Cómo actuar con la gente mayor ante la crisis del coronavirus
La evolución de la crisis les ha puesto en la diana al ser uno de los grupos de riesgo.
En España viven 4,4 millones de personas de más de 75 años, según el INE. Es decir, un 10% de la población está en jaque ante la epidemia de coronavirus al formar parte de uno de los principales grupos de riesgo, con más posibilidades de contagio y las tasas más altas de mortalidad.
La evolución de la crisis les ha puesto en la diana. A los primeros datos de rápida expansión del virus en residencias de ancianos —dos centros de Madrid, uno en Vitoria, otros dos en Aragón o el de Valencia— y a las informaciones con la edad de los fallecidos, les han seguido una oleada de medidas de contención y la consiguiente preocupación.
“Se incide mucho en su vulnerabilidad y esto les produce un miedo mayor”, explica el psicólogo clínico Juan Castilla, especialista en Gerontología e Inteligencia Emocional, del Colegio de Psicólogos de Madrid (COP). El temor es para ellos y también para sus familiares, que ya no saben cómo comportarse para no exponer a los ancianos a un potencial contagio.
La situación no es fácil de manejar. Hace una semana la Comunidad de Madrid decretó el cierre durante mínimo un mes de 213 centros de día por “un riesgo inminente de contagio”. El lunes puso límite a las visitas en residencias de la tercera edad, una medida que también ha adoptado la Xunta de Galicia y que probablemente se extenderá a otras Comunidades Autónomas. Los viajes del Imserso se han cancelado y, por si no fuera suficiente, en Madrid también se aconseja a los mayores que se queden en casa y no usen el transporte público.
Sin centros de ocio, sin visitas, sin viajes... pero con nietos. Porque el cierre de centros escolares de la Comunidad de Madrid, La Rioja, Vitoria y Labastida coloca a los abuelos en un escenario lleno de contradicciones. Deben limitar el contacto con otras personas pero muchos se ven obligados a cuidar a los nietos, ya que algunos padres no pueden teletrabajar. Con la particularidad de que aún sigue siendo un enigma el papel que desempeñan los niños en la transmisión de la enfermedad y de que el mayor número de contagios se produce en el hogar: convivir con una persona con coronavirus multiplica por 6,3 la probabilidad de contagio.
Visitarlos o no visitarlos
Da ′miedo’ dejar a un niño con su abuelo, visitar a un anciano en su casa cuando en las residencias se prohíben esas visitas o dar un beso a tu padre al volver de la calle.
No podemos dejarnos llevar por ese temor, hay casos y casos. Si hay restricciones en residencias es porque son lugares donde se concentra un mayor grupo de población de riesgo. Por lo que no se puede extrapolar esa norma a todas las personas de más de 75 años.
“Es verdad que una persona de 90 años tiene más posibilidades de contraer coronavirus y de que su respuesta ante él sea peor que la de una persona de 60”, señala el doctor José Manuel Ramos, coordinador del grupo de trabajo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Eso no significa que no podamos visitarla, especialmente si su salud es buena. “Podemos ir a pero con ciertas medidas de precaución”, señala.
Esas medidas son tan sencillas como mantenerse a una distancia de más de un metro, lavarse las manos, evitar besarlos y no ir de visita si te encuentras mal.
“Hay que extremar las precauciones en caso de adultos con enfermedades crónicas y hay que tener especial cuidado en el contacto con otras personas, niños y otros adultos. Pero esto no es tan restrictivo cuando tenemos adultos mayores robustos y con buena salud”, apuntan desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) en una guía con pautas a seguir en relaciones de abuelos y nietos. “Cuando uno de los dos no se encuentra bien es mejor que no participen de encuentros”, añaden.
No olvidarse de ellos
Desde la SEGG no consideran que haya que cortar el contacto de abuelos y nietos durante estos días. “Es positivo favorecer la relación de mayores y niños cuando las condiciones de salud lo permitan”, explican.
“La relación intergeneracional beneficia a ambos cuando es deseada y bienvenida”, continúan. Como señala la guía, “los niños les aportan vitalidad y energía y los abuelos, su experiencia y sabiduría, así ambas relaciones se ven favorecidas por la salud”.
Por eso es tan importante que ante la situación de aislamiento en la que se encuentran las personas que viven en residencias de ancianos se siga manteniendo la relación. “Hay que pensar que es una situación temporal y lo que tenemos que hacer es incrementar el contacto vía telefónica”, señala el especialista en psicología, para el que hay que dar “apoyo y esperanza” a este grupo, que “ya sabe que está en situación de riesgo” y que las noticias se encargan de recordárselo día tras día.
Por qué a partir de los 75
“Es muy pronto para establecer una edad exacta como punto de corte de vulnerabilidad, ya que se trata de una enfermedad muy reciente”, explica el doctor Alejandro Conde de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSH). “Se necesitan grandes estudios para hacer el corte con precisión. A falta de éstos, se pueden usar los de la gripe, donde aunque la vacuna está recomendada a partir de los 60 años, se hace hincapié en las personas mayores de 65, y más aún si sobrepasan los 75”, añade.
El mayor estudio sobre la enfermedad publicado hasta el momento —este martes en la revista médica The Lancet— señala que la media de edad de los fallecidos a nivel mundial es de 69 años. Esta gráfica, hecha a partir de datos registrados a mediados de febrero por el Centro de Control de Enfermedades de China, da más detalles: casi un 15% de los enfermos de más de 80 años murieron a causa de la enfermedad.
A esta edad el riesgo de contagio aumenta. “El sistema inmunológico está más desgastado, es lo que se conoce como inmunosenescencia, por lo que las personas son más susceptibles a coger cualquier infección”, explica el doctor Ramos, de SEMI. Hay más posibilidades de contagiarse de coronavirus y, de contraerlo, “se puede complicar con más facilidad”.
Esto tiene que ver con que las personas de más edad suelen presentar otras patologías como diabetes, fallos renales o problemas de corazón que pueden complicarse. Conde, de la SEMPSHP, lo explica usando otra patología: ”Enfermedades como el coronavirus provocan descompensación de las enfermedades que ya tenga el paciente, por eso padecer una gripe aumenta el riesgo de sufrir un infarto tras ella”.