Cómo aprender a navegar con criterio por un mar de información
Por Melchor Gómez, profesor de Tecnología para la Educación, Universidad Autónoma de Madrid:
La humanidad lleva siglos elaborando sistemas para almacenar la mayor cantidad de información posible, desde la escritura a las grandes bibliotecas o las potentes computadoras.
Internet ha cambiado esta tendencia radicalmente al poner al alcance de cada individuo cantidad ingente de información de manera sencilla. En este nuevo ecosistema ya no es importante almacenar la información, porque está accesible de manera sencilla, sino que lo importante es ahora saber encontrarla y saber manejarla con criterio.
En este contexto de sobreabundancia de contenidos por la extensión de las tecnologías y los medios electrónicos se hace importante la llamada alfabetización informacional (ALFIN), traducción más habitual del término inglés information literacy, que hace referencia a este acceso y manejo de la información.
Por alfabetización informacional entendemos el conjunto de habilidades que nos capacitan para pensar críticamente y hacer juicios equilibrados sobre cualquier información que se ponga delante de nosotros. Estar alfabetizados informacionalmente implica saber cuándo necesitamos información, dónde podemos encontrarla, cómo utilizarla y hacer todo esto de un modo crítico y eficaz.
Esta alfabetización se confunde en ocasiones con alfabetización digital, es decir, con los conocimientos necesarios para el uso de ordenadores y equipos digitales.
Pero la alfabetización informacional va más allá, pues incide también en el sentido crítico necesario para usar dicha información. Requiere evaluación de los resultados obtenidos, ética y responsabilidad para saber cómo usarlos, e incluso conocimiento de cómo comunicar y compartir lo que se ha encontrado.
La alfabetización informacional podemos considerarla como un prerrequisito para participar eficazmente en la Sociedad de la Información. Se hace necesario que las personas sepan identificar qué fuentes de información son esenciales para aquello que necesitan y cuáles no.
No se trata solo de saber qué información necesitamos o qué tipos de información hay o cómo llegar a ella. Debemos ser conscientes también del amplio número de formatos en los que está (papel, digital, radio, películas…) y de las distintas localizaciones físicas y virtuales en las que se halla.
Pero lo verdaderamente importante es conocer la autenticidad y veracidad de lo encontrado, sin dejar a un lado aspectos como la corrección, el sesgo ideológico o si dicha información está completa y es actual.
Para ello son necesarias nuevas habilidades para trabajar la información, para analizarla, comprenderla y evaluarla, y construir así una nueva información que ahora ya podremos llamar “conocimiento”. Esto, evidentemente, tiene connotaciones éticas y se debe hacer de forma responsable.
Podemos decir que alfabetizar informacionalmente nos prepara para desenvolvernos en esta sociedad cambiante y para resolver los problemas que nos encontremos, nos empodera como ciudadanos para conformar nuestras opiniones de modo informado y para saber comunicarla.
Por todo ello, la alfabetización informacional no solo se considera una necesidad, sino que pasa a ser derecho básico de las personas y de su aprendizaje.
Se han desarrollado en los últimos años diferentes modelos para intentar sistematizar la actividad de alfabetización teniendo en cuenta los diferentes escenarios digitales y analógicos, así como los diferentes públicos.
Podemos hablar del Plan de los nueve pasos de Marland, uno de los primeros en aparecer, con sus nueve interrogantes y sus respectivas tareas. Más conocidos son el Modelo Big6 de Eisenberg y Berkowits o el de las Siete Caras de Alfabetización en Información de Bruce, sin olvidar los cuatro pasos del modelo de Gavilán. Todos tienen particularidades y todos aportan elementos comunes.
En España, Durban propuso el modelo de las Tres Fases, que, en sintonía con las normas internacionales, pretende ser a la vez sistemático y globalizador. Esas tres fases son:
- Buscar la información. Se hace a partir del trabajo consciente de búsqueda de recursos y evaluando tanto los resultados como el propio proceso de búsqueda.
- Analizar y tratar la información. Es el paso en el que se organiza lo encontrado y se registra el contenido seleccionado. En esta fase podemos considerar que se transforma la información en conocimiento.
- Comunicar la información. Se difunde y comunica la nueva información elaborada. Se debe hacer con ética y responsabilidad, y aplicando los resultados correcta y eficazmente.
Esta estructuración de la alfabetización informacional amplía el alcance de las competencias de información general, poniendo el foco en la producción e intercambio de información en entornos digitales participativos.
En el mundo educativo se afronta la alfabetización informacional como parte de las competencias básicas de los nuevos currículos. En España, el tratamiento de la información y la competencia digital es una de las 7 competencias básicas del aprendizaje.
Dicha competencia también aparece entre las 8 competencias clave para el aprendizaje permanente del Marco de Referencia Europeo. En ambos casos, la competencia está ligada a ALFIN, al atender el aprendizaje y uso de diversas fuentes informativas y en diferentes soportes.
La información en la sociedad actual está en los libros, también en los medios audiovisuales y fundamentalmente en la red y en las tecnologías digitales. Las bibliotecas, las salas multimedia o los diferentes puntos de acceso a internet son los instrumentos de trabajo para adquirir esta competencia.
Memorizar contenidos ya no es tan importante en el proceso de aprendizaje, pues el contenido está accesible en la red. Lo importante ahora es saber buscar el contenido, manejarlo adecuadamente y saber interiorizarlo para crear el propio conocimiento.
Para abordar un crecimiento en esta alfabetización habría que afrontar los siguientes parámetros:
- Formar en el tratamiento de la información en textos, libros y soporte papel.
- Formar en el tratamiento de la información en la red, en medios digitales y electrónicos.
- Capacitar en la comprensión de la información y su reorganización.
- Aprender estrategias para la reelaboración de la información.
La extensión del uso de herramientas digitales como blogs, wikis, redes sociales o plataformas de publicación abierta requiere incorporar estos elementos a los programas de alfabetización. Es fundamental el papel que tienen los nuevos medios sociales y comunidades digitales, pues se están generando tecnologías de colaboración innovadoras que están rehaciendo constantemente el concepto de alfabetización informacional.
Las habilidades informacionales de una persona que empezaron por saber leer son ahora solo el comienzo de un camino que requiere saber plantear una pregunta, saber buscar respuestas en la red, saber interpretar un texto encontrado, saber organizar una información, saber entenderla o saber cómo utilizarla para generar nuevo conocimiento.