Cómo combatir a los villanos
Como en las películas, en la vida real también hay heroínas (y héroes) y villanos (y villanas). Solo que las heroínas no van con capa, sino que son gente ordinaria haciendo cosas extraordinarias. Y los villanos pueden ser aterradores pero no tienen súper poderes: son gente corriente odiando más fuertemente. En este momento pre-electoral, con el ruido de fondo del Brexit y espeluznantes figuras como Trump, Erdogan, Orban o Bolsonaro, que hacen del odio y la demonización su campo de batalla, te damos unas claves para detectar y combatir a los villanos.
1. Restan, no suman. La capacidad de los villanos de aprender a sumar, a multiplicar en lugar de dividir, la perdieron mientras practicaban su sonrisa maléfica. Por eso, aléjate de discursos con los que se “quite” humanidad a las personas, como si de una muda de piel se tratase, y de todo lo que suene a “culpables”, “avalancha”, “los otros” o “los verdaderos”. Sobre todo si es a costa de restar solidaridad y justificar recortes en derechos para algunas personas. Hasta ciertos villanos han sido mejor recibidos por sus enemigos que quienes huyen actualmente de la guerra, la violencia y la persecución. Las más de 25 millones de personas refugiadas que existen en el mundo, y las 258 millones de migrantes también tienen derechos, y no merecen que políticas populistas que usan el miedo y el odio les conviertan en chivos expiatorios. El periódico The Guardian publicaba recientemente un análisis sobre discursos de gobernantes en 40 países y llegaba a la conclusión de que el número de líderes populistas, que en ocasiones usan los discursos divisivos, se había duplicado desde el inicio de la década de los 2000.
2. Caminan hacia atrás, como los cangrejos. En lugar de dar pasos hacia un horizonte donde cada vez más personas disfruten de derechos como la vivienda, o la salud, intentan que éstos sean privilegios que solo unos pocos puedan disfrutar. Huye de cualquier expresión que no suene a “universal”, “asequible”, “accesible”. Retroceder en avances que ya las heroínas daban por asentados, como los derechos sexuales y reproductivos, o la Ley contra la violencia de género, no está en nuestros planes.
3. Poseen una máquina para fabricar mentiras. No tienen tanta fuerza como Thanos, en Los Vengadores, que hasta podría cambiar el rumbo de las elecciones en un chasquido de dedos, pero las fake news son su especialidad. Destruirlas del todo es complicado. Pero combatirlas es más sencillo: solo hay que ignorarlas. Si no son datos oficiales, si el villano titubea al dar la cifra y ser repreguntado por la heroína, si lanza un bote de humo sobre la cifra una hora más tarde, si la web donde está la noticia no la había escuchado nadie en un kilómetro a la redonda, si se nota que lleva kryptonita, dispuesta a arrasar sin construir nada a cambio, no lo dudes. Es un villano usando el método infalible para extender el miedo en el universo. Puedes, además de no ayudar a su difusión, aplastar esas noticias falsas con fuerza y rigurosidad: suelen ser ligeras como un dementor.
4. Hablan por ti, no de ti, no contigo. No escuchan a las personas, pero sí creen que hay una suerte de “voluntad general” a la que apelan para señalar contra quién se debería dirigir la batalla. En su discurso de inauguración, Donald Trump se atrevía a parafrasear, probablemente sin querer, a Bane, el villano de Batman en El caballero oscuro: “Estamos transfiriendo el poder de Washington DC y se lo devolvemos a usted, a la gente”. Y tanto Trump como otros líderes políticos han lanzando globos sonda y maniobras de distracción sobre temáticas que dejan de lado los verdaderos desafíos que preocupan a la mayoría social: la desigualdad, la falta de acceso a la vivienda, las consecuencias de unos recortes que han dejado la sanidad enferma, el paro o el cambio climático. Ojalá que la próxima frase más escuchada en boca de un villano no sea la de “Luke, soy tu padre”, sino algo tan básico como que “la vivienda es un derecho y no un lujo”. Porque mientras cientos de miles de personas perdían sus casas, las ayudas a la vivienda se recortaban en un 70% desde 2009 a 2018 en España, y por eso es necesario recuperar al menos el nivel de inversión anterior a la crisis.
5. Usan conceptos descatalogados o vacíos de verdadero significado. Por supuesto, es más grave cuando utilizan adjetivos descartados por organismos internacionales por ser incompletos e invisibilizadores de la verdadera magnitud del problema como “violencia doméstica”. Pero no deberíamos prestar atención a debates falsos como la sonrisa de Joker sobre, por ejemplo, la tenencia de armas en España, o el “feminismo supremacista” (que por cierto suena a grupo justiciero tipo la Liga de la justicia), porque confunden y porque carecen de significado real. Las mujeres no necesitamos héroes que nos rescaten, es mucho más sencillo: que nos sintamos seguras en un entorno donde no nos violen ni nos maten, entre otras cosas. Si no hubieran sido asesinadas en España más de mil mujeres desde 2003 a manos de sus parejas o exparejas y la violencia sexual no afectara a más de 3 millones de mujeres, por ejemplo, no tendríamos que hablar de que las mujeres sufren violencia por el hecho de serlo. Pero desgraciadamente es así, y por lo tanto tiene que haber leyes específicas que las protejan de todas las formas de violencia que sufren por su condición de género.
Tóxica fue la palabra del año 2018 elegida por The Oxford Dictionaries, por la cantidad de veces que se había empleado para describir situaciones, preocupaciones y acontecimientos del momento. No dejemos que vuelva a ser elegida, y que sean los villanos quienes tomen las riendas de un discurso que se está volviendo venenoso. Y aunque, como decía Albert Einstein, “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, lo cierto es que podemos combatirlos: solo tenemos que desenmascarar a los villanos que los propagan y luchar para que quienes gobiernen el mundo no dejen a nadie atrás. Fácil, ¿eh? Pero si Tyrion pudo ganar en Aguasnegras, qué no vamos a poder con nuestro fuego valyrio.