha superado el nivel máximo, alcanzado en 2011, cuando el INE contabilizó a 5,7 millones de ciudadanos empadronados con nacionalidad extranjera.
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2. Marruecos adelanta a Rumanía
La población extranjera más numerosa actualmente en España es la marroquí: hay 821.412 habitantes con esta nacionalidad. Antes de la crisis, el tamaño de este colectivo era semejante al de Rumanía —que lideraba en 2008—, aunque ahora se ha distanciado notablemente.
Después de estas dos, las nacionalidades con mayor presencia en España en 2008 eran latinoamericanas, como la ecuatoriana, la colombiana y la boliviana, y europeas, como la inglesa, la alemana, la italiana y la búlgara.
Desde ese momento y hasta 2019, hay varios grupos que viven auténticos auges, a pesar de la complicada situación económica que ha atravesado el país durante la última década. La población china pasa de los 125.914 habitantes de entonces a los 224.372 ciudadanos en la actualidad, convirtiéndose en la quinta nacionalidad más importante. Por su parte, los rusos y los pakistaníes incrementan su presencia, cuando la mayoría de nacionalidades caen. Por ejemplo, los peruanos como Margarita ahora son menos que antes de la crisis.
Asimismo, los venezolanos también aumentan de manera considerable su presencia en España: suben de 58.317 en 2008 a los 137.589 en la actualidad. La complicada situación interna del país latinoamericano ha motivo a que muchos ciudadanos salgan del país en la búsqueda de un futuro mejor. Si se miran los datos de empadronados cuyo país de origen es Venezuela el número asciende hasta los 323.575. “Buena parte de los venezolanos que han inmigrado durante 2018 no necesitan pedir asilo ni permiso de residencia porque proceden de familias españolas que emigraron a Venezuela en el pasado y han mantenido la nacionalidad española”, explica Carmen González Enríquez, investigadora del Real Instituto Elcano, en este artículo.
Al igual que ocurre en Venezuela, el conflicto en Ucrania —donde el país mantiene una guerra con las regiones prorrusas del Este— está detrás del importante incremento de la población ucraniana en España, que ha pasado de estar en torno a los 80.000 a superar los 110.000 habitantes.
El gráfico muestra las nacionalidades de la población extranjera en España en 2008 (color verde) y 2019 (rojo):
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3. Máximo histórico de trabajadores extranjeros en España
Como se comentaba al principio del artículo, España ha logrado un récord: el número de afiliados a la Seguridad Social nacidos fuera del país se ha elevado hasta los 2.155.149 ocupados, por encima de los niveles que había antes de la crisis y del máximo histórico alcanzado en mayo de 2008 (2.145.901). Atrás quedan los años de crisis económica, cuando este número de trabajadores extranjeros cayó hasta el mínimo de 1,5 millones que se marcó en enero de 2014.
Suele ser habitual que si se incrementan los inmigrantes empadronados en el país, se eleve también la cifra de trabajadores afiliados a la Seguridad Social. “La inmigración extracomunitaria que ha llegado a España en las últimas dos décadas es básicamente económica y de primera generación, formada por adultos jóvenes en busca de un empleo”, apuntaba González Enríquez en su artículo en el Real Instituto Elcano.
Este gráfico muestra cómo se ha comportado el número de trabajadores extranjeros en los meses de mayo (uno de los meses buenos para el empleo):
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4. La construcción deja a paso a la hostelería:
Si se quiere comprobar el impacto de la crisis en la población extranjera en España, se puede mirar cómo ha cambiado el sector laboral de estos ciudadanos. En mayo de 2008, había más de 600.000 trabajadores con otras nacionalidades que se dedicaban a la construcción y al sector inmobiliario. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria también les afectó: once años más tarde, apenas llegan a los 150.000 empleados. Si antes representaban más de 30%, ahora se sitúa en torno al 8%.
Actualmente los extranjeros que trabajan en el país se dedican a la hostelería (18,1%), a la agricultura (14,29%), al comercio (11,81%) y al hogar (9,51%).
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5. Los rumanos lideran entre los trabajadores
A pesar de que la marroquí es la nacionalidad con mayor presencia, el grupo de trabajadores extranjeros más numeroso en España en mayo de 2019 es el rumano, con 361.574 afiliados a la Seguridad Social. Le siguen los marroquíes (279.965), los italianos (126.779) y los chinos (106.475).
Los trabajadores colombianos, los ecuatorianos y los peruanos han caído notablemente, debido a la vuelta de muchos de ellos a sus países de origen y a las nacionalizaciones, que han dejado de ser considerados como foráneos.
Estas son las principales nacionalidades de los trabajadores extranjeros en España:
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La necesidad de la inmigración
La inmigración es un fenómeno que no va a detenerse y que es totalmente necesario en un país como España, uno de los más envejecidos del mundo, solo por detrás Japón. El INE pronosticó recientemente que la edad media de los españoles no va a dejar de aumentar en las próximas décadas: se elevará desde los 43,4 años actuales hasta los 49,3 años en 2057.
El envejecimiento de la población no es el único problema que tiene España, que acumula cuatro años consecutivos de pérdida de población, en los que producen más defunciones que nacimientos. La precariedad y la inestabilidad a la que se enfrentan los jóvenes en el mercado laboral han implicado que los nacimientos hayan caído un 40,7% en la última década, entre 2008 y 2018. Lo más grave es que no se detendrá la caída a pesar que la situación económica haya mejorado, sino que continuará reduciéndose hasta 2022.
El Fondo Monetario Internacional calculó que España necesitaba la llegada de más de cinco millones de extranjeros hasta 2050 si se quieren atajar los problemas en la Seguridad Social. “Las migraciones que aumentan el número de trabajadores elevan también el número de contribuyentes al sistema de pensiones”, explicó en aquel momento la institución que dirige Christine Lagarde.
La llegada de inmigrantes no puede ser vista en ningún caso como una amenaza, como pretende hacer creer la extrema derecha, sino como una oportunidad para nuestra riqueza cultural, el crecimiento económico, el mantenimiento del sistema de pensiones y del Estado del bienestar.